Capitulos 12

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-Felicidades Señora Argento- la profesora me dio el examen- quédese después para que le firme la libreta-

-Esta bien, gracias- me alejó de la fila para poder abrir el sobre con la nota. Un 10 me recibió apenas la abrí, significa que pase el curso de ingreso y lo promocione. Guarde el sobre en la cartera, saco la libreta y espero pacientemente a un lado.

Algunos lloraban y otros festejaban, muy pocos estaban esperando igual que yo para la firma de libretas.

-¿Y como te fue?-una voz pregunto a mis espaldas, la jueza Irene me miraba expectante.

Resulta que tenemos mucho en común, nos conocimos en la cafetería cuando empezamos a pelear por la tortuguita (tipo de emparedado) luego trajeron más pero ninguna quería renunciar a ese sandwich. Luego trajeron ensaladas de fruta y ambas rápidamente desistimos de ese sandwich por una ensalada. Nuestra acción coordinada nos dio risa y empezamos a hablar. Haciéndonos rápidamente amigas.

Irene daba clases de penal, por ello estaba en la facultad. Yo sin contestar le pasó el sobre para que lo vea, claramente se emocionó más que yo.

-¿Entonces ahora vas a rendir libre?-

-Si, apenas me firme la libreta voy a inscribirme, en una semana empieza la mesa de examen.-

-¿Ya?-se rió suavemente-bueno, suponía que algo así iba a suceder. Toma- me pasó una carpeta y empezó a encender un cigarrillo.

-¿Y esto?- lo leí atentamente dándome cuenta que eran los programas de las materias de primer año- Ay sos un amor, gracias-

-Me tome el atrevimiento de hablar con los profesores de primero, tengo que decir que mi titular no está muy feliz. No te lo va a ser fácil-

-Ya me lo suponía, supongo que te veré en la mesa-

-Podes apostar tu cola a que si, y que seas mi amiga no significa que te vaya a ayudar-

-Tampoco necesito ayuda-dije socarrona.

-Cuando nos encontremos en el juzgado tampoco-reí levemente.

-Nuestros juicios serían express.-

-Definitivamente, todavía no entiendo porque hay jueces y abogados que hacen las cosas tan largas. Te imaginas 20 años en un mismo juicio- nos estremecimos- Por favor, hay una vida allá afuera- Irene y yo compartíamos un pensamiento, la velocidad y agilidad para hacer un juicio. Muchos jueces suelen alargar las cosas pero a Irene jamás le gusto eso y a mi tampoco. Somos mujeres a las cuales le gusta resolver todo de la forma más rápida posible.

-Bueno nena, hablamos después- dije viendo cómo se formaban para la firma de libretas.

-Dale, te veo la semana que viene para la mesa, si tenes alguna duda llámame-nos dimos un beso y cada una siguió su camino.

Una vez que termine de inscribirme en los finales, emprendí camino a casa. En cuanto entro en el living un olor fuerte me recibe.

-Que baranda-sigo el olor hasta el sillón donde estaba Pepe durmiendo la siesta, le huelo dándome cuenta que era él.-Pepe-lo sacudí suavemente, el despertó algo desorientado- Hola amor, escúchame una cosa, te amo y te quiero pero tenes una baranda que ni te cuento. ¿Porque no vas a arriba a bañarte y dejas la ropa que tenes puesta en el tacho de basura? Después podes seguir durmiendo en la cama nuestra.-le dijo lo más amable que puedo sin gritarle por tal terrible olor, huele a vómito.

-Me cago en la puta- subió la escalera quejándose-¡No quiero tirar mi ropa!-se quejó y rezongo.

-Bueno, ponerla en el lavarropas- en eso tocan el timbre. Cuelgo mi tapado y dejo mi cartera en uno de los locker para ir a abrir encontrándome con María Elena.

Transmigre a Casados con hijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora