Capítulo 16

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Nadie en una relación tóxica le gusta aceptar que es tóxica, porque siempre hay un lado bonito, ese algo que te hizo querer a esa persona y tú mente se bloquea

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Nadie en una relación tóxica le gusta aceptar que es tóxica, porque siempre hay un lado bonito, ese algo que te hizo querer a esa persona y tú mente se bloquea. Te dice que lo necesitas, que puedes arreglarlo, que esos buenos momentos compensan todos los malos momentos.

Aunque no es verdad, el amor tóxico siempre es incomprendido ¿Por qué la víctima no se da cuenta de que es toxico y lo deja? Para los ignorantes, es la mayor pregunta, para la gente que sabe algo ya saben la respuesta y para las víctimas.

Para las víctimas es una pregunta que se quedará grabado en la mente toda la vida, ¿Por qué no me di cuenta, no salí o me negué a aceptarlo? ¿Acaso soy idiota o débil, inútil que necesite a alguien más para hacerlo? Duele.

- Todos están empezando a morir, otra vez -lloraba Gojo en los brazos de ___, Nanami estaba muerto, cada vez había más peleas, había visto a su mejor amigo volver a traicionarlo. Dolía mucho, pero al menos tenía su apoyo.

El amor nos ciega, amar a alguien es una conexión que solo esa persona puede llegar a romper, nadie más.

- No pasa nada -susurro consolándola, acariciando su cabello con cuidado dejando besos en su frente y mejillas. Ambos tumbados en la cama buscando consuelo el uno del otro.

- Si me dejas como ellos me moriré, me da igual todos, mi deber, Sukuna, lo que sea. No puedes dejarme -se lamentaba aferrándose a ella mientras dejaba ver su lado más vulnerable.

No tener miedo a la muerte pero si al abandono es la muestra más humana de baja autoestima. Cuando tienes ego y no autoestima te conviertes en una bomba de relojería.

- Shhh no te voy a dejar ¿Vale? Estoy aquí, para ti, solo para ti -suspiro apenada, limpiando cada una de sus lágrimas con cuidado, cariño.

Le dolía verlo así pero le gustaba, esa faceta de él, vulnerable, humano, ese era Satoru no Gojo. Tenía demasiados sentimientos en ese momento.

Ninguno podía ordenar su mente en ese momento.

- Aveces el mundo es cruel ¿Sabes? Gente que no merece morir, muere y gente que no merece vivir, vive. Aunque la crueldad es parte del ser humano, siempre habrá gente que haga justicia por ello, gente piadosa, amable y yo espero que tú seas una de ellas -susurro acariciando sus mejillas,- Tú tienes que ser fuerte, más fuerte que la crueldad humana, luchar contra ella y demostrar que tú corazón es tan puro como el que más -.

Reía con suavidad dejando un beso en la punta de su nariz, haciendo que el tenga las mejillas coloradas con los ojos brillando de ilusión al verla.

Ella lograba que el olvidará todo el dolor, que se sintiera feliz, vivo, con una razón para luchar, la única razón de su existencia. Ella era para el, estaba hecha para el, eran el uno para el otro.

- Si te animas, mañana te contaré un cuento antes de dormir. Ahora es muy tarde -ofreció abrazando con más cuidado, ya era de madrugada y había que descansar.

- Ya estoy bien -aseguro con un pequeño puchero, escondiendo el rostro entre el hueco de su hombro y cuello. El era tan alto comparado con ella que cuando la rodeaba con sus brazos simulaba una almohada, su almohada favorita.

- Si tú estás bien, yo estoy bien -confeso con emoción, cariño, amor, desde lo más profundo de su alma. Unas palabras tan bonitas, demasiado para verles un lado malo.

Oh el amor, algo tan bonito, como una rosa encantadora. Aunque cuando una rosa nace, no le cortas las espinas y la tierra no es fértil, no es una buena rosa, no es bonita a los ojos de la gente y te puede dañar.

___ olió la rosa del frasco de flores que el trajo, solían ser rosas blancas porque según el recordaría el color de cabello y serían más como el. Pero ahora estaban manchadas de rojo.

- ¿No son lindas? -pregunto al anciano que tenía delante, uno de los altos cargos de la hechicería en el distrito.

Hizo una mueca ladeando con la cabeza, claro, no puede responder porque está muerto.

- Me alegro que te hayan gustado mis regalos -reía Gojo como un niño pequeño, abrazando la espalda de ___ dejando algún beso en su cuello.

Unas flores, bombones y otro hombre que ella odiaba con todo su ser muerto. Era tan romántico y perfecto, tan servicial, leal, todo por y para ella.

- ¿No te estás metiendo en demasiados problemas por mi culpa? -pregunto con curiosidad, no preocupación, curiosidad. Simple curiosidad, vaya.

- Nada es un problema, si me cuentas la buena razón claro -bromeo mirándola con una sonrisa boba.

Entrecerró los ojos mirando al suelo y se giro, dejando un corto beso en sus labios.

- Con el cuento antes de dormir será suficiente por hoy Satoru. Cada vez estoy más... Lista para confesarlo todo, la paciencia es una buena virtud -susurro con una suave sonrisa en los labios.

Ella lo tenía loco, sumiso, como un perro, como un niño, como un humano, como un ser vivo. Ella lograba que el fuera no algo pero alguien, ella era la causa de su felicidad y su razón de ser, de sus emociones y sentimientos.

Sonrió como un bobo desesperado y nervioso ante el corto beso en los labios, balbuceando palabras sin sentido con el rostro colorado.

Ignoro el cadáver que había en el sótano y la llevo a casa sin pensarlo dos veces, queriendo estar en cama cuanto antes con ella. Juntos, unidos.

No podía contar con los dedos ya cuántas clases de hechicería se había saltado, prácticamente el profesor de Itadori, Nobara y Megumi era su sustituto pero no me importaba en lo absoluto.

- Ya cenamos, vamos, vamos -insistia como un niño ilusionado señalando la cama para tener ese cuento. Era tan intrigante que no parecía un simple cuento.

El tenía un presentimiento y quería saber el porqué, esa necesidad de oír el cuento tan grande cada vez lo consumía con un hambre voraz.

El tenía un presentimiento y quería saber el porqué, esa necesidad de oír el cuento tan grande cada vez lo consumía con un hambre voraz

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Gojo Satoru - Poder, sinónimo de soledad. [Yandere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora