Capítulo dos

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LA SUAVE SENSACIÓN del papel contra las yemas de mis dedos mientras pasaba la página era un alivio para el alma como un bisturí cortando lentamente la carne caliente. Las palabras eran una hermosa poesía que cantó a mi alma cada línea, una parte del autor que nunca podría recuperar.

-"¿Qué estás leyendo ahora, Sergio?" preguntó Carlos, reventando efectivamente la burbuja a mi alrededor.

Sabía cómo arruinar un momento perfectamente pacífico. Debería estar acostumbrado a trabajar con mis medios hermanos durante tanto tiempo. No existía el espacio personal, cuando de Carlos se hablaba.

Intenté sumergirme nuevamente en mi libro, esperaba dejar mi mente volar y rodearme del mundo de la ficción, pero no tuve suerte. Una sombra se proyectó sobre las páginas oscureciendo la poesía pura que había estado leyendo. Un pesado suspiro se escapó de mi pecho y salió de mi boca.

-"Que tenemos por aquí, querido hermano..." Carlos intentó arrebatarme el libro.

No toques mis cosas. La agitación se instaló en la boca de mi estómago y se desvaneció con la misma rapidez. Aferrarme a cualquier cosa era casi imposible para mí.

En el momento en que sus dedos tocaron el libro, con un ágil movimiento saqué el cuchillo y presioné firmemente contra su muñeca expuesta. Se quedó inmóvil cuando nuestras miradas se encontraron. Un movimiento en falso y estaría decorando de rojo la oficina de nuestro hermano mayor. Y después del último incidente, dudé que Carlos quisiera pagar otra renovación.

-"¿Es eso necesario?" preguntó Carlos con los dientes apretados.

¿Es necesaria la respiración? Parpadeé lentamente antes de retraer mi cuchillo y colocarlo en aquel bolsillo oculto donde siempre descansaba.

-"¿Por qué te empeñas en molestar a Checo siempre, Carlos?" Fernando entró en la oficina y cerré el libro rápidamente.

-"Solo quería saber que leía, se miraba muy concentrado."

-"Si te envía de vuelta al hospital no me opondré. Toma esto como una advertencia, respeta el espacio de Sergio", dijo Fernando mientras tomaba asiento.

Todo mi escritorio estaba cuidadosamente organizado, cada papel, lápiz, bolígrafo, tenía su lugar específico, así me gustaban las cosas, es así como en el momento en que la mano de mi hermano tocó aquella hoja, contuve el impulso de ponerle una bala en la cabeza. No entendía por que mis hermanos movían las manos al hablar trayendo consigo movimientos en mis cosas, arruinando la organización perfecta que había creado.

Take me apartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora