III

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19:40 p.m. - 13 de septiembre del 2024

Al llegar a casa, Bakugo dejo escapar un suspiro mientras cerraba la puerta detrás de el. Se quitó los zapatos y se dirigió a la cocina para prepararse algo de comer. Mientras esperaba que el agua se calentará para hacerse un te, no pudo evitar pensar en Kirishima y su persistencia para hacerse amigo suyo.

"¿Por qué ese tipo es tan insistente?", se pregunto el rubio consigo mismo mientras dejaba que el vapor del agua caliente llenará la cocina. El no era precisamente el tipo más sociable ni el más fácil de llevar, y la energía sin fin de Kirishima podría haber sido irritante para cualquiera en su lugar.

"Hablaba y hablaba, Dios, nunca se callaba. Ese dientes de tiburón..." se murmuró para sí mismo mientras soltaba una pequeña carcajada.

Pero algo en la actitud de Kirishima había despertado su curiosidad. "Es obvio que alguien no puede ser tan alegre, ¿no?", se dijo a sí mismo. La personalidad ruidosa y optimista del chico era todo lo contrario a él. Sentía que detrás de la energía y la sonrisa de su nuevo conocido había una realidad que Bakugo aún no conocía.

-Maldición, ¿por qué no puedo simplemente decirle que se vaya? -Se reprochó mentalmente, recordando cómo había intentado alejar a Kirishima cuando éste se le pegó en la plaza. Sin embargo, había algo en la forma en que el pelirrojo seguía volviendo, como si realmente quisiera ser su amigo. -Supongo que no todos tienen segundas intenciones.

Se murmuró para sí mismo, recordando las veces en las que había confiado en personas en el pasado y simplemente terminaron traicionándolo. Aunque no estaba completamente convencido de las verdaderas motivaciones de Kirishima.

Bakugo se acercó al balcón y se recostó en el barandal. Por primera vez en mucho tiempo, sentía una calma, como si hubiera sido un día distinto.

-Hoy acabo de perder mi rutina -murmuró, mirando la noche estrellada, permitiéndose una pequeña sonrisa.

27 de septiembre del 2024

Dos semanas después de la comida con Kirishima, Bakugo notó un cambio gradual en su rutina y en su forma de pensar. Aunque al principio había mantenido cierta distancia emocional y cautela, las interacciones con Kirishima se habían vuelto más frecuentes. A menudo se encontraban en el trabajo de Kirishima, se tomaban un café juntos o se encontraban en los días libres del rubio y trotaban, aunque siempre Kirishima iba detrás de Bakugo.

En una tarde de otoño, mientras descansaban en una banca de la plaza después de trotar, Kirishima le hizo una broma a Bakugo, haciendo que este se enojara más de lo habitual.

-¡Dios, Bakugo! Era una broma, amigo -decía el pelirrojo mientras se reía a carcajadas.

-¡Ándate a la mierda, dientes de tiburón! -Kirishima se reía y reía; veía cómo a su amigo le salían los humos por la cabeza. "Parece tetera", pensó el pelirrojo.

-Eres tan ardiente.

-¡¿Disculpa?! -el rubio tomó a su amigo por el cuello mientras le gritaba.

-No, no. Quise decir que echas humo, no, lo que quería decir es que cuando te enojas, tú... Es que... Pareces tetera y -Kirishima trataba de no reírse y a la vez de no mostrar su nerviosismo.

Bakugo lo soltó, mientras lo miraba con desagrado y fruncía el ceño escuchando la explicación de aquel chico que estaba más rojo que su pelo.

-¿Ya terminaste?

-Sí... piedad -respondió Kirishima, tratando de mantener la compostura con una cara de perro apenado.

Bakugo, aunque aún molesto, no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa. Había algo en la sinceridad y la torpeza de Kirishima que le resultaba llamativo.

Bakugo asintió, sintiendo una calidez inesperada en su pecho. Quizás no sabía lo que el futuro les deparaba, pero por ahora, decidió dejar de lado sus dudas y simplemente disfrutar el momento.

La noche comenzaba a caer, y con ella, un nuevo capítulo en la vida de Bakugo y Kirishima. Uno lleno de posibilidades, desafíos y, lo más importante, una amistad que prometía ser más fuerte que cualquier adversidad.

 Uno lleno de posibilidades, desafíos y, lo más importante, una amistad que prometía ser más fuerte que cualquier adversidad

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