20. Eclipse.

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Paris sonreía de lado mirando los cadáveres de los semidioses que estaban en el otro bando.

—¿Y ahora qué? —preguntó un hijo de Poseidón.

—Pues... Pronto acabaremos con ellos.

—¿Cómo? Ya casi lo hemos intentado todo. Invadir el Olimpo no nos dará el poder.

Paris subió su mirada hacia el cielo despejado. Sonrió ampliamente.

—Vamos a quitarnos a Apolo y a Stella del camino, definitivamente.

—¿Cómo?

Paris sonrió.

—Habrá un eclipse total dentro de poco.

—Sí, ¿y?

Paris colocó su mano encima del hombro del semidiós.

—Quítale el sol al dios del sol y conocerás el caos, Apolo tiene que morir. Paralizaremos el eclipse... Así que su solecito no volverá a reanimarle el culo.

—Pero... Pero Apolo es un dios, no puedes matarlo solo con quitarle el sol.

—Claro que puedo. Apolo es como una panel solar: si no hay sol, no funciona.

~

Stella estaba recostada en el pecho de Apolo en su preciosa y majestuosa habitación.

Habían llevado a Alejandro a Atenas y habían vuelto inmediatamente al Olimpo para quedarse juntos.

—Deberíamos estar entrenando—murmuró Apolo acariciando el brazo de Stella, hasta encontrar sus dedos y entrelazarlos—. Todavía hay trabajo que hacer en este cuerpo debilucho. ¿Te imaginas a ti como una preciosa guerrera griega? —apuntó con un dedo a su pene e hizo como que se levantara, Stella le pegó en el hombro pero acabó por reírse.

—Es que estoy tan bien aquí —sonrió Stella. — ¿Tú no?

—Claro, claro que estoy genial contigo aquí. Pero estamos en guerra estrellita, y van a tratar de atacarnos, tenemos que tener todo pensado.

—Ya... Pero es que esta habitación es genial.

—Pero ¿No es un poco raro que el cristal acabe tan abruptamente y no te deje ver el atardecer?

—Oh, Stella. Me encanta que me hagas esa pregunta.

Stella siguió mirando al techo.

—Aunque no lo parezca, todo en esta habitación es perfectamente lógico y racional. Menos tú, claro—se rió—. Mira, ¿Ves que el techo se divide en cristal y piedra? Pues sigue como modelo la proporción áure. El canon más perfecto que hay en la naturaleza, sin ser creación divina o humana. Y mis cosas, mi cama, mi mesa, mi habitación en general corresponden a constelaciones, asteri mou.

—Oh, ¿En serio?

—Claro, pequeña. Y que no se deje ver el atardecer tiene sentido. Mira; cada atardecer... Es la muerte del sol, el ocaso. Es por eso que es tan bello. Nos ha dado un día fantástico y para despedirse nos deja un espectáculo a veces inolvidable. Pero al ser su muerte, una parte de mí, mi energía, mi todo se va con esa muerte... Sé que Selene es buena pero nada como mi sol. La noche me deja en incertidumbre, en misterio...Y yo como el dios de la luz, necesito sol. Así que cada amanecer, es como un nuevo comienzo, una nueva esperanza. El sol es tan caprichoso que para mantenernos con ganas de él, se va y nos deja en incertidumbre, para luego volver. Es como si un amigo finge su muerte: "Eh, tío. Estás tan feliz de verme otra vez que ya se te olvidaron los rencores".

—Eso es precioso, Tom.

—Lo soy, lo sé.

—Y vuelve el imbécil... —suspiró Stella.

𝕯𝖎𝖔𝖘 𝕲𝖗𝖎𝖊𝖌𝖔. ꜰᴛ ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora