EL OTRO BORIS

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Titular de los diarios estos últimos días: "Ola de asesinatos arremete contra el país."

La comisaría estaba agitada cual avispero, todos arriba y abajo, entrando y saliendo. Aunque los casos se veían como asesinatos, muchos de ellos fueron cerrados alegando ser suicidios o accidentes, pero esa gran cantidad no era algo normal. Llevábamos unos quince casos documentados y a saber cuántos más no habrán sido notificados. Como no podía ser más sospechoso, se sumaba cierta presión desde altos cargos que buscaban callar lo sucedido como si fuera casualidad todos esos "accidentes".

El café me sabía amargo, desde arriba nos prohibían indagar en algunos casos, mi coche estaba en el taller y mi hija acababa de ser ingresada en el hospital, ¿Qué más le faltaba a ese día para volverse peor?

Fui a comer a uno de mis bares favoritos durante la hora del descanso, esperando que eso me levantara un poco la moral, pero ni con el menú especial conseguí animarme. Debía verme muy cabizbajo porque la dueña me invitó al postre.

― Al fin te encuentro, Jake. Llevo toda la mañana buscándote – me habló un hombre mientras se sentaba frente a mí.

― Hombre, ¡Boris! ¿Sigues de vacaciones? – me sorprendí en verle de nuevo.

― Bueno, ya me queda poco de permiso. En nada volveré al campo. No puedo decir que no lo eche de menos. – comentó mientras observaba mis platos vacíos – ¿Llego en mal momento?

― ¡Qué va! Justo acabo de terminar. Llevo un día malo, malo – suspiré.

― ¿Muchos casos? – comentó mientras pedía un café a la camarera.

― Sí, muchos accidentes y suicidios, diría yo.

― Mala suerte, en la guerra eso es algo diario. – agitó el sobre de azúcar esperando aún por su pedido.

― Eso es verdad, pero esto sigue siendo una ciudad tranquila. – rebané el último trozo del pastel gratuito.

Por fin llegó el café y dejó de sacudir la bolsita de azúcar.

― ¿Por casualidad conoces a un tal Lui? – me preguntó.

― Sí – él alzó una ceja – Estaba investigando un caso de desaparición cuando lo conocí. Él estaba rondando el piso del desaparecido, incluso encontramos una carta dirigida al tal Lui. ¿Por? ¿Me has traído razones para poder detenerle? La última vez no lo pudimos pillar.

― Vaya, en este pueblo tan tranquilo como dices, también hay desapariciones. – hizo un largo trago al café sin hacer ruido – En fin, solo lo comentaba porque me encontré con él de casualidad cuando buscaba el paradero de un compañero.

― Vaya, no sabía que aún te quedaban compañeros por aquí.

― Sí, alguno me queda. – sonó indiferente – ¡Ah! Por cierto, he traído esto pensando que era tuyo – me enseñó un trozo de papel con algo escrito.

― No, no me suena. – lo observé más de cerca y con detenimiento. El papel ponía algo de una quedada.

― Vaya, estaba convencido de que era cosa tuya. A lo mejor es alguna broma de alguno de mis camaradas. – acabó el café – Me voy a marchar ya, que aún me quedan cosas por hacer y pocos días más libres.

― De acuerdo, a ver si nos vemos otro día – le despedí.

Al cabo de un rato, salí del bar y me fui al taller a recoger mi coche. Después, rumbo a la comisaría, empezó a sonar un teléfono que había en la guantera y no era mío. Me estacioné.

― ¿Sí? – dudé

― Vaya, si me has contestado es que me has hecho caso.

― ¿Quién narices eres?

― Soy 101 y deberías darle las gracias a Boris de que sigas con vida. Él me dejó tu contacto y gracias a eso te pude informar.

― ¿De verdad, él a...? – se me atragantó la palabra "muerto".

― Así es.

― Pero si hace nada he hablado con él. Era él.

― Pero me has hecho caso y le has disimulado las verdades ¿no? – sonó un pitido raro – Si se ha presentado un Boris idéntico al real, esa persona ha tenido que ser Nathan, apodado el mil caras por su increíble capacidad de volverse otra persona.

― No me lo puedo creer. ¿Sigo en peligro?

― En parte sí, escucha. Debe de tener más personas a las que investigar, ahora harás lo siguiente. Estos días te comportarás como siempre. No hagas nada fuera de tu línea de trabajo habitual y, sobre todo, si vuelve a aparecer ese "Boris", sigue diciendo la verdad, pero camufla tu relación con el laboratorio que investigaste y todo lo que hayas hecho durante ese intervalo. Si ven un solo indicio puedes ir olvidándote de ver otro día. Por suerte, Nathan no mata indiscriminadamente. Te seguirá observando hasta que esté seguro, pero si es cierto que tú le diste escritos a mano, datos sobre Noir... – el pitido se empezaba a hacer más agudo y molesto.

― Entonces ¿¡Qué hago!?

― No queda otra, estoy borrando y cambiando cosas, pero ya te digo, dale gracias a Boris, porque yo no lo pensaba hacer, pero le debía una muy grande a él. Fin del asunto, rompe este móvil y tíralo en alguna basura por separado. Que tengas suerte. – y la pantalla se apagó.

Arranqué el coche y fui hasta el aparcamiento de la comisaría donde disimuladamente coloqué el móvil bajo la rueda del coche y retrocedí partiéndolo en diferentes cachos. Haciéndole casó al desconocido, al volver a mi casa me paré en diferentes zonas a tirar los restos. Aún después de esto, no vivo con miedo, pues ser policía es saber que cualquier momento puede ser el último.

4am:Me pareció ver a alguien en frente de mi casa. El marido de mi hija me llama para avisar de que ha roto aguas. Salgo de inmediato hacia el hospital.


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Los asesinos de Noir (Finalizada y Publicada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora