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Me levanto tarde. Alargo la mano y el joven torso de Jack está caliente. 

Me froto los ojos buscando una visión mas nítida y miro mi cuerpo desnudo debajo de aquella sabana. 

Recuerdo perfectamente mi llegada allí, caliente y algo animada por el alcohol. 

Recuerdo la manera de Jack de tomar mis labios y comerselos con ansia. Su facilidad para quitarme el vestido y acto seguido desnudarse conmigo. 

También recuerdo la manera en que follamos encima de su cocina, sin tiempo siquiera a llegar a la habitación. Como gemía mas fuerte de lo normal y como conseguí liberarme con él en mi interior. 

El problema es que también recordaba como el vacío de después me avisaba que a todo aquello seguía faltandole algo que no terminaba de entender. 

¿Disfrutaba del sexo con Jack? Por supuesto.

La cuestión no era la falta de placer ni química, de eso teníamos, mas bien era la falta de esa especie de conexión especial, esa que aparece cuando encajas la pieza de un puzzle con otra y ves la perfecta manera en que forman juntas una bonita única parte. 

Se remueve y gruñe estirando los brazos, en una clara señal del inicio de su despertar. Me levanto rápida y me meto en la ducha intentando evitar cualquier conversación mañanera.

Dejo que el agua limpie mi cuerpo y mi mente hasta sentir que quedan casi vacías. Salgo con el pelo mojado y Jack ya prepara un delicioso desayuno en la misma encimera en la que me había intentado hacer suya. 

—Buenos días preciosa —me guiña un ojo y su felicidad contrasta con mi angustia.

Me siento en el taburete delante de él y parece moverse con bastante agilidad.

—Buenos días ¿Otro talento mas que no conocía? —señalo las perfectas tortitas dispuestas en un plato.

—Abogado sexy emprendedor que encima cocina ¿Que mas necesitas? —se burla. 

Ojos azules tan intensos como el océano.

Me riño a mí misma de inmediato y le sonrío como puedo. 

—Jack —corto el ambiente y me mira expectante — Todavía sigo pensando en él. No puedo evitarlo y me esta costando mucho mas de lo que creía. 

Mi sinceridad le pilla tan desprevenido como a mí. Era como si las palabras simplemente se hubieran escapado de mi cerebro hasta mi boca, sin pasar por ningún filtro antes. 

Deja los utensilios de la cocina a un lado y se acerca a mi.  

—Primero, gracias por decirmelo pero ya me había dado bastante cuenta —me informa tranquilo y sin reproches — Segundo, no espero que esto sea de un día para otro. 

—¿No te parece una perdida de tiempo?

—No Ana, sé que mas pronto que tarde te darás cuenta de que te convengo mucho mas y de que puedo hacerte feliz sin tantos dramas y rechazos — empieza algo alterado y suelta mis manos — Dime, si te quiere ¿Por qué no está contigo ahora? ¿Va por ahí pegando a los tios que se te acercan pero no tiene huevos para hacerte suya? Es obvio que lo único que le gusta es ese juego macabro, la mayoría de hombres poderosos de su edad son así.

Sus palabras me hieren, para que negarlo. 

Esa visión de un Christopher egocéntrico, prepotente y mezquino no era en absoluto cierta. O al menos eso quería pensar yo.

—No es así, aunque lo parezca no lo es. 

—¿Y follarse a su nuera no te parece mezquino?

Abro los ojos como platos. 

TUYA (MIA II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora