𝚂𝚘𝚋𝚛𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝚊𝚛𝚖𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚙𝚕𝚊𝚜𝚖𝚊

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Documentación del notario personal del exdirector Choi, relatada a partir de testimonios recolectados alrededor del mundo por agentes de asuntos externos de las agencias de Cayena, Caracas, Ciudad de México y Pretoria, considerando que Sudáfrica fue un país involucrado en la detención del crimen organizado creciente en el centro de África.

[Para saber más acerca de los involucrados, los testimonios y las fuentes de esta información, consulte la página 421].

Hace algunas décadas, en el sur de América, en el pequeño pero invaluable país de la Guayana Francesa, la industria armamentista se vio fuertemente transformada en lo que respecta a su desarrollo. Esto sucedió debido al descubrimiento de un elemento tanto valioso como volátil y explosivo.

Gracias a este hallazgo, los técnicos, ingenieros y científicos consiguieron crear armas poderosas, pero igualmente inestables debido a la naturaleza del elemento del que se derivaban. Se descubrió una pérdida de control, no solo en su uso bélico, sino incluso en estado de reposo. Una fábrica experimental en la ciudad de Santa Fe, en Argentina, sufrió una combustión instantánea debido al mal manejo del elemento plasmático, lo que atrajo el interés público, tanto local como internacional, y, por supuesto, de la agencia.

Los gobiernos de 150 países involucrados (todos con un mercado interno de plasma ya existente) optaron por eliminar todo rastro de estas armas. Además, prohibieron la exportación del plasma y erradicaron, en su mayoría, la información sobre su producción, consumo, localización, cargamentos, y los procesos para crear estas armas y sus componentes fundamentales.

Sin embargo, como en todo negocio rentable, este comercio se agilizó en el mercado negro de más de 100 países documentados, siendo las armas plasmáticas el centro de estas transacciones.

Los trabajadores del mercado negro, obstinados y perseverantes, no necesitaban planos ni permisos para construir y manipular sus propias armas. Eran expertos en análisis, por lo que los inconvenientes se convertían en meros "gajes del oficio".

De igual manera, los archivos y materiales para crear estas armas se volvieron extremadamente difíciles de obtener, y se rumoreaba que muchos habían muerto intentando conseguir dicha información. Como resultado, la mayoría se conformaba con lo que quedaba de las armas de plasma.

Por otro lado, de manera legal, los coleccionistas que lograban encontrar una pieza contactaban a las autoridades correspondientes para desmantelarla y dejarla como una mera pieza decorativa. En cambio, en el lado ilegal, algunos criminales las utilizaban para protegerse, atacar o defenderse de otras pandillas.

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