9. El Hades

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Stella se despertó en el suelo. Estaba llena de tierra y observó su ropa. ¡Fue de imbéciles irse a dormir desnuda! Debió vestirse adecuadamente ya que en el Hades aparecía siempre con un ligero vestido blanco.

Era demasiado transparente y parecía la moda entre las almas.

Se levantó descalza y con un dolor de cabeza irremediable. Miró a todos lados y supo que tenía que abrirle la puerta a Tom

Frunció el ceño recordando lo que le había dicho Hades. Así que sin más gritó:

—¡Tom!

~

Tom estaba esperando pacientemente fuera de la cueva que conducía a la tetera del diablo, por lo tanto... Al Hades. Estaba ante el sol, cerrando los ojos y con las venas en oro cálido mientras que ahorra el máximo de energía posible.

Abrió los ojos al oír su nombre dentro de la cueva, era su Estrellita, su luz al final del túnel.

—iStella! —gritó de vuelta.

Stella por su parte lo escucho perfectamente.

—¡Tom!

Stella levantó la cabeza para ver que arriba de ella se había abierto una especie de brecha que conducía a la cueva. Estaba demasiado alta como para que ella pudiese salir pero Tom podía entrar por ahí sin problemas.

Segundos después, la cabeza castaña de Tom salió por la abertura.

—Joder Stella, ha pasado una noche entera, ya es de día aquí. ¿Estás bien?

—Sí, salta. Tenemos un trabajo que hacer.

—¿No crees que ese vestido es demasiado transparente?

—¡Perdona que sólo baje aquí después de follar!

Tom se rió sentándose al borde del enorme agujero en el medio de la cueva. Sólo tendría que saltar y ya estaba dentro del Hades.

—Está demasiado alto—murmuró.

—No te va a pasar nada —dijo Stella—. Aquí estamos muertos, Tom. Aquí no podemos morir más de lo que ya estamos.

Tom mordió su labio aún más acojonado de lo que estaba y saltó hasta caer. Tuvo que agacharse para recuperar el equilibrio. Stella le ayudó a levantarse para que encima de sus cabezas, el agujero desapareciese.

—¿Qué cojones es esto?

Estaban en un sitio terrible para Tom. Era como un largo desierto y ahí arriba, había un cielo, tratando de imitar al del mundo real, con un sol artificial y todo.

—Hades lo hizo para su esposa. Tenemos que ir hacia ahí —apuntó a un enorme palacio que estaba al fondo del todo—. Ahí está Perséfone y ella nos dirá cómo llegar a Orión.

—¿¡Eres tonta!? Si no fuese porque los ojos se me van a otros lados por tu vestido, ya te hubiera dado un golpe en la cabeza, Hades ni Perséfone pueden saber que buscamos a Orión y a Victoria.

Stella se cruzó de brazos y apretó los dientes.

—¿Y a dónde vamos, señor sabelotodo?

—¡A los Campos Elíseos! Ahí van todos los héroes y los semidioses.

—¿Y dónde están?

Tom abrió los labios y Stella asintió varias veces.

—Soy el dios del conocimiento, dame unos minutos para acordarme.

Stella arqueó una ceja y miró a todos lados. Ese sitio trataba de ser hermoso, lo más parecido al mundo real... Pero era todo lo contrario... Era horrible. Era como que todo estaba deformado, añadiendo ese sol artificial y lo molesto que era...

𝕯𝖎𝖔𝖘 𝕲𝖗𝖎𝖊𝖌𝖔. ꜰᴛ ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora