13. Incógnitas

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Apolo se despertó parpadeando múltiples veces sintiéndose muchísimo mejor. Miró a su lado, a su Estrellita. Sonrió mirando su espalda. Lo que no sabía, es que Stella levaba horas despierta.

Pensaba en lo triste que estaba debido a lo traición. Creía que Merenheit y Paris eran sus amigos. Probablemente no le cayese bien a los demás semidioses pero jamás imaginó los lanzarían por un acantilado.

Tom sonrió abrazándola fuertemente haciendo que Stella riese.

—Hey—murmuró sonriente Tom—. ¿Ya estabas despierta o te desperté?.

Stella se dio la vuelta para acurrucarse en sus brazos. Dios, menos mal. Volvía a estar cálido.

—Ya estaba despierta.

Tom la abrazó tomándola del trasero para atraerla más a él. Ella se rió y se acurrucó en su cuello.

—Ya vuelves a estar cálido —dijo Stella.

—Lo sé. Dormir me ha dado mucha energía. Pero nada como el sol. Ahora sí, nena... Ahora estoy dispuesto a darles una patada en el trasero a esos cabrones. Paris es un fraude y Merenheit una cualquiera... Voy a disfrutar clavándoles una flecha hasta que se...

— Tom — murmuró Stella—. Todavía no sueñes... Tenemos miles de kilómetros por delante.

Tom le acarició el rostro y la tomó con ambas manos para mantenerla.

—Mi amor, todo va a estar bien. Nadie va a volver a herirte. ¿Qué tal están tus heridas? ¿Quieres que te las cure del todo? Creo que tengo la energía necesaria.

—El pie roto estaría bien—murmuró Stella—. Hey... ¿Por qué no me curaste antes?

Tom suspiró y la besó en la frente:

—Además de que eres una testaruda y no te dejaste... Quiero que tu cuerpo se acostumbre a curarse solo. Si yo hiciera desaparecer todas tus heridas, tu cuerpo sería pasivo. Y a la hora que te pase algo grave, no te curarías en la vida. Quiero hacerte más fuerte, pequeña. Si...

Hubo un silencio. Tom apretó los dientes y bajó el tono:

—Si no te vas a casar conmigo... Quiero que seas fuerte por tu cuenta.

Fue tan doloroso decir eso que su pecho sentía una opresión tremenda. Tom tuvo que alejarse para respirar y hasta se sentó en la cama sin poder mirarla

Sin decir nada, quitó todas las mantas de encima de Stella y ahí estaba su pie roto mal vendado. Colocó ambas de sus manos alrededor del pie y en pocos segundos, como nuevo. No más huesos rotos.

—Hmmm... Voy a... A... Ya sabes... A buscar el sol...—murmuró levantándose para ir hacia la trampilla y abrir.

Era verano en Suiza. No significaba mucho ya que había muy poco sol, pero Tom había pillado de casualidad el mediodía. Así que con bastante alegría dijo:

—Te echaba de menos, compañero. Adivina, nuestra pequeña Estrellita no nos quiere... Probablemente porque seamos unos pesados y unos calenturientos... Pero somos unos pesados calenturientos con muchas ganas de amar... ¿Verdad?

Miró al suelo mientras recibía el calor del sol encima de él. Sus venas empezaron a brillar en un dorado precioso, dentro de muy poco volvía a la carga... Y no le gustaría a Paris ni a Merenheit.

Stella se quedó sentada en la cama. Su cabello estaba despeinado y le dolían los rasguños... Pero le dolía más el corazón.

Zeus... Siendo la hija de Atenea y siendo tan tonta... Algo tuve que hacer en la otra vida porque no lo entiendo...

𝕯𝖎𝖔𝖘 𝕲𝖗𝖎𝖊𝖌𝖔. ꜰᴛ ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora