Capítulo 5

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- Juntos somos tan, pero tan perfectos ¿No sientes que es el destino? -preguntó acariciando un gato, sorprendentemente, ambos se pusieron de acuerdo para ir a una cafetería llena de gatitos que puedes acariciar sin necesidad de amenazas

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- Juntos somos tan, pero tan perfectos ¿No sientes que es el destino? -preguntó acariciando un gato, sorprendentemente, ambos se pusieron de acuerdo para ir a una cafetería llena de gatitos que puedes acariciar sin necesidad de amenazas.

___ alzó una ceja ante la pregunta, pensativa en si ser sincera o decirle algo que le haga feliz. Cuanto más tiempo estaba con el más conflictivos eran los sentimientos, entre lástima por el y odio.

Odiaba que la confundieron tanto, si, el estaba roto pero no tenía ninguna razón para querer romperla a ella también por un capricho.

- Necesitaría más tiempo para afirmarlo, supongo, de momento te dejo soñar con eso -bromeó negando con la cabeza, acariciando un gato blanco con suavidad.

- Que graciosa -reía ladeando la cabeza, era irónico porque su necesidad por ella empezó con un sueño donde escuchaba su voz,- Mira -señalo la cabeza, tenía orejas de gato de juguete.

- ¿Qué miro? -preguntó confundida, era normal esas orejas en la cafetería, te las dan de accesorio al entrar.

Gojo puso una mano en el rostro suspirando al ver que no entendió la indirecta, le quito el gato blanco de su regalo y agacho un poco la cabeza delante de ella con ilusión.

- Soy mejor que ese gato, es una copia barata de mi -se quejó con un puchero celoso del gato, ¿Enserio quería que le acaricien la cabeza?

- Estamos delante de personas Satoru -se encogió de hombros con vergüenza, tímida ante la simple idea de que alguien los estea viendo. Aunque al notar el incómodo silencio de Gojo, viendo por encima de sus gafas que sol que se habían caído un poco en el puente de la nariz al agacharse no dudo en acariciar su cabeza como el quería.

El no podía estar más emocionado, incluso se puso de rodillas en el suelo apoyando la cabeza en su regazo mientras ella estaba sentada en la silla. Sentía que ella era su lugar seguro, se sentía como un niño pequeño con ella.

Solo con ella.

- Vale ehmmmm... ¿No quieres levantarte a tomar el pastel que has pedido? -reía con una sonrisa extraña, parecía en conflicto consigo misma.

Le parecía dulce pero a la vez raro, cada vez estaba más confundida con el. Se suponía que tenía odiarlo, odiarlo por todo lo que hace.

El es mala persona, no puede sentir pena por alguien que es malo. No quiere sentir lastima por alguien como el.

- Dejame estar aquí un poco más -pidió con una voz suplicante, aferrándose a sus piernas con la cabeza apoyada en su regazo. No le importaba que alguien pudiera mirarlos en la cafetería.

- Si insistes -susurro, acariciando un poco más su cabeza. Definitivamente no estaba feliz con el contacto físico que el quería tener con ella, pero tampoco quería que el se enfade y muestre otras de sus extrañas facetas, las que más miedo dan teniendo en cuenta que el es tan poderoso.

Aunque quisiera evitarlo, ___ estaba empezando a tener un poco de cariño y lástima por su versión más infantil, se notaba que de pequeño y cuando fue creciendo no fue feliz.

- ¿Me das de comer el pastel mientras te repito lo perfecta que eres? -pregunto con una sonrisa boba, levantándose para agarrar sus mejillas con adoración, mirando fijamente sus ojos.

Sintió un extraño escalofrío por toda la espalda al ver el azul de sus ojos, levantó la mano temblando y le puso bien las gafas, suspirando en shock por el trance en el que entró al mirar sus ojos.

Puso ambas manos encima de las suya, replanteandose como su vida había dado este cambio.

- Si eso te hace feliz -respondió sin más con una sonrisa cansada, por alguna razón sentía que esa pregunta era una exigencia más que nada. Siempre se hace el amable preguntando pero si lo rechazas, te obliga.

Quería evitarse la tensión incómoda cuando el da una amenaza, cuando al advierte o se enfada, quería su faceta infantil.

- ¡Me hace el hombre más feliz! -aseguró dejando un beso en su frente antes de sentarse delante de ella, ambas manos en las rodillas esperando como un perrito bueno por su regalo por portarse bien, ella era la dueña de sus emociones.

- Me alegro por ti, Satoru -el suave sabor de su nombre en los labios de ___ era más dulce que el pastel que le estaba dando de comer, no podía estat más ilusionado al escucharla hablar así.

Pero la protagonista todavía tenía muchas dudas, ¿Acaso el no tiene que trabajar como hechicero? Es el más fuerte y según lo que dijo, también es profesor así que seguro es imprescindible en su trabajo.

Le picaba la curiosidad cuando tendría que trabajar.

- ¿Estás en día de descanso de eso de ser hechicero? -preguntó sin aguantarse las ganas, quería alguna respuesta, saber más de él.

- Que va, simplemente le deje a mis alumnos claro lo que tenían que hacer y ya, por mensaje de texto en el teléfono ¿Sabes? Uno de los alumnos lo adopté yo porque no tenia padre -murmuró encendiendo el móvil para enseñarle en la pantalla una foto de sus alumnos con orgullo.

- Parecen buenos chicos pero ¿Eso no es malo ni repercutirá en ellos, en su progreso como hechiceros? -no entendía mucho lo de profesor, sin embargo le parecía raro que no tenga que estar con ellos.

Gojo hizo una mueva aburrida, viendo que ella tenía más interés en hablar de sus alumnos que hablar sobre el.

El era más importante en todos los aspectos, solo debería estat hablando sobre el, mostrando como lo comprende y que lo consuele.

- Ya bueno... no es para tanto, tienen que ser independientes -hablo con una mueca, sintiendo ciertos celos al ver su preocupación por otras personas.

- Prométeme que mañana irás con ellos, tienen que ser responsable. Ellos seguro te admiran -se cruzó de brazos caminando por la acera, ya era de noche y habían salido de la cafetería.

El albino de mordió la lengua pensando si debía hacerlo.

- Te lo prometo si me dejas presentartelos -la miro viendo si tenían un acuerdo, deseando que diga ella de forma voluntaria que si.

- ¿No les dirás nada de que veo maldiciones, verdad? -preguntó insegura.

- Labios sellados -confirmó fingiendo que cerraba una cremallera pasando la mano por los labios.

Sabía que no podía negarse a sus caprichos y peticiones, así que acepto.

Estaba impaciente por enseñarle a ella más de su mundo, más de su vida, que se vaya adaptando con el tiempo a el. Porque su mundo iba a ser el de ella tarde o temprano.

 Porque su mundo iba a ser el de ella tarde o temprano

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Gojo Satoru - Poder, sinónimo de soledad. [Yandere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora