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No tuve tiempo de reaccionar antes de que el señor Ruiz me tirara hacia el como si de un acantilado me estuviera salvando. 

—¡Aléjese de mi hija! —grita furioso.

Christopher consciente de la situación levanta las manos inocente.

—Tranquilo señor Ruiz —suena relajado a pesar de todo —Su hija ha bebido mas alcohol de la cuenta con su amiga y me han llamado para ayudarlas a volver a casa.

Mi padre me fulmina con la mirada como pocas veces he visto y yo solo tengo ganas de lanzar todo tipo de objetos a la cara del de los ojos azules. 

—No te quiero oír —me corta antes de que haga siquiera el intento de explicarme — ¿No es demasiado mayor para ir yendo con jovencitas por ahí? —se dirige a Chris. 

La cara de Christopher Drew es un poema, llega a no ser mi padre y la barbaridad que le suelta es importante.

—Yo no ando con jovencitas, les salvo el culo en todo caso —enfatiza y aunque intenta seguir sonando relajado no lo consigue. 

—Yo no necesito que salven a mi hija de nada señor, era tan fácil como que me llamara.

—Si pero me llamo a mí —clava sus ojos azules en mi padre que se revuelve. 

¿Qué buscaba? ¿Quería que mi padre lo odiara de por vida? 

Lo miro a modo de súplica y por un segundo parece que me entiende. 

—Señor Ruiz —suspira e intenta engullirse algo de su orgullo — Entiendo su preocupación, también tengo un hijo. Han salido muchas noticias sobre mí últimamente y aunque no tengo que dar explicaciones de a quien meto en mi cama, si quiere entro y le explico que es verdad y que no de todo lo que están diciendo.

La sinceridad de Christopher pilla por sorpresa a mi padre que suaviza el gesto y analiza sus palabras con detenimiento. Era un hombre empático y justo, por eso se aparta y deja que ese hombre al que quería matar hace tan solo dos minutos entre en su salón. 

—Ana metete en tu cuarto y memoriza las paredes porque no saldrás en mucho tiempo —me amenaza mi padre pero no me muevo.

Nunca habia desobedecido a mi padre en mi vida pero en aquel momento tenía a los dos hombres que mas quería en el mundo frente a frente y no pensaba perderme esa conversación. 

—Quiero quedarme por favor, luego haré lo que me pidas —digo lo mas humilde que puedo. 

Mi padre me vuelve a lanzar la segunda mirada asesina de la noche.

—¿Qué no has entendido? —escupe furioso.

—Papa, por favor, es mi jefe y tengo derecho a quedarme.

—¿Crees que tienes todavía algún derecho? 

—Ana —me habla Christopher y capta mi atención —No voy a explicarle nada que no te haya explicado ya a ti.

—Cristopher ¿Si no hago caso a mi padre crees que te lo voy a hacer a ti? —pregunto y en el azul de sus ojos puedo ver una motita de cabreo —No voy a marcharme, cuando antes lo entendáis mejor. 

Los dos hombres se miran y hay un punto de comprensión mutua, eran conscientes de que estaban frente a una cabezona contra la que no iban a poder ganar. 

Me entristecía estar desobedeciendo a mi padre pero pensaba recompensárselo con un comportamiento ejemplar de por vida. 

—Siéntese señor Drew —le señala el sofá — ¿O le llamo Christopher como mi hija? 

TUYA (MIA II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora