Izquierda y Derecha

𝟶𝟻: 𝙵𝚎𝚕𝚒𝚣 𝚌𝚞𝚖𝚙𝚕𝚎𝚊ñ𝚘𝚜

Esa noche me quedé en el motel, llorando hasta dormir. Después de eso, no tuve otro momento de paz.

Amanece, despierto despeinado y en pijama mientra un grupo de agentes entran destrozando la puerta y apuntándome con sus armas. En un caso real, si no supiera lo qué está pasando, habría respondido con violencia aún si no tenía las posibilidades de sobrevivir, pero hoy debo actuar tranquilo.

Detrás de todos ellos, quienes registran mis cosas como abriendo partes de mi cuerpo para encontrar rastros de culpa, llega mi padre, sonriente. De cierta forma, debajo de sus labios estirados, se esconde su ser maquiavélico.

Me explican que Chan había dado un comunicado ayer por la noche, de alta traición. Han perdido todo rastro de él y no tuvieron otra alternativa más que interrogar a mi equipo (me imagino que con ello a todas las personas que se encontraban habitando mi piso, así que ya suponía qué clase de odisea habían pasado) y fue así como descubrieron que anoche nosotros habíamos estado juntos sin regresar a casa. Rastrearon mi teléfono oficial hasta mi ubicación actual.

Ellos no saben que el mensaje estaba pensado y programado para ser entregado a cierta hora de la madrugada. Ellos tampoco saben que teníamos previsto todo esto. Aunque la forma tan violenta de usar un equipo de emergencias para venir por mi y la velocidad con la que han llegado no las he visto venir. No me sorprende, de igual forma, porque lo veo lógico después de todas las cosas que pasaron con mi padre así que, de ahora en adelante, él estará como un águila sobre mí, incluso más después de la deserción de Chan. Tampoco será un mayor estorbo, al menos no mayor del que ya es. El plan lo habíamos armado con un margen de error de menor tiempo por si se nos llegaba a complicar.

No piensan que ese teléfono, ligado a los asuntos de la agencia, siempre fue mi fachada. O más bien, la fachada de la fachada, de la fachada. Mi ahora "difunto esposo" me había enseñado eso. A tener planes para los planes y mentiras para las mentiras.

Inevitablemente, quedo bajo el escrutinio no solo del equipo Golden ni de mi padre, si no de toda la agencia. Hasta los altos mandos están molestos y han metido a un montón de agentes especializados y toda una corte a investigarme.

Y yo, aprovechándome del dolor del abandono más el estrés acumulado desde hace unos días, puedo fingir bien estar desesperado, triste y molesto con Chan. Esconder verdades en las mentiras hace que se me facilite hacerlo.

Hablo con las chicas, pues están devastadas. La única que llora es Yuri, pero siento sobre ellas algo asfixiante, como una nube negra que se mueve a su rededor, y no puedo culparlas. Les pido que no teman expresarse y hablar cuando sea necesario, pero ellas no cederán pronto. Yo no las obligaré.

Después de ese momento donde mi lealtad se puso en duda, pude sentir que la actitud de Namjoon hacia mí ha vuelto a cambiar, y la poca esperanza que tenía de ser buenos compañeros, se ha esfumado. Y su odio ya no es uno parecido al competitivo, verdaderamente veo rencor en sus ojos y una herida de traición se visibiliza en cada palabra punzocortante que me dirige. No puedo culparlo, después de todo, si he cometido algo de traición.

Mi primer juicio no es aquel que cuestiona mi posición, poder y rango en la IMAS, sino este nuevo que pone en duda mis lealtades. Han sido veintiseis sesiones y en ninguna se encontraron pruebas incriminatorias. Solo soy un estúpido doncel, encontrado en el lugar incorrecto, a la hora incorrecta, con la persona equivocada.

Sin sorprender a nadie, bajo el ojo público, dejo de ser un hombre de bien, casado con un esposo decente y vuelvo a ser el chico tonto de la agencia. Al menos eso dicen de vez en cuando los del personal, cuando creen qué no los escucho, o tal vez simplemente no les importa. No me tienen más miedo porque mi reputación ha caído y parece que todos mis años de entrenamiento mortales y mi desarrollo físico y mental, han desaparecido.