♡ EL HOMBRE QUE QUIERO♡

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Belice

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Belice

Salí como ladrón corriendo al patio, eso estuvo demasiado cerca. Tenía mis manos pegadas a mi pecho, como si mi corazón se me fuera a caer si dejaba caer mis manos.

¡Dulce Dios!

Tenia que ir a la iglesia y confesarme, ya habia pecado demasiado, y ahora con estas nuevas emociones, la lujuria comenzaba a despertar en mi.

Al estar en el jardín trasero, me di cuenta de la magnitud de la mansión, era realmente enorme, aún no lo había explorado lo suficiente, por ahora el jardín era mi nuevo lugar favorito a lo lejos vi un establo.

—Ojala Arem estuviera aquí conmigo, al menos no me sentiría tan sola.

Con melancolía recordé a mi caballo, pasaba bastante tiempo con él y segyro también me extraña.

—Belice ¿que haces aquí afuera y sin suéter?

La señora Yeyu hizo que diera un brinco al asustarme, no escuche cuando se acercó.

—Esta por anochecer, te puedes resfriar, últimamente no comes bien y debes tener bajas las defensas. El capitán Min se fue muy complacido por la cena, no dejo nada en su plato, la salsa de ciruela estaba exquisita, sabes cocinar muy bien.

—Me alegro que les haya gustado, señora Yeyu me preguntaba si habia una iglesia por aquí.

—Me temo que la iglesia mas cercana, esta a cuarenta minutos de aquí en auto, aunque si sigues ese sendero podrás encontrar una pequeña capilla, ahí descansa la familia Jeon. ¿Quieres que te acompañe?

—No, esta bien, puedo encontrarla sola, gracias señora Yeyu.

Comencé a caminar y uno de los guardias me comenzó a seguir manteniendo una distancia.

Pase por el jardín era enorme, y todo estaba lleno de rosas y plantas verdes, parecía como un pequeño bosque, encontré la capilla, la hiedra ya se había colado por las esquinas y las ventanas, no parecía que vinieran seguido por aquí.

Se sentía una inmensa paz, vi algunas urnas en repisas, seguro eran los familiares del Coronel, tenian algunas flores, estaban marchitas.

Camine hasta estar enfrente de la enorme cruz que parecía ser de oro, no traía mi velo, tampoco mi rosario o mi biblia.

—Padre, necesito decirte todos los pecados que me atormentan, querido Dios —hice la señal de la cruz en mi cuerpo— temo que he pecado padre, amo a un hombre que no será mi marido, pero deseo estar en los brazos del que será mi marido. Se que mi pecado seria Jimin, porque los brazos que deseo son los de mi futuro esposo, el hombre que se supone debo amar. No quiero cometer adulterio padre, no soy capaz dd encontrar el amor en otro himvre que no sea Jimin, es demasiada injusto.

Mis lágrimas comenzaron a caer.

—Por favor Dios, dime que nonte olvidaste de mi, necesito una señal, necesito dejar de sentir esta enorme confusión que lo único que hace es carcomerme el alma. Se que el coronel es un hombre con diferentes convicciones, no lo conozco y por eso me da miedo casarme con él. Soy una mujee que mas de una vez te pidió por su futuro esposo. ¿Como es posible que mis oraciones traerán consigo al coronel? ¿Como puedo estar con un hombre que le quita la vida a hombres que no se, si son santos o pecadores? ¿Como podria pedirte que lo perdones o lo cuides?

EL CORONEL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora