𝟶𝟼: 𝙴𝚕 𝚌𝚊𝚜𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚜𝚎ñ𝚘𝚛 𝙷𝚠𝚊𝚗𝚐

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—Te tengo un chisme que sé que te va a gustar.

Jamás esperé que la secretaria del área de entrenamiento fuera a hablarme a las cinco de la mañana para contarme lo que a ella le parecía interesante. Cansado por la falta de sueño (y de la vida en general), decido colgarle. Me vuelvo a acomodar para no tener que lidiar con mis problemas, pero el teléfono suena otra vez. Sé bien quién es y quiero evitarla, pero no puedo silenciar ni alejarme del teléfono porque siempre puede haber una emergencia y yo como agente debo estar atento. Suspiro.

—¿Qué un chico no puede dormir en paz? —me siento rascando mis ojos. Estoy sudado aún si solo dormí con unos shorts delgados.

—Creeme, te estoy ayudando más de lo que crees —solo respondo con un murmullo incrédulo. Me paro para ir al baño a lavarme la cara—. Hay un caso nuevo.

Tallo con cuidado y luego me seco con la toalla facial. Su tono es insinuante, pero sus palabras no pueden importarme menos.

—Todos los días llegan cientos de casos. Oye, espera, ¿cómo es que tienes mi número?

Me silencio por un momento para poder hacer pipí en paz, mientras la escucho ponerse nerviosa ante mi pregunta. Termino de hacer mis necesidades y luego voy a lavarme las manos.

—No es relevante —conozco muy poco a la chica, pero sé que su voz y su sonrisa tiernas son todo lo contrario a su taimada mente, junto con sus impulsivas acciones—. Es un caso que llamó la atención de todos por aquí y pensé que debido a tu... Situación, podría servirte.

—Me serviría más pegarme un tiro en la cabeza, pero gracias.

—¡Bu! No seas tan deprimente. El mundo seguirá girando y tu, mi buen compañero, encontrarás la forma de seguir adelante —raro que una extraña me de ánimos, pero se siente sorpresivamente reconfortante saber que alguien está de mi lado, que me tiene esperanzas después de que en el último mes haya arruinado las cosas—. Creo que es un buen inicio para que muestres quién es el verdadero y formidable teniente Jung Hoseok del que siempre escucho hablar.

Llegué a mi cocina, ahora sintiéndose tristemente enorme y fría. Hay mucha comida que debo regalar o cocinar cuanto antes, porque las chicas me dejaron todo. Mientras, decido hacer un sándwich para quitarme el vacío del estómago.

—No pudiste escuchar eso de mi. Conozco lo que se dice entre los agentes.

—¿No te parece que no existe otra cosa que enaltezca más a un doncel qué un montón de perdedores, pitos chicos y envidiosos que no lo saquen de su boca? —suelto una carcajada honesta. Eso ha sido inesperado. Bien, tal vez está funcionando su misión de levantarme un poco los ánimos—. Entonces, ¿qué dices?

Será raro trabajar un caso por mi cuenta, pues hace mucho que no hacía algo sin tener presente que pertenecía a mi equipo. Aun si tomaba misiones en solitario, sabía que siempre volvería a estar en mi pequeño lugar seguro, pero ahora no lo tengo y no sé de qué maneras eso puede afectarme en mi desempeño. Por otro lado, quiero cerrarle las bocas a todos esos idiotas que se han metido conmigo, empezando por mi padre y el sargento. Quiero que los malditos de la corte se queden maniatados a la hora de reconsiderar el volverme hacer líder de mi equipo y, sin duda, quiero hacerlos pagar.

Saboreo un rollito de jamón que me hice improvisadamente, pensativo, mientras ella me da tiempo para responderle.

—Aunque puedo elegir tomar casos, deben ser aprobados.

—Tengo el contacto del señor Cho, su itinerario de hoy y un pretexto para que "casualmente" te lo topes y le expliques tu preocupación por la situación.

Está chica está loca y está de mi lado, lo cual infinitamente agradezco.

—Mm, tentador.

—Hwang amaneció muerto, en las orillas del río Han. No hay ADN, huellas o nada que lo revele, pero la escena del crimen solo ha sido pisada por simples oficiales rutinarios. Le pidieron al director que envíe a su mejor equipo a echarle un ojo, pero el Golden salió con algunas de tus chicas a una emergencia a Daegu.

Izquierda y DerechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora