CAPITULO 3

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Belice

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Belice

Las palabras del coronel provocaron que mi necesidad por él crecieran, mi centro se sentía húmedo, mis piernas me dolían, mi corazón estaba tan frenético y el sentir su hombría tan dura contra mi espalda, no ayudaba absolutamente en nada.

—A mi futura esposa le gusta que le hable sucio —vocifero cerca de mi oído.

—¿Eso creés? —me tragué mi orgullo y sobre todo el deseo que me provocaba—. Lo único que me provocas con tus sucias palabras, son náuseas, por si no lo has notado. Yo no soy como cualquiera de tus tantas mujeres con las que estás tan acostumbrado a acostarte.

Me sorprenda mi valentía, mi fuerza ante el jefe de la mafia...

—Y antes de que digas algo más, tú no eres el tipo de hombre del cual me enamoraría, ni si quiera sabes cómo tratar a una mujer como yo porque claramente estás tan acostumbrado a que se haga tu santa voluntad que te equivocaste de mujer.

Estaba por retirarme cuando me giro y quedé frente a él. Me sentía asustada por dentro.

—¿Piensas que no se tratar a las mujeres?

El coronel agarro mi mentón, yo eche mi cabeza ligeramente hacía atrás para poder verlo a los ojos.

—Por supuesto que sabes tratar a las mujeres... —hice una pausa—. A la quien no sabes tratar es a mí. Ahora sí ya no vas a cenar, me voy a retirar. Que pase una excelente noche Coronel Jeon —hice una reverencia y salí del comedor.

Pensé que nuevamente me detendría, sin embargo no lo hizo y una respiración victoriosa salió de mis labios mientras entraba a la habitación, me tire sobre la cama y las lágrimas nuevamente salieron. Quería romper todo lo que se encontraba a mi alrededor tal y como me rompían a mí. Tenía que reprimir el amor que sentía por Jimin, sentía que tenían que ser pausados mis sueños o lo que quisiera hacer con mi vida.

—Por favor Jimin, yo sé que tú sientes lo mismo por mí... Por favor búscame.

Había llorado toda la noche que no supe en qué momento me dormí

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Había llorado toda la noche que no supe en qué momento me dormí. Sentía la garganta muy seca, sentía que las primeras palabras que salieran de mi boca me lastimarian, quería abrir mis ojos, aunque los mantuve un momento cerrados, lo único que se escuchaba en el ambiente era el canto de muchas aves. No era tan fuerte la luz así que podía jurar que apenas el sol estaba apareciendo, eso significaba que tal vez pude conciliar el sueño solo un par de horas.

EL CORONEL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora