Capitulo 7

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El estadio estaba lleno y el canto de la multitud siempre me daba fuerzas. No importa cuántas veces estuvieran en el campo, la energía de nuestros fans era increíble. Estábamos jugando contra Washington Spirit y hasta ahora el juego estaba empatado 0-0. Pero tan sólo llevábamos media hora de juego por lo que no había ninguna razón para entrar en pánico. Habíamos creado algunas tácticas y tenía la sensación que el próximo tiempo sería adecuado usarlas. Había ganado la pelota justo a tiempo e inmediatamente vi a Lisa corriendo por el lado izquierdo. Fue instintivo, casi, pero yo sabía dónde ella iría. Así que envié un pase largo porque yo sabía que la jugadora izquierda podría alcanzarlo. Me anticipé por el lado y corrí hacia el arco, pero más por el centro. Era increíble, pero la más joven del equipo logró alcanzar el balón, levantó la vista y me vio correr. Su pase fue perfectamente calculado y todo lo que yo tenía que hacer era patear el balón en la red, cuando lo hice escuché que todo el estado se volvió loco. No se podía negar que jugábamos bien juntas. Nuestra relación fuera de la cancha estaba mejorando, y me sentí aliviada de ser incluso más activa en el equipo, ahora que Lisa estaba aquí. Corrí hacia ella tras el gol y la abracé rápidamente-nada demasiado quisquilloso, pero no quería ser sospechosa ya porque estábamos funcionando bien. La charla emocional de Chicago había roto algunas paredes. Habíamos sido capaces de ser amables y cordial sin gritarnos el uno al otro. No era como si fuéramos amigas, pero tal vez podríamos llegar a hacerlo. Sin embargo, ese primer gol fue sólo el comienzo. La próxima vez que me liberé de mi oponente, vi a Lisa liberándose de su propia defensa y le pasé el balón para que ella sólo golpeara la red. Sólo era ella contra el arquero y no tuvo ningún problema de golpear el balón contra el fondo de la red: 2-0. Esta vez, la de ojos marrones se acercó a mí y me abrazó para darme las gracias por la asistencia. Ella sonreía mucho más ampliamente ahora y nuestros compañeros de equipo nos motivaron para seguir adelante. Lo hicimos. Lo que siguió sólo puede ser descrito como mi mejor juego con The Boston Breakers hasta el momento. Lisa y yo jugamos como locas; bailando alrededor de los defensores, esquivándolos por todo el campo, utilizando nuestras estrategias perfeccionadas casi humillando al otro equipo porque se vieron imponentes frente a nuestras actuaciones. 

Me las arreglé para anotar dos goles más. Uno fue un tiro rasante que Lisa me había enviado y el otro básicamente fue un tiro de 20 yardas en el tiempo de descuento para terminar el juego en 4-0.El estadio estaba a nuestros pies y yo definitivamente estaba en lo más alto cuando me fui del campo para hacer algunas entrevistas. Traté de ser objetiva y tranquila, pero no podía borrar esa estúpida sonrisa de mi cara. Por supuesto, le di las gracias a todos mis compañeros y especialmente a Lisa que había asistido tres de mis goles. Me tardé más de lo habitual, porque le firmé algunos autógrafos a unos fans después de haber estado lista con los periodistas. De esa manera, la mayoría de mis compañeros se habían ido de los vestidores cuando llegué. En realidad, sólo quedaba una compañera restante: 

Lisa. Ella estaba empacando su bolso y se dio cuenta que había llegado. Para mi sorpresa, me mostró una sonrisa perfecta y tomó la palabra.

-Jugaste como en el infierno, buen juego...- me felicitó y tomé una respiración profunda, pero me senté en el banquillo.

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