DIECIOCHO (II PARTE)

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—El domingo esta para descansar. La dura vida de adulto necesita aire, al menos, un día. —Protesto, lanzándome en el sofá tan cómodo de la casa de Andrew.

Dylan y Demián se ríen de mí.

— ¿La vida de adulto? ¿Cuántos años tienes? ¿Veintiocho? —Inquiere Demián.

—Tengo veinte, trabajo y vivo de ello, así que yo me considero una adulta. —Replico, cruzándome de brazos.

— ¿Entonces que debería considerarme yo? —Pregunta Dylan. — ¿Un delincuente hacker? Trabajo y vivo de ello.

Frunzo el ceño, un poco culpable.

—Eso es pregunta trampa, cállate. —Mascullo.

Esos dos se ríen de mi, mientras otros hablan de no sé que, excepto uno. Me giro a mirar a un chico de ojos azules que ya me estaba mirando a mí.

— Si me necesitas sabes que puedes llamarme. —Le digo en voz baja.

Demián me sonríe.

—Nos las hemos arreglado muchas veces, no te preocupes. —Me asegura.

—Siempre hay una primera vez para todo, Demiáncito. —Me cruzo de brazos.

El niega con la cabeza, divertido.

—No será necesario. —Bestia me toma de las manos y besa mis nudillos. —Cuando termine vendré acá para verte.

—Seria de mucha ayuda. —Asiento con la cabeza.

Miro mal a Lesly cuando ella se toma del brazo de su novio con una sonrisa inocente.

—Yo si quiero ir. —Le pide ella con un puchero.

Demián niega con la cabeza.

—No, estarás sola. —Le dice él con suavidad. —Dylan también correrá al igual que yo, no tendré quien este contigo mientras yo no lo estoy.

—Puedo defenderme, Demián.

—Se que puede, pero no ahí.

Ella desiste y se cruza de brazos, resignada.

—Bien, pues Hanny llamará a Cris para que se quede.

Sonrío ampliamente poniéndome de pies de un salto, saco mi móvil y marco el número de la rubia.

Repica dos veces y a la tercera, ella descuelga.

— ¡HANNYYYYYYYYYYYY! —Doy un respingo asustada. — ¡Pensé que nunca me llamarías!

— ¡No grites! —Protesto. Varias cabezas se giran a mí para mirarme con curiosidad. — ¡Y nos vimos ayer en la mañana!

—Siento como si hubiese pasado una eternidad, mi vida sin ti es muy, muy aburrida—Murmura dramática. —Bien, ¿Qué quieres?

— ¿Quieres venir a casa de Lesly? Tenemos piscina y comida. —Ella hace el ademan de responder pero yo la interrumpo. — ¡Genial! En cinco minutos llego.

Sin darle tiempo de decirme algo, cuelgo. Miro directamente a Bestia que alza sus llaves, haciéndome una seña con la cabeza. Sonrío ampliamente y lo sigo dando saltitos como niña pequeña.

Ya estando en el coche, el da un acelerón que me hace agarrar del asiento de inmediato. El sonríe de medio lado, acelerando más rápido.

— ¿Te ha dado picazón o cómo? —Mascullo.

—Es que te has puesto el cinturón sin yo pedírtelo. —Dice el, divertido.

—Imbécil.

Cuando cruza a la calle transitada reduce la velocidad, conduciendo un poco más prudente.

Luz y oscuridad (¡NUEVA VERSIÓN MUY PRONTO!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora