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Las palabras de Marcus no paraban de revolotear por mi cabeza.

Era exactamente lo mismo que le había dicho la noche anterior a Christopher por telefono. Puede que fuera una simple coincidencia pero con ese señor esas cosas no pasaban.

—¿No te alegras de verme conejillo? —su tono de insinuación me provoca arcadas.

—¿Que quieres? ¿Me estas siguiendo o cual es tu problema? —escupo cada palabra con todo el odio que puedo.

—Oh, ojala, ha sido solo una pequeña coincidencia.

Otra mas, pienso.

—Dime Anita —continúa hablando — ¿Te gustó el vestido que te regale?

Mi pulso se acelera ante su revelación.

Ni siquiera había pasado por mi cabeza esa posibilidad y vuelvo a sentirme estupida por creer que había sido de Christopher.

—Estas a nada de una denuncia por acoso sexual y con todo el divorcio de por medio me da que no te ayudará mucho.

Logro cambiar su expresión triunfal por una mas seria lo que me anoto como una pequeña victoria.

—Estaba siendo cortés, después de aquella desafortunada filtración sé que lo has pasado mal.

—¿La que hiciste tú por que no quise acostarme contigo?

—Yo no filtré ese video Ana, te lo aseguro. No gano nada con ello.

—Desde aquel intento de cena que mantuvimos me quedó muy claro que vas a por Christopher como un perro rabioso, no necesito que vengas con mentiras.

Mencionarlo me provoca una semi punzada de tristeza que logro disimular muy bien.

—Hablando del rey de roma, esta no es su casa y como bien sé la tuya tampoco ¿No me digas que ya te has cansado del señor Drew?

—No creo que tenga nada mas que hablar contigo.

—¿O quizás ha sido él quien se ha cansado de jugar a las casitas con una niña?

Ni siquiera me molesto en responderle y me giro dejandolo hablando solo.

—No te preocupes Ana, de todas formas tu siempre serás de su incumbencia ¿no?

No me permito frenar, no permito que vea ni por una milesima de segundo lo que sus palabras provocan en mi.

Eso no era una coincidencia.

Marcus Klen escuchaba mis conversaciones telefonicas.
O mejor y mucho mas creíble, escuchaba las de Christopher.

Sigo caminando y maldigo en todos los idiomas posibles aquel encuentro.

Ahora sabía una información que no quería saber, que no me afectaba en absoluto pero que era fundamental para el hombre del que estaba enamorada quien por cierto, no me quería ver ni en pintura.

Camino dos manzanas mas intentando ordenar y pensar en todas las opciones que tenía frente a mí.

1. Hablar con Christopher y contarle lo ocurrido.
Descartadisimo.
2. Callarme y borrar aquellas palabras de mi cabeza.
Imposible.
2. Avisar a otra persona y que se encargase de decirselo.
Me valía.

Pido un taxi por telefono y mientras me lleva a mi casa llego a la conclusión de que solo había dos personas a quienes podía pedir algo así. Jacobo y Carlos.

Teniendo en cuenta que el señor Jones ya me había fallado una vez me decanto por Jacobo, a pesar de su constante guerra paternal sabía que en el fondo le preocupaba su padre.

TUYA (MIA II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora