Dusk till dawn ⇝ Bruce Wayne ✔

˚₊· epílogo

Se escucharon unos pequeños pasos corriendo por la oficina y Elinor levantó la mirada de su trabajo para encontrarse con un niño de seis años y una niña de tres y medio corriendo hacia ella.

—¡Mami! —había gritado el niño.

Elinor sonrió, llevando hacia atrás su silla y recibiendo en sus brazos a su hijos cuando llegaron hasta ella. Ambos se subieron al regazo de su madre para abrazarla con fuerza.

Bruce entró poco después con una notable expresión de agotamiento pero se inclinó para dejar un beso en los labios de su esposa ganándose un pequeño "ewww" por parte de los menores.

—Papá dijo que iríamos a ver el espectáculo de acrobacia que llegó a la ciudad —habló Damian, mirando a su madre con grandes ojos brillantes.

Elinor sonrió, dejando un beso en la frente de su hijo.

—Sólo dame diez minutos y nos vamos, ¿de acuerdo?

Damian asintió bajándose del regazo de su madre para explotar la oficina junto a su hermana. Algo que les gustaba hacer por alguna razón. Por su parte, Bruce se dirigió al sillón y se dejó caer para descansar un momento. Un sutil pero cansado suspiró escapó de sus labios. Elinor lo miró desde su lugar con una pequeña sonrisa pero se concentró en terminar el documento que tenía frente a ella para poder irse.

Exactamente diez minutos después, Elinor se puso de pie tomando su bolso y su saco.

—Vamos —les dijo a su familia.

Los cuatro se levantaron del sillón, los niños con más energía y emoción que el mayor y se dirigieron al auto. Fue un viaje corto hasta los límites de la ciudad donde había una bonita y brillante carpa.

Bruce sacó los boletos que había comprado previamente, en realidad Alfred los había comprado, y los entregó al hombre de la entrada. Se adentraron al lugar y tomaron sus asientos. El par de niños en medio de los dos adultos. Elinor le dirigió una sonrisa a Bruce. Le gustaba pasar tiempo en familia justo como ahora.

Poco a poco todos los lugares se llenaron y en un momento las luces se apagaron para dar inicio al espectáculo.

Los acróbatas fueron iluminados en la parte alta del escenario. Era una familia de tres, el niño se veía bastante joven, aunque mayor que Damian, al menos eso podía notar Elinor. Aunque le pareció encantadora la sonrisa que aquel niño mostraba a la audiencia.

Los adultos fueron los primeros en saltar, dando una pirueta en el aire y cambiando de lugar. Más tarde fue el turno del niño para saltar, dando una increíble vuelta en el aire y cambiando de lugar entre sus padres.

Los trucos y vueltas en el aire continuaron durante un par de minutos. Los niños parecían extasiados de emoción, aunque los adultos no se quedaban atrás.

El niño regresó a la plataforma y los dos adultos se prepararon para volver a saltar. Sin embargo, cuando tomaron la barra para impulsarse, ambas cuerdas se rompieron y los dos adultos cayeron al suelo. Lamentablemente no había ninguna red de seguridad debajo de ellos.

Elinor abrazó la cabeza de su hijo para cubrir la vista y Bruce lo hizo con su hija. Se escucho un fuerte y doloroso grito del niño que seguía en la plataforma alta.

—Llévalos a casa —le había dicho Bruce.

Elinor no tuvo que escucharlo dos veces cuando estuvo de acuerdo y se levantó de su asiento con sus dos hijos. Aquello había sido realmente horrible.

Los tres llegaron a casa. Los niños estaban algo confundido por haberse marchado tan repentinamente pero se olvidaron cuando Alfred les dijo que la cena estaba lista y corrieron a tomar asiento.

—Bruce me dijo lo que pasó, es horrible —habló Alfred en voz baja.

Elinor tenía el ceño fruncido en preocupación.

—Fue horrible y el grito de ese niño... —sentía que su corazón se apretaba en su pecho— Debería regresar con Bruce.

Alfred asintió.

—Tal vez eso sería lo mejor. Yo cuidaré de los niños.

Elinor le agradeció y se apresuró a salir del edificio para regresar con Bruce. La carpa de antes ahora estaba llena de patrullas y policías. Pero también se había llenado de camarógrafos y reporteros.

La chica suspiros a sabiendas de que no sería fácil volver a entrar tan fácilmente. Sin embargo, se percató de la figura del jefe Gordon en la entrada de la carpa y se apresuró a llamar su atención. El hombre frunció el ceño pero le dijo al policía que le permitiera pasar.

—Lo siento —se disculpó Elinor— Bruce está adentro.

—Sí, lo vi hace un momento —se aclaró la garganta y rascó nerviosamente su nariz— en realidad, está hablando con Dick. El niño acróbata —explicó— no quiso hablar con ningún policía pero parecía cómodo hablando con Bruce.

Elinor suspiró más tranquila.

—¿Puedo ir a verlos?

—Seguro.

Elinor se adentró al lugar y pronto encontró a Bruce junto a aquel niño. Ambos estaban sentados en los asientos de hasta en frente. Dick tenía una manta en sus hombros mientras hablaba entre dientes con Bruce. El mayor había puesto una mano en la espalda del niño de manera protectora. Elinor se acercó más hasta que ambos levantaron la mirada pero Dick se apresuró a mirar el suelo de nuevo. Por otro lado, Bruce la miró. Elinor entendió esa mirada, una súplica y una petición silenciosa. Al final Elinor suspiró y asintió.

—Bien —artículo con sus labios.

Bruce sonrió con tristeza y miró de nuevo al niño.

—Esta es mi esposa, Elinor —el niño volvió a levantar la mirada para ver la chica y esta vez no se apresuró a desviar la mirada— se que esto es difícil, Dick. Pero si quieres puedes ir con nosotros un tiempo. No creo que quieras estar solo en un momento así.

Dick miró a Bruce a los ojos. Sus propios ojos estaban rojos e hinchados.

Elinor conocía esa mirada de desesperación. Ya no tenía nada ni a nadie más en el mundo. Elinor tomó asiento al otro lado de Dick y lo atrajo para un suave abrazo. El niño se puso rígido por un momento pero enseguida se relajó ante el suave toque de la mujer. Y sus lágrimas volvieron a estallar.

—Lo sé, cariño —susurró Elinor, apretándolo un poco más contra su cuerpo— esta bien, puedes llorar todo lo que quieras.

Para Dick fue muy difícil el proceso de adaptación pero todos habían sido muy amables con él y lo hacían sentirse parte de la familia. Y eso le gusto. Le gustó mucho más de lo que le gustaría aceptar.