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Era un lunes a las 9 de la mañana cuando veo el reconocible edificio de Drew&Jones frente a mí.

Una vez más.

Me sentía como un hamster en la misma rueda de siempre dando vueltas sin poder avanzar ni llegar a ningún sitio.

Llevaba una falda blanca, tipo colegiala y una camisa rosa. Sencilla y seria para dar una imagen mejor que la que ya tenían ahi de mi. 

Tras mucho discutir por teléfono con el señor Drew había logrado convencerle de que lo mejor era que yo trabajara en un departamento distintito, en otra planta. No porque no quisiera tenerlo cerca si no porque no pensaba soportar las miradas y los cuchicheos y quería, esa vez de verdad, tomarme en serio el trabajo y aprender algo. 

Solo había aceptado tras muchos gruñidos  de enfado y mi ya táctica infalible de "Jacobo no necesita vernos todo el día juntos". 

Entro y subo de nuevo en ese enorme ascensor pero esta vez me paro en la planta 4, como me había indicado por sms el señor Jones quien al parecer se había encargado de recolocarme en otro lugar de la empresa. Ya me imagino la insistencia de su socio para tenerme lo mas cerca posible.

El comportamiento de Christopher esos días me descolocaba bastante.

Últimamente solo hacía que comportarse como un novio celoso para el que aquello había dejado de significar solo sexo, lo que en el fondo me gustaba mucho pero que prefería no tener muy presente para evitarme luego cualquier tipo de decepción, como de costumbre.

—Creo que tenemos nueva compañera —la inconfundible voz de Jacobo me trae de vuelta a la realidad. 

—¿Me han asignado a tu departamento? —pregunto ilusionada.

No me importaba en absoluto trabajar con Jacobo, es mas, sería una buena oportunidad para limar asperezas y volver a esa amistad que deseaba recuperar con todas mis fuerzas.

—Eso parece, me habré portado muy mal para que Carlos me ordene encargarme de la nueva —bromea aunque no sé muy bien hasta qué punto. 

Le saludo con un abrazo rápido y aún incomodo. 

—Ven, te llevo a tu despacho. 

Le sigo por dos largos pasillos mas hasta llegar a una pequeña habitación con una mesa, una enorme impresora y una ventana que ocupaba media pared. La mesa era larga y estaba prácticamente vacía quitando un ordenador y un teléfono. 

—Antes tenía un cubículo y ahora un despacho ¿Me han ascendido y no me he enterado? —por fin le saco una sonrisa a Jacobo.

—Aquí en herencias vamos sobrados, es lo que hay. Enciende todo y pon tus credenciales nuevas, tendrás muchos correos así que ves poco a poco poniéndote al día. 

Jacobo parecia un jefe muy guay, todo había que decirlo. O puede que fuera la cero tensión sexual que ayudaba a que las cosas fueran así de tranquilas.

La puerta se abre y ambos nos sobresaltamos, Christopher entra con un traje azul oscuro que le quedaba de cine y ya empiezo a babear.

Mira a su hijo con algo de sorpresa mientras él no puede ocultar el desagrado en su gesto. 

—Creo que deberías de tocar la puerta antes de entrar —le riñe Jacobo. 

—Creo que como es mi empresa puedo entrar donde me de la gana. 

Jacobo me mira y hace una mueca de enfado al ver que no decía nada.

No pensaba hacerlo, me había quedado muy claro que en esas batallas que se empeñaba a diario en tener con su padre era mejor permanecer en absoluto silencio. 

TUYA (MIA II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora