Capítulo 14: La Luz Del Fénix

4 3 0
                                    

La mañana estaba fría y sombría cuando el grupo de Aiden, Eryk, Lila, Marcus, Seraphina, los magos y guerreros adicionales se acercaron a la entrada de las catacumbas bajo la Montaña de la Sombra. La atmósfera era opresiva, y la oscuridad parecía envolverlos a medida que se acercaban.

—Manténganse juntos y en silencio —susurró Aiden, con sus ojos atentos a cualquier movimiento.

Lila utilizó su magia de ilusiones para hacer que el grupo pareciera parte de la secta oscura. Esta táctica les permitió acercarse a la entrada sin ser detectados inicialmente.

Sin embargo, al cruzar el umbral de las catacumbas, fueron descubiertos. La batalla estalló inmediatamente, con hechizos y espadas chocando en la oscuridad. Los miembros de la secta oscura estaban bien preparados, y la lucha fue feroz.

—¡Defiendan la posición! —gritó Eryk, lanzando un hechizo de protección mientras Aiden desataba una ráfaga de fuego sobre los enemigos.

Los magos y guerreros que los acompañaban demostraron su valía, luchando con valentía y determinación. Sin embargo, las fuerzas de la secta eran numerosas y estaban dispuestas a todo para proteger el amuleto y liberar al Devastador.

El grupo avanzó lentamente, abriéndose paso a través de las filas de enemigos. A medida que se adentraban más en las catacumbas, la resistencia se intensificaba. Marcus y Seraphina luchaban codo a codo, protegiéndose mutuamente mientras desataban hechizos defensivos y ofensivos.

Eryk, guiado por la fuerza de la Llama Eterna, se sintió atraído hacia el corazón de las catacumbas. Podía sentir la presencia del Devastador cada vez más cerca, y la visión del fénix ardía en su mente.

—Estamos cerca —dijo Eryk, con voz firme pero tensa—. Puedo sentirlo.

Finalmente, el grupo llegó a una enorme cámara subterránea, iluminada por una luz oscura y siniestra. En el centro de la cámara, el líder de la secta oscura sostenía el amuleto, recitando un encantamiento antiguo. La figura del Devastador comenzaba a materializarse, una sombra oscura y aterradora.

—¡No permitiremos que completes el ritual! —gritó Aiden, lanzándose hacia adelante con su espada llameante.

La batalla final comenzó. Los miembros de la secta se lanzaron contra el grupo de Aiden, mientras el líder de la secta intentaba proteger el ritual. Lila desplegó sus ilusiones, confundiendo a los enemigos y creando distracciones. Marcus y Seraphina lucharon con una ferocidad renovada, defendiendo a sus compañeros.

Eryk, con el amuleto de luz brillando intensamente, se acercó al líder de la secta. Podía sentir la Llama Eterna ardiendo dentro de él, lista para ser liberada.

—¡Este es el final para ti y tu secta! —gritó Eryk, desatando un poderoso hechizo de fuego que envolvió al líder de la secta.

En ese momento, la visión del fénix se hizo más clara que nunca para Eryk. Sabía que para detener al Devastador, debía liberar completamente la Llama Eterna, pero a un gran costo.

—Aiden —dijo Eryk, mirando a su amado con lágrimas en los ojos—. Debo hacer esto.

Aiden, comprendiendo lo que Eryk iba a hacer, sintió una punzada de dolor en su corazón—. No, Eryk. Debe haber otra manera.

—Esta es la única forma —respondió Eryk, con una voz llena de determinación—. Te amo, Aiden. Siempre estaré contigo.

Aiden, desesperado y con el corazón roto, intentó aferrarse a Eryk—. No puedes hacerlo. No puedo perderte.

Eryk tomó el rostro de Aiden entre sus manos, sus ojos llenos de amor y tristeza—. Aiden, debes ser fuerte. Lo hago por ti, por nosotros, por Eloria. Nuestro amor siempre vivirá en ti.

Aiden sintió que su mundo se desmoronaba mientras las lágrimas caían de sus ojos. El miedo a quedarse solo, a perder a la persona más importante de su vida, lo consumía. Pero también sabía que Eryk tenía razón. El destino de Eloria dependía de su sacrificio.

Con un último beso, Eryk se apartó suavemente de Aiden y levantó el amuleto de luz. Canalizó toda la energía de la Llama Eterna, su cuerpo resplandeciendo con una luz intensa y pura. Un fénix majestuoso emergió de su cuerpo, envuelto en llamas doradas.

El fénix se alzó en la cámara, envolviendo al Devastador en sus llamas purificadoras. La luz cegadora llenó el lugar, y el grito del Devastador resonó en el aire mientras era consumido por el fuego purificador.

Aiden, con el corazón destrozado, vio cómo el cuerpo de Eryk comenzaba a desvanecerse lentamente en sus brazos. Cada segundo que pasaba sentía como si una parte de él se rompiera irreparablemente.

—Eryk, por favor, no me dejes —suplicó Aiden, su voz quebrada por el dolor.

Eryk, con las últimas fuerzas que le quedaban, sonrió débilmente—. Siempre estaré contigo, Aiden. Nunca olvides eso. Nuestro amor es eterno.

Aiden apretó la mano de Eryk, sintiendo la calidez que se desvanecía—. No sé cómo vivir sin ti. Tú eres mi fuerza, mi todo.

Eryk miró profundamente a los ojos de Aiden, sus lágrimas mezclándose con la luz dorada que lo envolvía—. Vive, Aiden. Vive por los dos. Protege Eloria. Sé la esperanza que necesitamos. Nunca olvides que siempre estaré a tu lado, en tu corazón.

Con esas palabras, Eryk se desvaneció en una lluvia de luz dorada, y el fénix se elevó, llevando consigo la esencia de la Llama Eterna. El Devastador fue destruido, y la cámara quedó en silencio, iluminada solo por el resplandor de la luz que se desvanecía.

Aiden, con el rostro bañado en lágrimas, se arrodilló en el suelo, sosteniendo el lugar donde Eryk había caído. Sentía un vacío inmenso en su interior, una herida que nunca sanaría.

Con el Devastador destruido y el líder de la secta derrotado, los miembros restantes de la secta se dispersaron, desmoralizados y vencidos. La luz de la Llama Eterna había purificado las catacumbas, y el amuleto de luz ahora descansaba inerte en el suelo.

El grupo de magos y guerreros, aunque victorioso, se reunió alrededor de Aiden, que estaba arrodillado en el suelo, en el lugar donde Eryk había caído. La batalla había terminado, pero el costo del triunfo pesaba sobre todos ellos.

Aiden, levantando el amuleto de luz, prometió en silencio honrar el sacrificio de Eryk y proteger Eloria con todo su ser. Sabía que la academia debía ser protegida y que la paz debía ser restaurada.

—Te amo, Eryk. Siempre lo haré —susurró Aiden, sus palabras fueron llevadas por el viento mientras se levantaba con el amuleto en la mano.

Con el corazón lleno de dolor pero también de una nueva determinación, Aiden lideró al grupo de regreso a la academia. Sabía que Eryk vivía en cada paso que daba, en cada aliento que tomaba. La llama de su amor ardía en su corazón, guiándolo hacia un futuro que prometió proteger, en honor a su amado.

Ecos De Eloria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora