VEINTIUNO (II PARTE)

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Salgo del ascensor con el desayuno del lisiado en la mano porque detesta la comida que le dan aquí en el hospital, lo consigo limpiándose la herida con una mueca. No levanta la cabeza cuando cierro la puerta, está demasiado concentrado en lo que hace.

Saco la caja pequeña de la bolsa y su envase de jugo.

—Tu abuela y tu papá quieren subir a verte. —Comento, sacando las servilletas y el pitillo para el jugo.

—Que bien. —Murmura.

Me giro a mirarlo y veo que se está colocando las gasas, al terminar me mira y suspira.

— ¿Duele?

Niega con la cabeza.

—Solo un poco. —Le extiendo la bandeja, el cual lo recibe— ¿Tu comiste?

Asiento con la cabeza, apartando la mirada.

—Iré avisarle a tu abuela y a tu padre que suban. —Digo, dándole la espalda.

—Hannah. —Me llama.

Cierro los ojos respirando hondo cuando me acerco de nuevo.

— ¿Necesitas algo?

El se toca la mejilla con el dedo índice, sonrío de medio lado y le doy un beso en la mejilla.

—Dile a Dylan que te lleve a buscar más ropa. —Me dice. —Me quedaré aquí hasta el miércoles.

Asiento con la cabeza y esta vez salgo más apresurada antes de que vuelva a llamarme. Bajo por las escaleras cuando veo que hay tres personas esperando el ascensor. Llego a donde está el moreno y Lesly, Alex y su mamá.

—Max quiere que suban. —Le digo, jadeando.

— ¿Por qué estas agitada si estaba el ascensor? —Inquiere Alex, mirándome con el ceño fruncido.

—Quería hacer ejercicios, por eso baje por las escaleras.

Ellos me miran con extrañeza pero es mejor subir a ver a su hijo que estar preguntándome cosas. Hace dos días que empecé a sentirme mal. No he querido decirle a nadie, por eso quise salir de la habitación de Max lo cuanto antes y aproveche que estaba dormido para comprarle el desayuno.

Lesly me deja en medio de ella y su novio.

—Mira el collar que me compre hace una ho...

Pongo una mueca cuando su perfume llega a repugnarme y marearme.

—Lesly, siempre me han gustados tus perfumes pero... ¿Qué pensaste en el momento en que compraste ese?

Ella me frunce el ceño ofendida cuando me aparto.

—Es delicioso. —Replica ella. —Y lo has usado muchas veces, ¿Por qué ahora si te da asco?

—Ugh, iré a tomar el aire afuera. —Digo, dejándola confusa a ella y a Demián.

No camino demasiado cuando ella me toma por el brazo y se pega a mí, ignoro las nauseas que me causa su aroma y sigo caminando con ella.

—Demián me dio las llaves del piso, ¿quieres que vayamos para que descanses en un ambiente diferente?

Asiento con la cabeza cuando me siento demasiado mareada.

—Sería de mucha ayuda.

—Bien, le escribiré a Cris para que nos alcance hacia allá.

No digo nada, ella sabrá lo que hace.

Pedimos un taxi y lo pagamos entre las dos, pasan los minutos y esta vez soy la que siente que el conductor va demasiado lento, y esta a una velocidad normal.

Luz y oscuridad (¡NUEVA VERSIÓN MUY PRONTO!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora