4.Salvada.

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Nunca había disfrutado tanto de unos labios como estaba disfrutando de los de Tom.

Stella jadeó separándose, aferrándose a ese pequeño atisbo de cordura mirando esos ojos mieles, un dorado cálido que la dejó sin habla un momento pero sacudió la cabeza centrándose en que era Apolo, el dios del que estaba huyendo...

Sin embargo, Tom ladeó la cabeza frunciendo el ceño. Nadie. Nadie. Nadie se había podido resistir a sus encantos y con Stella había usado la artillería pesada.

Estrellita sí que era especial.

Stella se apartó colocándose al otro lado de la habitación mirando a la ventana, justo en donde le daba el radiante sol. Y miró hacia abajo.Su corazón se detuvo al ver que estaban a miles de metros por encima de las nubes. Miró al cielo y sólo había sol...

¿En dónde estaban?

Tom creyó que Stella era la única chica que hoy podía ser besada pero a los cinco minutos pensar en la existencia trascendental de los cangrejos.

Stella la llamó Tom.

—¿En dónde estamos?

Y Tom sonrió.

—Estás disfrutando de mi sol, ¿Verdad? — dijo de manera burlesca.

Y Stella quiso gritar que efectivamente... Estaba loca por sentir los rayos del sol. Era algo que tenía prohibido desde que nació. Y es que a Stella no le importaba mantenerse alejada de las tormentas, el mar o la guerra...

Pero tenía que aceptar que de una u otra manera, ansiaba tocar el sol.

—Oh, wow —se rió Tom —. Pues parece que acerté. ¿Nunca habías sentido el sol,  Stella?

Sintió sus dedos rodeando sus brazos transmitiendo oleadas de calor que la hicieron estremecer.

—¿Nunca habías sentido el calor que te proporciona el sol?

Sus labios tocaron el cuello de Stella dejándola petrificada.

—¿Te gustaría estar siempre a merced del sol? Pues yo puedo iluminarte todos los días de tu vida. Sólo tienes que decir que sí, Stella. He estado todo este tiempo persiguiéndote para que seas mía durante mucho tiempo... Pero si tu no quieres, tendrás que permanecer aquí, rodeada de escoria como Orión y Paris...

Stella retrocedió definitivamente haciendo que de la garganta de Tom saliese un gruñido de frustración mientras apretaba los puños.

Tom  la miró y sin decirle nada se dio la vuelta y se dispuso a irse dejando encerrada a Stella.

—Mujeres —bufó—. Sean ninfas, Amazonas o semidiosas nunca las voy a entender. ¡Que ya tengo mucho con entender quién soy yo como para entender a la hija de Atenea!

Tomó la puerta entre sus dedos y le echó un último vistazo.

—Stella —sonrió de manera irónica—. Que el secuestro te sea leve.

Y cerró la puerta tan fuerte que dejó a Stella plantada. Lo malo es que ella no iba a estar ni 24 horas en esa habitación ni en ese cuartel de semidioses.

~

Merenheit caminaba de arriba abajo explicando el plan a todas las semidiosas y semidioses. Ahí estaba el precioso Paris y su hermano Orión haciendo lo mismo con todos los semidioses que podían.

Esa misma noche escaparían de ahí gracias a Victoria, hija de Hermes, que volvería para salvarlos a todos y llevar a cabo una rebelión contra los olímpicos abusadores.

Merenheit lo habló previamente con Hades y tenía todo su apoyo. Ese sí que era un buen dios... No como el pervertido de cabello castaño y ojos dorados que la miraba desde la puerta hablar con un semidiós.

𝕯𝖎𝖔𝖘 𝕲𝖗𝖎𝖊𝖌𝖔. ꜰᴛ ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora