Capítulo tres

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ESTOY en las nubes o eso creo yo

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ESTOY en las nubes o eso creo yo.

Durante todo el viaje sentí que la excitación fluía a través de mí. Cada parpadeo de su mirada me mandaba pequeños electroshocks en todo el cuerpo, si miraba en mi dirección, la inquietud se apoderaba de mis pensamientos, y con ello lograba sacarme pequeñas sonrisas, se sentía como si estuviera contando una broma interna de la que él no era participe. Los elegantes asientos de cuero de su auto eran geniales, muy sensuales, imágenes de nosotros haciendo de todo en ese auto cruzaron por mi mente.

A mi lado había un monstruo, un temible criminal, Su rostro era bien conocido por la mayoría de los policías, pero para mí era especialmente sobresaliente. Recordé a mi padre mirando estos archivos de casos en el sótano, repasándolos mientras trataba de encontrar alguna  manera de desentrañar a los Pérez. Reconocería ese cabello oscuro y esos ojos color chocolate  con motes verdes casi imperceptibles en cualquier parte. Aunque, se había hecho mayor desde esas fotos, más maduro y refinado, más hombre.

Mierda. ¿Y si te callas un poco Max Emilian? Miré a mi polla rebelde mientras se ponía firme. La prisa, el peligro, y sin mencionar al hombre candente a mi lado fue suficiente para hacer que mi sangre bombeara a esa parte de mi anatomía. No había tenido sexo desde hacía mucho tiempo, estaba seguro de que podría reventarme un huevo si no conseguía un orgasmo esa noche, ¿cómo se vería mi semilla esparcida sobre su lujoso auto?

Mi brazo palpitaba, pero lo ignoré. Ese gin tonic en el bar había acelerado mi pulso generando un mayor bombeo de sangre. Al principio, dolía más, pero ahora se estaba convirtiendo en un tipo de dolor que podría pasar a segundo plano. Con suerte, si lo necesitaba, sería capaz de patearle el trasero si intentaba matarme. Pero ¿por qué lo haría? Por lo que él sabía, yo solo era un tipo con el que se había ligado en su bar. Sergio no tenía idea de que yo iba a ser quien encendiera el fósforo e incendiara a su inútil familia.

El coche se detuvo y miré hacia un edificio alto.

-"¿Un hotel?"

Sergio me miró como si me estuviera diseccionando.

-"Sí. ¿Es eso un problema?"

Sí, es un gran problema. Tenía la esperanza de ir a su casa, ver qué podía encontrar, o al menos saber la ubicación para poder regresar cuando él no estuviera. Un hotel era un problema. No me mostró nada sobre quién era o qué había estado haciendo.

Tal vez todavía pueda usar esto a mi favor. Acércate a él. Él no tiene que saber quién eres.

Le sonreí.

-"No, no hay problema en absoluto", dije mientras agarraba la manija y salía.

Parecía que iba a tener que jugar un poco más. Dio la vuelta al coche y dejó caer las llaves en la palma del valet parking. El joven salió corriendo, pero no antes de que Sergio le pasara lo que parecía una gran propina.

Take me apartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora