Capítulo once

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MI SANGRE SE ACELERÓ, y los pinchazos bailaron a lo largo de mis antebrazos hastas mis dedos envueltos alrededor de la garganta de Max.

Te extrañé.

Sus palabras me envolvieron como lo hace una serpiente con su presa, apretándome hasta que sentí que no podía aspirar aire.

¿Por qué estaba aquí? Sabía la respuesta a eso y, sin embargo, me negaba a reconocerlo. El dolor floreció detrás de mis ojos mientras mi cabeza empezaba a punzar, signo de que una fuerte migraña estaba por llegar. Mis dedos se apretaron alrededor de su garganta por reflejo, y sus ojos se abrieron como platos. Instantáneamente mi cuerpo respondió, pero me quedé quieto, negándome a ceder ante la constante atracción entre nosotros.

Mi cabeza se inclinó mientras mis cejas se levantaban.

-"¿Qué?"

Max tragó audiblemente su nuez de Adán, acariciando mi palma.

-"Te extrañé."

Me estaba tomando demasiado tiempo el descifrar lo que realmente quería decir. ¿Estaba mintiendo? ¿Me extrañaba o había algo más?

Max intentó levantarse y lo acorrale contra el gabinete, desafiándolo con mis ojos a intentarlo de nuevo.

Se quedó quieto. -"¿Qué? Entonces, ¿está bien que entres en mi casa, pero yo no puedo hacer lo mismo?

-"No."

Las cejas de Max se hundieron. "Eso es una tontería."

No trató de mover o forzar mi mano fuera de su cuello. Fue una buena llamada. No estaba seguro de lo que sería responsable de hacer si lo hubiera hecho.

-"Yo hago las reglas." Presioné mis dedos contra su carne antes de soltar mi agarre una vez más. -"¿Estoy claro?"

La respiración de Max era errática y cuanto más me inclinaba hacia él, mejor olía. Me perdí por un momento en sus ojos azules. Había hecho bien en compararlos con el vidrio porque Max me iba a cortar.

-"Nunca estuve de acuerdo con eso", exclamó Max.

Take me apartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora