- Te-tengo miedo -susurro la voz femenina al otro lado del teléfono, sonaba como si estuviera llorando, temblando, desesperada.
Eso fue suficiente para que su sonrisa se borrará tan rápido como su mente proceso las palabras, controlando la respiración para no romper el teléfono con la mano por la fuerza que quería ejercer en los puños.
- Hay... Hay maldiciones, no se qué quieren pero tengo miedo. Me encerré en un armario -lloraba en silencio aguantando las ganas gritar.
Ella no controla su energía maldita, obvio no puede defenderse y mucho menos luchar o hacerles frente.
En ese aspecto era débil.
Apenas paso unos segundos cuando todo estaba en silencio, ella no lo entendía... Hace unos momentos escuchaba los sonidos de las maldiciones.
Abrió la puerta del armario con lentitud y abrió los ojos en shock al ver a Gojo, con una terrorífica sonrisa aplastando la última cabeza de las maldiciones que quedaban.
- No pasa nada cariño -susurro desactivando el infinito para abrazarla con ilusión, dejando un beso en su frente y limpiando en sus lágrimas.
Cómo, cómo había hecho eso.
No sabía si era una impresionante velocidad y fuerza o era espeluznante, lo que podía hacer en segundos.
Era un arma de doble filo, el ser consciente de su poder era macabro pero el saber que ese poder está para ti, era satisfactorio y demasiado poder.
Agarró con fuerza las tijeras que había en ese armario mientras lo miraba con miedo.
- ¿___? -la miro confundido, ¿Acaso no había pedido su ayuda? Aquí estaba.
Su héroe, su salvador, su príncipe, su caballero de brillante armadura.
- T-tu.... por tu culpa, por ti yo -no podía hablar, las manos temblaban con fuerza y tenía ganas de llorar. Ni siquiera sabía que quería decir ni que pensaba.
¿Acaso había una mínima probabilidad de que aquel señor que tanto odiaba, la viera así cuando lo mato? Tenía ganas de vomitar, se sentía un mounstro asesino, cruel, sin piedad porque no era capaz de sentir un ápice de lástima ni remordimiento.
Lo volvería a hacer.
- Solo quiero ser una buena persona, una fuerte -se lamento empezando a llorar, mordiendose el labio con fuerza tirando las tijeras lejos de ella.
Era débil, frágil, manipulable, dependiente. Odiaba a Gojo y amaba a Satoru, tenía miedo de Gojo y tenía la necesidad de cuidar a Satoru. Ya no comprendía nada, ni a ella misma.
- ___ y-yo solo te protegi, ¿Lo sabes? Estás a salvo, vamos cariño no llores -reía nervioso abrazandola,- eres una buena persona ¡La mejor persona que conozco! me haces sentir como una persona real, me haces feliz, me haces ser humano -susurró acariciando su cabeza.
- Satoru, por favor, callate -pidió derrotada escondiendo el rostro en su hombro, aferrándose a su ropa de profesor. Odiando saber que ese maldito uniforme era parte de los cómplices de toda la tragedia.
La tragedia de su vida, de ser consciente de todo lo que estaba mal y roto sin poder repararla. Como un espejo roto, cuando lo tratas de arreglar te cortas y ves tu reflejo a cachos en el, manchado con tu sangre, sintiéndote culpable e impotente.
___ dejo que Satoru Gojo el espejo se rompiera por culpa de otros. Tenía ganas de destrozar a todos.
El se quedó en silencio, nervioso y asustado mientras la tenía en sus brazos. No entendía que había hecho mal, no tenía ni idea.
- Lo siento -se disculpó sintiéndose culpable por sus emociones negativas, por ser incapaz de consolarla.
Levantó un poco la cabeza y miró su maldito vendaje, tenía los ojos rojos e hinchados de llorar, lo miraba con una expresión vacía, sin emoción ni brillo.
- Nunca pidas disculpas, sea tu culpa o no. Somos lo que crearon ¿Entiendes? Somos una creación, no pidas disculpas, ellos son quienes tienen que pedir disculpas ¡Ellos-! -se quedó en silencio, tomando aire,- Acepto tus disculpas -.
Satoru trago saliva, confundido por lo que ella decía. Era tan jodidamente horrible presenciar como, la persona que se supone que esta mejor de los dos, se destruye y el lo entendía.
¿Aunque acaso le importaba? No, incluso si ella dijera que lo quiere torturar le parecería lo más bonito que le han dicho. Con tal de que sean palabras de sus hermosos labios, con su angelical voz, de su perfecta persona, la tenía en una pedestal.
- ¿Harías cualquier cosa por mi? -preguntó finalmente la mujer, agarrando sus mejillas y acariciandolas. Ella sabía que con eso era suficiente para derretir lo por completo, algo cruel el aprovecharse de eso.
- ¡Por supuesto! -reía con las mejillas coloradas ilusionado por sentir sus acaricias.
Le dio una sonrisa vacía y empezó a reír, dejando un beso en su frente. Tenía al hechicero más poderoso como un maldito perro, dispuesto a hacer lo que sea, si lanzará un palo el lo iría a buscar sin pensarlo dos veces.
- Yo cumpliré tus caprichos y tu cumplirás los míos, ¿No es bonito? -aparto su vendaje mirando a sus ojos azules, seguía teniendo miedo de él, de Gojo y su técnica maldita, pero tenía a Satoru para remediarlo,- ¿Prometido? -extendió el meñique hacía su mano.
Gojo pestañeo varias veces, con una risa nerviosa por la emoción que sentía, se sentía tan feliz. No podía ser mejor, no importaba si antes estaba llorando de terror con unas tijeras, ahora ella quería hacer una promesa con el, no podía ser mejor día.
Junto ambos meñiques mordiendose el labio inferior como un niño emocionado. Ella lo hacía sentir tan especial, tan humano.
- Eso suena perfecto -susurró ladeando la cabeza, ¿Tenía que dar clase a sus alumnos? Oh... no importa.
Ella valía más que cualquier clase o hechicero.
- Me haces el hombre más feliz del mundo -dijo con toda la ilusión rodeando su cintura, con posesión, toda para el, apretando un poco sin importar si eso la incomodaba.
- Yo te hago un hombre Satoru -vaciló entecerrando los ojos.
Sin ella, el es una simple herramienta, un arma, un mesías para la humanidad. No es una persona, es un hechicero.
ESTÁS LEYENDO
Gojo Satoru - Poder, sinónimo de soledad. [Yandere]
FanfictionUn mundo, un elegido y su corazón. ¿Acaso al ser el más fuerte no tiene el derecho de tener todo lo que quiere? El más fuerte manda, el más fuerte siempre está rodeado de gente. Pero siendo realistas, nunca va a ser real o sincero. El más fuerte da...