EL CORONEL

♡ME ENTREGARE ♡

JEON.

—¡Eres un hijo de puta Jungkook! Maldita mierda, no sabes cómo disculparte con tu mujer —susurre mientras bajaba al jardín de la entrada, debería dejar de pensar con la cabeza de abajo.

Belice me exitaba tan jodidamente cada vez que me contradecía, me ponía como un maldito desafío el hacerla mi sumisa obediente, y yo era un jodido tirano en hacer que alguien me obedeciera. Quería volverme su única religión, ese Dios al que adorara y le daría todo a manos llenas. Encerrarla en esta jaula de oro era mi plan.

Quería ver sus hermosos ojos suplicando que la cogiera tan fuerte, enredar su largo cabello en mi puño mientras la sometía a mí. Mi mujer era un perfecta malcriada, era de esperarse, su padre le daba todo sin medida, después de todo era su única hija. "Su perfecta princesa".

—¿Estás hablando solo? —escuche cuestionar al cabron de Taehyung, hasta que nos interrumpió uno de mis hombres.

—Coronel Jeon, el último cargamento de armas acaba de llegar, algunos hombres ya están revisando cada arma para comenzar a comercializar, estamos esperando la siguiente instrucción.

—Pasare más tarde por la armería antes de que las guarden, necesito pedirte otra cosa, contrata a algunos jardineros para que planten rosales blancos o cualquier flor que sea blanca, necesito que queden hoy mismo por toda la propiedad.

Había escuchado a Belice gritar que mi casa no tenía flores, sí quería que ella comenzará haber también está como su hogar, entonces debía darle la comodidad y si un puto capricho lo puede lograr entonces estoy decidido a complacerla.

—¡Mierda Jungkook! Todavía no te casas y ya estás recibiendo órdenes de tu mujer —se río entre dientes el cabron—. ¿Quien diría que el Coronel en realidad si tiene corazón? Bien dicen que cuando pruebas el coño de un mujer pierdes la cabeza y te agarran de las bolas.

—Eres un hijo de puta.

Me aclare la garganta, Taehyung era como mi hermano, no hay secretos entre nosotros, yo conozco los muertos que lleva sobre su espalda y el los míos. Se porqué el jamás se casaría. Y aunque tenga todo el puto poder, jamás podría regresar el pedazo de vida que le quitaron.

—Todavia no me acuesto con Belice, y no te diré cuando lo haga —dije al reír —. No hablaré contigo de todo el sexo que tendré con mi mujer una vez que estemos casados, para ella es importante estar frente a Dios.

—¿Entonces? Mmm, supongo que seguirás con la tradición ó ¿No? Piénsalo Jeon, ahora que eres el jefe de la familia deberías quitar esa puta tradición que viene de Europa.

Había olvidado esa estúpida tradición que adoptaron mis ancestros y era que el jefe de la mafia debía desposar a una virgen, porque era el inicio de un nuevo linaje, para demostración de ello, debías mostrar la sabana manchada de sangre después de consumar el matrimonio la noche de bodas.