Capítulo 18

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El final

Le entierro el cuchillo, su sangre me salpica y me cubre por completo. Su cuerpo se tambalea y después cae al suelo. Sonrío con perversa satisfacción, me alejo del lugar con sigilo, hasta que siento que alguien me detiene. Volteo a ver y es el sacerdote Igort, yo sonrío porque esta es mi oportunidad de matarlo por haberme engañado.

—Sacerdote Igort, es un placer verlo. Y sin decir nada más le clavo el cuchillo. Él hace una mueca de sorpresa y dolor, se tambalea y cae al suelo.

Me voy del lugar, llego al palacio por el túnel secreto, me quito la ropa ensangrentada y la oculto, después me doy un baño. Me pongo otra ropa y voy en busca de mi dama de compañía, ella tendrá que darme explicaciones. Para mi buena suerte no tengo que buscar tanto ya que está en el jardín, está sentada y con la mirada cargada de miedo.

—Princesa Elena no es lo que parece. La tomo de la ropa y con la ira que tengo le descargo un puñetazo. Su labio empieza a chorrear sangre.

—¡Dime qué mierda hiciste Maddy!

—Su alteza le juro que la emperatriz me obligó a hacerlo.

—¡Pudiste haberme dicho!

—Trate de hacerlo pero su majestad me dijo que tarde o temprano se enteraría de que yo había abierto la boca y me mataría.

La suelto de la ropa y con ira le digo:—Esto lo tiene que saber el emperador.

Ella se me inclina de rodillas y dice:—Su alteza le suplico que no lo haga, juro que la próxima vez se lo diré todo. Pero por favor no le diga nada a su majestad.

—Maddy la próxima vez no habrá próxima vez,¿ está claro ?

—si princesa.

Me voy del lugar, siento que la ira me consume hasta los huesos y se no me controlo cometeré una locura de la que me pueda arrepentir.

Me voy hacia el aren, las esposas de mi papá están riendo y charlando, al verme todas se levantan y hacen la reverencia. Me acerco a la reina Dayana y le digo:—Reina Dayana,¿ y mi hermano Lí?

—Está en sus aposentos princesa.

— tráigamelo

—como ordene princesa. Se fue y yo me quedé esperándola. Cinco minutos después me trae a mi pequeño hermano, lo tomo en mis brazos y me lo llevo de allí. Me dirijo hacia el jardín y me siento en una de las bancas, miro a mi hermanito y se ve tan tierno e inocente.

—Hay hermanito, lamento haber matado a mamá. Yo se que tú no tienes la culpa de lo que hizo. Ella me dañó, y a ti también abandonándote por una estúpida venganza. Solo ruego que no me odies en el futuro y que puedas comprender.

Le doy un beso, pero él está quieto, sus ojitos azules me miran con ternura. Nos quedamos sentados unos minutos más. Después m levanto, y me voy a mi habitación, lo acuesto en mi cama.

Tengo miedo de que algo le pase, haré todo por protegerlo.






***

Al siguiente día sale la noticia de que encontraron al príncipe Arturo muerto junto a su madre, el sacerdote Igort y a una mujer que no identificada.

Yo mientras tanto estaba planeando el siguiente paso, me fui a la habitación de la prometida de mi hermano. Toque la puerta, ella me abrió y  se sorprendió.

Las crónicas de la Emperatriz ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora