Capítulo veinticinco

416 85 22
                                    


 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 

LEVANTÉ una mano y dudé antes de llamar a la puerta. ¿Qué tenía el volver a casa que siempre me hacía detenerme? Respiré profundamente. Todas las alarmas sonaron. Debería darme la vuelta y marcharme. Si mi padre no estuviera amenazando con acudir a Horner por los archivos perdidos, lo habría hecho. No había forma de evitar lo que había hecho.

Mis nudillos golpearon la puerta mosquitera. Me puse un poco más erguido y miré hacia adelante. Una pizca de debilidad y estaría sobre mi trasero aún más. La puerta se abrió con un chirrido. Miré a mi madre. Cuanto mayor me hacía, más pequeña parecía.
 

—Hey cariño. —Ella sonrió, pero la mirada fue forzada. —¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Está papá por aquí? —

Ya sé que lo está. ¿Alguna vez se irá de nuestras vidas?

—Sí, está en la sala. —Abrió la puerta y me dejó entrar. —¿Qué pasa con ustedes dos?

Él no me dirá nada.

Mis labios se apretaron. No sabía qué decirle que no la hiciera mirarme con desilusión en sus ojos.

—Nada —dije brevemente. —Iré a hablar con papá.


—Oh. Okay. —Ella frunció. —Ustedes dos pórtense bien.

 
Reprimí la burla que amenazaba con liberarse. Portarse bien. Nunca había nada agradable cuando nos dejaban a los dos solos. Uno de nosotros siempre lo arruinaba. Entré a la sala de estar y él miró hacia arriba, con una mueca de desprecio en sus labios.
 
—¿En qué demonios estabas pensando?

  Ah, ya estamos empezando. 

Metí las manos en los bolsillos. —Te pregunté...
 
—Sé lo que me preguntaste —espetó. Agarró su bastón y se puso de pie para mirarme. Siempre hacía eso cuando quería intimidar. ¿Había olvidado que había crecido desde entonces? —Te dije que te mantuvieras alejado de los Pérez.

—Sí lo sé.

Él se burló. —No sabes nada de la vida o de ser detective, si lo supieras no me habrías ignorado y habrías hecho lo que nene consentido pensaba que estaba bien
 
Lo miré fijamente. ¿Pensó que yo todavía era un niño? Okay, robarle no estuvo bien, pero ¿tenía que hablarme así?

Echando los hombros hacia atrás, apreté la mandíbula con fuerza hasta que el dolor la atravesó. Agudos pinchazos de dolor centraron mi atención.

—Lo necesitaba para mi investigación —dije. —Hay todo un grupo de trabajo girando en torno a los Pérez, y eso no habría sucedido sin mí. Tengo gente cuidándome las espaldas.
 
—Eso no te asegura nada mocoso —refunfuñó. —Quieres ser una especie de pez gordo, eso es lo que es esto. ¿Quieres jugar al héroe? Lo único que vas a hacer es que te maten.

Take me apartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora