Capítulo veinticuatro

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—SEÑOR, LO JURO

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—SEÑOR, LO JURO...

Bang. El sonido del disparo cortó cualquier otra palabra que iba a decir. La sangre caliente me salpicó la cara y las manos. Miré mi mano pintada con gotas carmesí y no sentí nada.

Un silbido cortó el aire y aparté la mirada de mi mano para encontrar a Carlos entrando.

Su mirada bailó hacia el cuerpo en la silla.

—Has estado limpiando las filas cada vez más rápido. No podemos reemplazarlos con la rapidez con la que se deshacen de nuestros hombres. —Carlos pateó la silla, y el cuerpo cayó al suelo, añadiendo más sangre al charco que ya decoraba el suelo. —¿Otro traidor?

Asentí. La situación era profunda, pero lo único que pudieron darme fue el mismo maldito nombre. Sargent. Él estaba muerto. Yo mismo me había ocupado de ello y no cometí errores por descuido.

Carlos sacó un cigarrillo y yo le quité uno. —¿Crees que su fantasma nos persigue?

—Él es el último fantasma que me preocuparía. Carlos se rio, pero no pude unirme a él. Últimamente me reía incluso menos que antes.

—¿Entonces el policía que mencionaron es Sargent o alguien con quien trabajó?

Gruñí. —Ya investigué a su ex compañero. Él es quien delató a Sargent. —Su ex compañero era del tipo estricto. La única mancha en su historial fue su asociación con Sargent.

Encendí el cigarrillo e inhalé el humo sosteniéndolo mientras mi mente vagaba. Fue directo a Max, alimentando la ira en mí y eliminando cualquier fatiga que pudiera haber sentido. Tomé el cigarrillo y apreté el extremo encendido contra mi pulgar para apagarlo. Liberando el humo, llamé a algunos de nuestros hombres para que entraran y comenzaran a limpiar.

—Maldición, Sergio —gruñó Carlos mientras miraba mi mano.

Apenas noté el pinchazo. —No te preocupes por eso. Tengo que seguir otra pista.

Me agarró del brazo. —Necesitas dormir.

¿Por qué no podía ver que necesitaba mantenerme ocupado o terminaría haciendo algo imprudente? Como irrumpir en la comisaría y matar a cualquiera que se interpusiera en mí camino en busca de Max. Miré a mi hermano y su agarre en mi brazo se aflojó lo suficiente como para liberarme.

—Sergio, entiendo que estés enojado...

—No entiendes nada. —Me alejé de él. —Estoy haciendo lo que hay que hacer por la familia.

Giré sobre mis talones y salí después de lavarme las manos y la cara. Cada uno de nosotros tenía un trabajo y yo necesitaba volver a concentrarme en el mío. Había dejado pasar muchas cosas mientras me concentraba en Max, pero ese ya no era el caso. Max había dejado claro que éramos enemigos y nada más.

Apreté los dientes. Como cada vez que pensaba en Max últimamente, quería golpear algo o matar a alguien.

—Señor —uno de los hombres levantó mis llaves y las tomé.

Take me apartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora