7. Afrodisíaco

84 9 2
                                    

Tom se acostó al lado de Stella para mirarla.

Ser el dios de tantas cosas tenía muchas ventajas. Ser el dios de los médicos hizo que pudiese sanar a Stella lo más rápido posible.

Y es que cada cardenal, cada hueso roto, cada rasguño construían ese furor homicida que explotaría en la cara de todos dentro de muy poco.

Y ahí Tom sería una máquina de matar sin botón de apagado.

Estaba dormida y herida pero estaba viva. Era lo más impotente ahora.

No había permitido que los demás entraran para verla porque la quería sólo para él, quería protegerla sólo él. Nadie más.

Tom la tomó de la cintura y la acunó él, para que no tuviera frío.

Stella le gustaba de verdad. Estaba tratando de ser racional pero es que le podía su mirada de niña buena.

No se parecía a Atenea, concluyó observando su precioso rostro, sin duda se parece a su padre... Lo que sí es inimitable son los ojos.

Sonrió respirando profundamente y abrazándola para que entrara en calor con el cuerpo de él.

—Has sido muy afortunada, pequeña traviesa—. murmuró Tom respirando pesadamente y cerrando los ojos encontrando la paz a su lado, al lado de su pequeña estrella.

Abrió los ojos repentinamente al sentir que Stella se movía, como si tratara de acomodarse. Él sonrió por la tremenda ternura que le ocasionaba la semidiosa.

Volvió a abrazarla y se dispuso a quedarse ahí hasta que se despertara.

Pero pasaban los días y las semanas... Stella no despertó.

Stella estaba atrapada en una especie de lugar extraño.

Sus heridas se habían curado, su piel ya no tenía marca alguna de que el tornado Ares había pasado por ella... Pero no pudo despertarse.

Stella no entendía en dónde estaba. Lo último que recuerda es que Ares levantó el puño cuando ya había saciado sus deseos carnales con ella, asestó una tremenda puñalada que acabó con su estado consciente.

Y de ahí, se despertó en medio de un desierto... Era todo muy oscuro, era todo muy sombrío. ella caminó y caminó... Pero no encontró nada... Nada de nada.

Después de caminar durante horas, cayó en un sueño dentro del sueño, y volvió a despertarse... Esta vez estaba en un pantano, y estaba siendo absorbida por las arenas movedizas... Por un golpe de suerte, estaba cerca de un montón de ramas que sobresalían de un árbol muerto, así que pudo tomarlas y salir... Para seguir caminando sin rumbo.

Hasta hoy.

Nadie sabía qué pasaba con Stella y por qué no despertaba, Tom no se había movido de su lado en ningún momento, estaba tan aterrado porque si Stella había entrado en coma, tendría que ser sacrificada...

Tal como indicaba la tradición "Los seres inconscientes no sirven". Y Stella estaba siendo inútil ahora mismo.

Zeus no sabía qué pasaba, estaba tan perdido como Tom... Hasta que un día Stella se despertó.

Ocurrió un día.

Tom dormía con ella como de costumbre, abrazando su cuerpo con firmeza contra el de él. Le gustaba sentir la presencia de Stella lo más cerca posible, así que aprovechaba a descansar las horas de luna para tener más energía a la salida del sol.

De pronto, sintió una mano delgada agarrarse a su bíceps, y otra a su pecho... Como si quisieran alejarlo...

Abrió los ojos para encontrar a Stella parpadear confundida...

𝕯𝖎𝖔𝖘 𝕲𝖗𝖎𝖊𝖌𝖔. ꜰᴛ ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora