Capítulo ocho

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LA AGITACIÓN Y LA MOLESTIA me llenaron cuando Max se fue con una mujer bajo el brazo. Lo observé en el momento en que entró, frente a la música que golpeaba para poner los ojos en él.

-"Oh, qué cara es esa", preguntó Carlos.

Su dedo estaba a punto de clavarse en mi mejilla. Le di la más frías de las miradas antes de observar la retirada de Max. Se había ido al siguiente segundo, y no podía ubicar la extraña sensación que me apuñalaba en el costado.

 
-"¿Qué pasa, Sergio?" preguntó Carlos, su tono cambió, pareciendo más serio.


-"Nada."

Gruñó y cruzó los brazos sobre el pecho. Carlos se acercó más, su metro ochenta y cinco se elevaba sobre mí. -"No es nada".

Déjalo ir. Incliné mi cabeza hacia atrás solo un poco para encontrar su mirada. Él no vaciló. Sabía que sin importar si era directo o no, Carlos seguiría insistiendo.


Bastardo.

 
-"No me lo dirás, ¿verdad? Siempre puedo adivinar" Se inclinó sobre la barandilla, mirando a la multitud.

Lo único que me había llamado la atención ya no estaba allí. Me di la vuelta.

-"Sé que no es la música lo que te molesta". Carlos me pisaba los talones cuando me retiré hacia la parte trasera del club. Necesitaba irme, alcanzar a Max, castigarlo y después preguntarle qué estaba haciendo.

 
El brazo de Carlos cubrió mi hombro, y su boca estaba cerca de mi oído. "¿Es ese lindo policía?"

¿Lindo? Cada fibra de mi ser reaccionó a las palabras de mi hermano. Me giré hacia él mientras envolvía un brazo alrededor de su muñeca. Usé el peso de su cuerpo contra él mientras lo volteaba sobre mi espalda y lo tiraba al suelo.

 
Mi cuchillo estaba en mi mano antes de siquiera pensarlo y cortó el aire hacia el pecho de Carlos.

-"¡Mierda!" Las manos de Carlos envolvieron la hoja de acero deteniendo su descenso.

 
-"¿Estás loco?" Sacudió la cabeza mientras la sangre goteaba, manchando su camisa blanca. -"No importa. Conozco la maldita respuesta"

 
Parpadeé lentamente hacia él. Carlos había dicho que Max era lindo. Estaba claro que mi hermano necesitaba irse. No dejaría que me quitara mi juguete.

-"Sergio, no voy a joderte con tu última obsesión," gruñó Carlos. "Ahora, deja esos juegos".

 
Lo miré a los ojos por otro segundo antes de retroceder. Soltó mi cuchillo y saqué un paño para limpiarlo antes de guardarlo.

 
-"Joder, mis manos están arruinadas". Carlos miró en mi dirección, pero no vi ningún problema.

 
Nos pusimos de pie y Carlos llamó la atención de uno de los hombres que estaban parados en la parte de atrás. Tenía sus manos vendadas en el siguiente segundo mientras contemplaba lo que debería hacer con la mujer que había sido demasiado cariñosa con Max.

Take me apartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora