CALMA ANTE TODO BY NATHAN

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Los suburbios son mi casa; La basura de la sociedad, mis amigos; Las calles, mi camino; Y la gente, mis trofeos. La noche es mi amiga y compañera, el sol solo alumbra a los limpios de sangre. Buscar y recolectar información es mi cometido. Y estas palabras son mi latido.

― Luiiii, ¿dónde te has metidoooo? – caminaba a paso tranquilo entre las callejuelas mundanas – Sé que estas por aquí.

― Joder, la madre que lo parió, te lo juro Nathan, yo no sé nada – respondió no muy lejos de mí.

― Tú sabrás lo que haces. Sal y no juguemos más al pillapilla que sabes que tienes todas las de perder.

― ¿Si salgo no me harás nada?

― No prometo nada, una pierna o un dedo, a lo mejor no sales ileso. Me estás haciendo perder el tiempo. – me paré frente a un cubo de basura y golpeé suavemente – ¿Hay alguien en casa? – nadie respondió – Vaya, no hay respuesta, no debe de haber nadie. ¿Tú que dices Edgar? – el mapache saltó encima del cubo y empezó a rascar.

― Vale, vale ya salgo – se alzó la tapa saliendo Lui de dentro. – ¡Pero quítamelo de encima!

― Siempre que vengo a hablar contigo acabas metido en un cubo de basura. Supongo que las ratas deben de ser tus amigas. – suspiré mientras recogía a Edgar que seguía dando zarpazos hacia el hombre. – Ahora puedes elegir si vamos a hablar o vas a callar para siempre. ¡Siéntate!

― Vale – tapó el cubo y se sentó encima. – Ya hablo, hablo.

― Ves, hablando todos nos entendemos. Ahora dime, ¿ha venido alguien con información sobre Noir? ¿Qué pregunte o te traiga información? – posé el mapache en sus piernas cosa que hizo que se pusiera muy nervioso.

― Venga, Nathan, sabes tan bien como yo que un informador no puede dar información sobre sus contactos. Tú también eres un informador, anda, enróllate, ya sabes que no puedo relevar sus identidades.

― Así que sí hay personas que vienen por Noir.

― Qué tal si hacemos una cosa. Yo te doy información y a cambio tú me das otra.

― ¿Crees que estás en posición de proponer nada? Las ratas siempre sois así. Veamos que me ofreces.

― Yo te doy nombres y tú me ayudas a entrar en Noir. Hace un tiempo os entregué a Ray Collins, que no hacía más que husmear en los asesinatos.

― ¿Quién es Ray Collins?

― No te hagas el loco, los de Noir se han deshecho de él ¿verdad? ¡Ha sido gracias a mí!

― Si eso es verdad... ¿Por qué tendría que saber yo sobre la misión de otros miembros? – me crucé de brazos – ¿Y tú quieres entrar al grupo? Nunca se busca el mérito por una misión. Te jubilarás antes de conseguir nada, si es que vives para contarlo – respondí sacando de mi americana el silenciador de la pistola.

― Vale, vale, perdón – dijo intentando moverse, pero sin poder por el miedo.

― ¡Nombres! – alcé un poco la voz para que Edgar entendiera que tenía que aparentar más agresividad.

― Sí, sí, aquí tienes, pero aleja esa cosa de mí – se movía intentando evitar los zarpazos y gruñidos del mapache.

― Bien, ves como al final nos podemos entender sin usar la violencia. – dije recogiendo a Edgar.

― Aquí los tienes apuntados. Así que háblale bien a tu jefe de mi ¿vale? – temblaba mientras bajaba del cubo.

― Ya veremos. Por ahora debería agradecerme que no te partiera una mano por haberme hecho esperar tanto por un trozo de papel. – guardé los nombres y dejé a Edgar en el suelo – Ha sido un placer hacer negocios contigo. Espero que sigas recolectando información para nosotros.


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Los asesinos de Noir (Finalizada y Publicada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora