Atado

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Cuando empezaron a sonar las notas del compás, sus ojos se mantuvieron fijos en el hombre alto y corpulento que descendía la escalera. Sasuke bajó los escalones con su habitual arrogancia. Aunque pareciera imposible, su piel estaba más bronceada que antes; tenía un tono moreno que no encajaba lo más mínimo con los dictados de la moda y que hizo que a Sakura le temblasen las rodillas. El modo en que se movía le prometía horas y horas de placer carnal. A pesar de lo profundamente enfadada que estaba, se le hizo la boca agua, le pesaron los pechos y su sexo se apretó con cada paso de su esposo...

Los invitados, cuando se recuperaron de la sorpresa inicial, se acercaron a él para darle la bienvenida, pero Sasuke no hizo caso a nadie y no apartó los ojos negros de Sakura. El calor que ardía entre ellos, incluso desde la distancia, hizo que a ella se le empapase la piel de sudor. El modo en que él la estaba mirando era muy peligroso y le decía que iba a poseerla hasta arrebatarle el sentido; sin embargo, no podía moverse de lo rápido que le latía el corazón. Sasuke tardó unos pocos segundos en llegar a su lado y le pareció que había sido una hora.

Le tendió la mano y Sakura dudó sólo un instante si la aceptaba, y, cuando lo hizo, observó sin aliento cómo él se la acercaba a los labios. Notó la boca de Sasuke a través del guante y la sensación se extendió por el brazo hasta llegar a lo más profundo de ella. Entonces se estremeció. La satisfacción de Sasuke se dibujó en sus labios.

—Te he echado de menos, amor.- dijo.

El salón entero esperó ansioso la respuesta de ella, la música resonaba estridente en medio del silencio. Sakura respiró hondo, dejó que la furia que sentía se reflejase en su mirada y después le hizo una reverencia.

—Mi lord.- Los invitados se pusieron a susurrar frenéticos de inmediato. Sasuke la ayudó a levantarse, la miró posesivamente y susurró:

—Es hora de irnos.-

Sakura buscó a Robidoux dispuesta a hacer las presentaciones, pero descubrió que el francés había abandonado la zona de baile y había desaparecido por entre la multitud sin despedirse.

—Ahora, Sakura.-

—Acabas de llegar —se quejó. Si se quedaba a solas con Sasuke, se metería en un lío.

Él arqueó arrogante una ceja. Ella abrió la boca para insistir, pero la cerró sin decir nada. Su esposo no se tomaba bien que le llevasen la contrariada a solas, no se imaginaba su actuar en público. Y mucho menos cuando, a juzgar por su mirada, estaba más que dispuesto a levantarle el vestido y poseerla allí, en medio del salón. Asintió imperceptiblemente y dejó que Sasuke le cogiese una mano para colocarla en su antebrazo y la guiase fuera. Se mordió la lengua hasta que disfrutaron de la intimidad de su carruaje, y cuando allí él intentó tocarla, Sakura le abofeteó la mano.

—¡Maldita sea! —exclamó él dolorido. Ella sonrió.

—No volverás a tocarme nunca más, te lo juro.- sentencio.

Sasuke miró a su enfurecida esposa sorprendido y dolido. Él se había percatado inmediatamente de los cambios que había sufrido: se la veía más dura, echaba chispas por los ojos y apretaba el labio con fuerza. Él esperaba que su reencuentro fuese cálido y apasionado y, sin embargo, acababa de jurarle que no volvería a tocarla nunca más. «¿Qué diablos está pasando?»

—¿Qué diablos está pasando? —le preguntó al fin. Ella lo miró incrédula. «A la mierda, yo creía que se alegraría de verme.» penso —Sakura, amor mío...-

RE II: Placeres robados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora