División Norte

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Apenas terminó la comunicación con Dante, no sabía si me sentía mejor o peor que antes de saber su paradero

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Apenas terminó la comunicación con Dante, no sabía si me sentía mejor o peor que antes de saber su paradero.

Había pasado una semana ocultando a la División el hecho de que había desaparecido, seguro de que volvería con resaca y mala actitud, pero no pasaría nada más, aunque si me era honesto, aquello era más bien un deseo de mi parte, pues las cosas en la armada ya estaban demasiado mal como para que añadiera a mis preocupaciones que Dante se hubiese metido en problemas.

Sentía que lo había hecho, pero al mismo tiempo, sabía que no era quién para recomendar a un soldado de mayor cargo, declinar una orden hecha directamente por un superior, sin embargo, no podía calmar ese mal presentimiento de que no volvería a verlo si no hacía algo al respecto, aunque no tenía idea de qué podía hacer.

De momento, lo único que habíamos conseguido eran las reservas para dos meses por cortesía de Edric, así como un par de misiones importantes de las que Lionel estaba encargándose directamente, mientras Lili trataba de ganarse la confianza de Juvia y yo terminaba el elaborado informe sobre la situación de ambas para ir a hablar con Urso y pedir que su castigo no fuese demasiado severo.

De todos modos, algo me decía que debía encontrar la forma de rogar por Dante. Añadirlo al informe, lo que sea con tal de quitarle de encima la misión que le habían asignado.

Para bien o para mal, alégrate, ya no voy a ser tu problema, había dicho con ese mismo tono ácido con el que me hablaba antes de cortar y que fuese incapaz de localizarlo de nuevo.

¿Cómo no iba a preocuparme? Era un problema y de los más grandes que había tenido desde que me convirtiese en líder de armada, pero, aunque se llevara terrible con el resto de los miembros, aunque jamás cooperara en nada a lo que no estuviese obligado, seguía siendo uno de nosotros y había algo en su voz que sonaba diferente. Tal vez eran imaginaciones mías, mi preocupación o el miedo de perder a uno más de mi armada, pero podía asegurar que casi sonaba como una despedida. Como un pedido de auxilio...

Agité la pluma en mi mano tratando de calmarme y poner orden a mis pensamientos. Había muy poco que pudiera hacer por él cuando su misión había sido ordenada por la nueva líder de la corte de quien aún no sabía nada y ni siquiera Urso podría negarse a una petición directa de ella. Estaba atrapado en esa misión.

Lo único que podía hacer era tratar de conseguirle ayuda, aunque eso en realidad tampoco podría servir si seguía sin poder comunicarme con él.

—Carajo —mascullé, lanzando mi pluma contra el escritorio y tomando los papeles de mi informe para salir de la habitación. Necesitaba hablar con mi hermano. Quizás él pudiera ayudarme a calmarme.

Salí de la habitación, ignorando el hecho de que con tanto trabajo no había tenido ocasión de llevar a Lilineth las pocas cosas que había conseguido para el lugar, cuando se suponía que esa sería su habitación y enfilé hacia la Torre de los Magos, esperando no encontrarme con nadie.

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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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