Capítulo 7

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[Nota autora: gracias por las más de 1000 vistas, no me lo esperaba para nada en tan poco tiempo y el ganador de la votación de la próxima historia es Sukuna, que lo subiré pronto a mi perfil para las interesadas]

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[Nota autora: gracias por las más de 1000 vistas, no me lo esperaba para nada en tan poco tiempo y el ganador de la votación de la próxima historia es Sukuna, que lo subiré pronto a mi perfil para las interesadas]

- ¿___? -pregunto Gojo confundido mirando a ambos lados, ¿A donde había ido? Se quedó esperando de pie a que ella vaya al baño y no a vuelto.

Ya más de cinco minutos en el baño le parecía excesivo, agarró el móvil y busco su ubicación, después de todo en los pendientes que le regaló podía localizarla. Así siempre sabría que los lleva.

Alzó ambas cejas confundido al ver que estaba bastante lejos.

- ¿Cuando vuelves del baño :)? -le mando un mensaje, empezando a ponerse nervioso y enfadado ¿Y si estaba intentando abandonarlo?

Todos esos temores golpearon su mente empezando a ponerlo ansioso, mordiéndose los labios inferior y las uñas, dando golpes al suelo con el pie varias veces.

¿Ella quería abandonarlo? ¿Acaso todo lo que le decía era mentira? ¿Y si su preocupación era falsa? No quiere llorar.

- Satoru, hay una sombra rara que me sigue -le respondió el mensaje, parecía que quiso escribir más pero se desconecto de golpe.

Todo era tan raro y el no dudo en salir corriendo a su dirección, creyendo que una posible maldición la amenazaba.

Sin embargo, cuando llegó solo estaba ___ en el suelo en un callejón oscuro mientras un hechicero se acercaba con lentitud.

- Si no te resistes no será tan malo, tenemos que llevarte ya no puedes esconderte. Te reconocen -le decía el hechicero acercándose a ella, la mujer negó con la cabeza varias veces casi llorando.

- ¡Deja de seguirme, loco! -grito asustada tapandose con ambos brazos, su teléfono en el suelo con la pantalla rota y el tobillo rojo... Todo daba indicios de que la había lastimado, empujado al suelo.

El albino sintió su sangre arder de pura ira, ¿Cómo se atrevía a tocar a su ángel? ¿Lastimar a la mujer de sus sueños? ¿Si quiera pensar que podía acercarse a su mujer y ser la causa de sus lágrimas?

Cerró los puños y en menos de un segundo, el hombre tenía la cabeza enterrada en el suelo y la espalda torcida dejando incluso ver el hueso de su cuello sobresalir.

- ¿Uh? -___ se tocó la cara en puro shock, había salpicado algo de sangre en su rostro. Sus ojos abiertos y la respiración congelada dejo claro que no se lo esperaba.

¿Que debía sentir? ¿Miedo? ¿Terror? ¿Sentirse agradecía? No era capaz de procesarlo, el hechicero más fuerte, el admirado último del clan Gojo había matado a un hechicero sin arrepentimiento.

Con frialdad, en un instante.

- ¿Quién se cree para tocarte sin permiso? -pregunto burlón apartando la mano, limpiándose la sangre con un pañuelo y tirándolo al suelo.

- E-el esta... El -no era capaz de moverse ni un centímetro, estaba totalmente alerta ¿Acaso había perdido el juicio? Más bien, ¿En algún momento tuvo algún juicio sobre lo que es bueno y es malo?

- Está donde merece estar -respondio Gojo pisando su cabeza para enterrarlo más en el suelo,- No tenía ningún derecho a acerté llorar, ¿Que te hizo en el tobillo? Te comprare otro móvil -suspiro agachándose a su altura para revisar el tobillo rojo, le limpio la sangre del rostro con otro pañuelo y agarró su mano con delicadeza para limpiarla.

Se sentía tan feliz de protegerla, cuidarla, darle atención. Eso es con lo que el soñaba, lo que anelaba.

Ser su protector.

- ¿No sientes... Nada? -pregunto confundida sintiendo ganas de llorar, mirándolo con miedo. El se había quitado las gafas de sol, esos ojos azules que la perforaban.

- ¿Por el? Asco, ¿Por ti? Siento tantas cosas que no podría describirlo con palabras -murmuro con una dulce sonrisa cargándola en los brazos al darse cuenta que se había torcido el tobillo, con ilusión por tenerla así, dependiendo de él.

Pero en la mente de la pobre protagonista había un remolino de emociones, el asesinato a sangre fría, el hechicero, ya sabían quién era ella.

Era consciente que el todavía no había preguntado nada porque ella estaba en shock vulnerable, era una de las únicas cosas que agradecía silenciosamente. Al menos respetaba eso.

- Vendrán más -susurro asustada abrazando su cuello cuando la cargo.

- Dejarán de venir cuando se den cuenta que eres mía -contesto con confianza, dejando un tierno beso en su cabeza para tranquilizarla,- No llores, estoy aquí para ti -le aseguro.

Solo podía agradecer que no hiciera preguntas, porque no estaba bien Sra responderlas.

Por una parte quería salir corriendo, como hizo con el hechicero en vez de ir con el. Tenía mucho miedo en lo más profundo de su pecho aunque por otra parte... Era la primera en su vida que se sentía protegida.

Se sentía bien ser protegida y cuidada, hacía demasiado tiempo que no sentía esa calidad sensación, se aferraba a ella.

- ¿Prometes no juzgarme? -pregunto insegura y preocupada, sintiendo ganas de llorar apoyando la cabeza en su hombro.

- ¿Juzgarte? ¿Yo? Oh cariño, solo puede adorarte. No hay imperfección tuya que para mí no sea perfecta -¿Por qué dices eso Satoru? La confundes, la haces sentir tan mal y bien que la confundes.

No debería de gustarle esto, en lo absoluto. El era un poco que la fuerza a ir con el siempre, que a matado alguien a sangre fría que se supone que es su compañero, que la amenaza.

Y después de todo eso, es dulce, infantil, tierno, protector con ella, haciendo que su mente se olvide de todas sus horribles facetas.

- No puedo odiarte, Satoru -confeso sintiéndose derrotada, decepcionada de si misma por esas palabras que salieron de su boca, sinceras y realistas.

- Me haces el hombre más feliz de la faz de la tierra -respondio dejando un beso en su mejilla, sintiéndose victorioso.

Cada vez estaba más cerca de tenerla toda para el, de ser una pareja oficial sin que se sienta incómoda ¿No? Lo estaba logrando, poco a poco lo hacía.

Estaba más seguro y confiado de que pronto serían solo ellos dos, en un mundo de amor sincero en el que solo tienen que darse atención mutua.

¿Acaso podía tener un día más perfecto? Solo tenía que atender su tobillo torcido y su móvil roto, demostrando ser un hombre ideal.

- Quedate conmigo -pidio sentándose a su lado en el coche, dejandola con delicadeza. Agarró sus manos y las puso en ambas mejillas,- Solo nos entendemos entre nosotros -.

Ya haría preguntas más tarde, cuando ella esté lista. Podría descubrir sus secretos.

 Podría descubrir sus secretos

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Gojo Satoru - Poder, sinónimo de soledad. [Yandere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora