Capítulo treinta y dos

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-"VAYA, sé con certeza que lleva meses obtener reservas aquí", dijo Max

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-"VAYA, sé con certeza que lleva meses obtener reservas aquí", dijo Max. 

Su mirada rebotó por toda la habitación. El piso estaba despejado de las mesas habituales, y solo una estaba sentada en el medio. Las luces estaban atenuadas y las únicas personas allí eran la banda, un mesero y los chefs.

-"Por aquí, Sr. Pérez", dijo nuestro mesero. 

-"¿Alquilaste todo el lugar?" preguntó Max.

Le hice un gesto para que se sentara y tomamos nuestros asientos. Su cabeza giraba en todas direcciones, aún admirando el lugar. Un enorme candelabro colgaba del techo sobre nuestra mesa. Los pilares blancos estaban envueltos en seda negra y adornados con tul plateado. Los hermosos sonidos del violonchelo y el violín envolvieron la habitación.

-"Cuando dijiste que harías los arreglos, no sabía que lo decías en serio".

- "¿Te gusta?" Yo pregunté.

Max finalmente encontró mi mirada mientras asentía. -"Sí, nadie ha hecho algo así por mí".

Mis hombros se relajaron y la tensión se filtró de mis músculos. Había estado nervioso durante los últimos días por la fecha. Mi mente había sido un desastre. ¿Las cosas que disfruto realmente funcionarían para Max?

Se encogió de hombros. -"Hubiera estado bien yendo a Chili's".

Me estremecí ante la idea. -"¿Por qué tienes que arruinar un buen momento?"

Una risa suave brotó de Max. "Disculpe señor importante, no todos pueden permitirse comidas de cinco platos. Los aperitivos a mitad de precio y la hora feliz pueden ser románticos".

-"¿Cómo puedes decir eso? Es ruidoso, lleno de gente, y sin mencionar la multitud de olores".

No había forma de que pudiera ser romántico, y mucho menos agradable.

La cabeza de Max se inclinó mientras me miraba.

 -"Bueno, sí, pero es una ganga, hay descuentos. Voy a llevarte un día. Es bueno expandir tus horizontes".

-"Prefiero comer en casa donde podamos relajarnos".

-"Bueno, lo que cocinas siempre es muy delicioso, así que supongo que tiene sentido". El camarero se sentó pan en nuestra mesa y se hizo escabullo

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