1. Cazada

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Stella jadea corriendo como loca por el bosque en Suiza. Su respiración se aceleraba más al compás de su corazón al saber que estaba en territorio de la bestia.

Apolo había profanado su escondite hace unas cuantas horas por lo que sin duda estaba cerca. Olvidando el pequeño detalle de que Apolo era cazador y podía habitar perfectamente los bosques.

Este año no se libraría de la caza de Apolo, Hermes, Ares, Hades y Poseidón. Ellos eran los primeros en la lista de acosadores de Stella… Y ya no se hable de los sátiros, Priapo y el Dios Pan.

Pudo tomar aire por fin cuando se apoyó en un árbol pero no por mucho tiempo. Si Apolo llegaba a olerla, le daría caza y la atraparía.

Stella, sin apellido, era una semidiosa hija de Atenea y un mortal. Ante su condición, llevaba siglos escondiéndose en un búnker de la segunda guerra mundial que Selene, la luna, le había revelado... Durante siglos había permanecido segura todo el verano encerrada, pero nunca se imaginó que Apolo iba a encontrarla tan pronto.

Le llamaban "La caza". Cada solsticio de verano, los sádicos Olímpicos se dedicaban a buscar a semidiosas para hacer con ellas atrocidades y por lástima, Stella era la primera en la lista de muchos de ellos.

Atenea, como hija de Zeus y diosa de la sabiduría había hecho la promesa de retirarse a los bosques junto con las ninfas para desarrollar su conocimiento y conservar su virginidad. Pero, un día, mientras bebía agua a orillas de un río, un pastor se acercó con su rebaño de ovejas.

Las ninfas le dijeron que era común verlo aquí y que por supuesto tenía un aspecto bastante masculino y atrayente.

Eros no se hizo esperar y los flechó a ambos. Y de esa unión, salió Stella. Una preciosa bebé que nunca había sentido y tocado los rayos del sol o el agua del mar…

Pudieron esconderla los primeros años pero fue inevitable que los descubrieran empezando a perseguirla y asesinando ante sus ojos al amor de su vida, al padre de Stella.

Atenea la mantuvo oculta hasta que Stella alcanzó la inmortalidad... Pero un día, por mala suerte, hirieron, atraparon y encerraron a Atenea condenándola a pasar una eternidad entre rejas por aquella promesa rota.

Los dioses se tomaban muy en serio las promesas y jugaban a su antojo con los absolutos.

Ahora Stella tenía que seguir por su cuenta yendo de país en país, de continente a continente, buscando el sitio idóneo para su supervivencia. Estuvo a salvo en aquellos países donde no daba el sol, no había mar, no había guerra... Porque en donde diera el sol Apolo estaría, en donde hubiera mar, ríos o hasta lluvia... Poseidón estaría, en donde hubiera guerra, estaría Ares...

De alguna y otra forma, Apolo la había encontrado y ahora la seguía de cerca. Cuando volvió al refugió notó que algo no estaba bien, pues había serpientes por todos lados, pitones para ser exactos.

Las pitones no la atacaron, sino que advirtieron a Tom que ella estaba ahí. Tan pronto como miró los ojos brillar de las serpientes, se echó a correr perdiéndose en el bosque.

El frío infernal la estaba matando lentamente. Aunque no podía morir, sentía dolor, hasta era más sensible que un mortal común y corriente. Sentía que iba a reventar como no parara pero tenía que seguir corriendo.

Tenía que seguir hasta encontrar una salida próxima pero todo parecía indicar que este bosque serían kilómetros y kilómetros sin civilización.

Y eso que Suiza parecía una excelente opción. Pero ¿un lugar sin bosques? ¿el desierto? Podría ser, pero el sol brillaba ahí la mayoría del tiempo y con el sol brillando... Apolo/ Tom la encontraría en cuestión de minutos.

𝕯𝖎𝖔𝖘 𝕲𝖗𝖎𝖊𝖌𝖔. ꜰᴛ ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora