DIECISIETE

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Me he reconciliado con Maximiliano ya hace dos semanas. Si, así como ves, me he reconciliado con él. Es la primera vez que doy la iniciativa y al hacerlo, me he sentido recibida al hablar, sin discutir e ignorarnos. Me siento demasiado extraña, no estoy muy acostumbrada a eso.

Pero me gusta el hecho de tener la seguridad de que si Max y yo tenemos alguna diferencia, podemos arreglarlo tranquilamente.

La verdad es que estamos demasiado bien con esto. Luke me ha sonreído y me ha abrazado cuando se lo conté, parece que está viviendo un temor con su nueva chica, hace bastante tiempo que no lo veo así. O bueno, creo que nunca lo he visto así.

Demián también ha estado muy bien con Lesly, de hecho ha estado mucho más atento con ella, y eso que lo era bastante. También me alegro muchísimo por ella, pero...Son sus parejas, el hecho de que yo no sea nada oficial con Max, me desanima un poco, a veces no se qué pensar. No sé si solo quiere que nos conozcamos mas, o si de verdad quiere esperarme hasta que esté lista para una relación o porque él no quiere estar en una relación tan pronto. No negaré que me la paso muy bien con él, mucho, demasiado.

Desde el lunes—o sea, ayer—he venido al piso al salir de la Universidad. Justo ahora estoy haciendo unas de las asignaciones, y la verdad, se me está haciendo muy difícil.

No he hablado con Max sobre las carreras ni las peleas, es algo que ya está olvidado, estamos bien justo ahora y no quiero estropearlo.

Suspiro pesadamente y cierro la libreta, dejándolo en la mesita de vidrio. Maximiliano me mira, curioso.

— ¿Qué pasa?—Me pregunta.

—Nada...o bueno, sí. Es decir...—Balbuceo. El me mira esperando a que termine de hablar. —Tengo mi mente en un desorden y no puedo centrarme en los trabajos.

El sonríe ligeramente.

— ¿Te ayudo?—Enarco una ceja, mirándolo.

— ¿Sabes cómo hacerlo?

—No soy tan inútil como parece. —Se encoge de hombros. El lee mis apuntes con mucha atención y yo lo miro a él. —Ven, ya lo tengo.

— ¿Qué? ¿Ya?—Lo miro incrédula, acercándome a él.

El sonríe un poco, divertido. Me siento a su lado, atenta.

—Tienes que multiplicar estos tres números primero...—Y así empieza a explicarme.

Explica demasiado bien, de hecho muchísimo mejor que mi profesor de matemáticas.

Al cabo de dos horas, termino todo, dejando la libreta en mi mochila y me centro en él chico que está buscando algo de comer en la nevera.

—Déjame adivinar. —El me mira y yo sonrío. —¿No tenéis nada de comer?

El cierra la puerta de la nevera y niega con la cabeza. Se acerca al sofá donde estaba anteriormente y suspira pesadamente.

— ¿Quieres pizza?—Me pregunta, mirándome de reojo.

Niego con la cabeza, divertida.

— ¿Vas a pagarlo tú?—El asiente con la cabeza y me encojo de hombros.—Por mi está bien.

El hace el pedido y yo mientras, miro televisión.

El se sienta a mi lado y es cuando aprovecho a preguntarlo una vez más.

— ¿Cuando vas a enseñarme lo que tienes ahí dentro?—Señalo la primera puerta que ha permanecido cerrada siempre que vengo.

El sonríe ligeramente y me acaricia la rodilla por encima del pantalón.

Luz y oscuridad (¡NUEVA VERSIÓN MUY PRONTO!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora