Epílogo 2

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El sonido de las risas infantiles llena el jardín mientras los niños corren y juegan bajo el sol. Paula, ahora de 10 años, dirige una pequeña pandilla de amigos en una frenética búsqueda del tesoro. Su energía es inagotable, y su risa demasiado contagiosa.

Desde la terraza, observo la escena con una sonrisa. En mis brazos, sostengo a nuestra nueva incorporación, un bebé de pocos meses que duerme plácidamente ajeno al bullicio de su alrededor. Ezra está a mi lado, su brazo alrededor de mis hombros, su mirada cálida posada en nuestra familia.

—Es increíble cómo ha pasado el tiempo—digo en un susurro, acariciando la cabecita del bebé—Parece que no fue hace mucho cuando yo llegué a este país

—Sí, parece que fue ayer cuando Paula era así de pequeña—responde Ezra, besándome suavemente en la frente.

Paula, al notar nuestra mirada, se separa de sus amigos y corre hacia nosotros, su hermoso cabello castaño ondeando detrás de ella.

—¡Mami, papi! ¿Podemos mostrarle el jardín a Mateo?—pregunta emocionada.

—Claro que sí, pero con cuidado—respondo, ajustando al bebé en mis brazos.

Paula se acerca con delicadeza y mira a su hermanito con adoración.

—Te vamos a enseñar todo, Mateo—le susurra—, vas a ver qué divertido es este lugar.

Ezra y yo compartimos una mirada llena de amor y complicidad. No podríamos estar más felices. Nuestra familia ha crecido y el amor que compartimos solo se ha multiplicado.

Más tarde, después de que los niños se han agotado de tanto jugar y el sol comienza a ponerse, Ezra y yo nos sentamos en la terraza, el bebé dormido en su cuna cercana y Paula acurrucada entre nosotros.

—Hemos hecho un buen trabajo—dice Ezra, acariciando mi brazo.

—Sí, lo hemos hecho—respondo, apoyando mi cabeza en su hombro.

El futuro se ve brillante.

—Alice me llamó, vendrá a pasar unos días con su esposo y los niños—Me informa con una sonrisa

—A veces te veo y se me olvida que eres un anciano—Me burlo

Ezra arruga su frente y opta una postura desafiante

—Así que eso piensas, ¿Para ti soy un anciano?

—Pero uno muy sexy, sin duda—Respondo dejando un delicado beso en sus labios—El abuelo más sexy del mundo

—Mi edad no parecía importarte cuando me estabas embaucando—Bromea fingiendo inocencia

—Claro cariño, porque yo fui la que te embaucó a ti, tú solo eras un pobre señor dedicado a sus cosas hasta que llegó una muchachita sin escrúpulos y te engatusó

—Exactamente

Le doy un golpe en el hombro a modo de queja

Cuando la temperatura comenzó a descender despertamos a Paula y la llevamos al interior de la casa para evitar que se resfriase, disfrutamos de una tranquila cena en familia y luego la niña desapareció en su habitación donde a menudo le gustaba pasar tiempo leyendo, mientras Ezra se encargaba del bebé me pasé por la habitación de Paula para revisar que todo estuviera en orden

—Mamá, ¿Cuándo viene Alice?—Me pregunta curiosa

—Sin duda eres una niña muy chismosa—Le regaño—En un par de días

—Papá dice que tenemos eso en común

Ante su comentario no puedo evitar contener la risa

—Pues dile a tu padre que no lo vemos muy molesto cuando le contamos algún chisme—Me defiendo

Me despido de mi hija y la dejo sola para que pase tiempo consigo misma, en el pasillo me encuentro a Ezra quien tiene el monitor del bebé en las manos

—Paula está leyendo—LE digo en tono sugerente

—Mateo ya está dormido en su cuna—Responde de la misma forma

Entramos a nuestra habitación cerrando la puerta con seguro a su paso. Ezra me toma de la mano y me atrae hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de amor y deseo, mi nariz puede percibir su olor y su cercanía jamás ha dejado de despertar cosas en mí.

—¿Sabes?—susurra cerca de mi oído—. Nunca dejaré de sorprenderme de la mujer tan increíble que eres.

—Y yo nunca dejaré de sorprenderme de lo afortunada que soy de tenerte a ti—respondo, acariciando su rostro.

Nos fundimos en un beso un poco desesperado. La vida con dos niños puede ser caótica y llena de desafíos, pero nunca hemos dejado nuestro amor a un lado, me encanta disfrutar el tacto de su piel desnuda, de las cosquillas que me hace su barba cuando me besa y del calor que provocan sus manos cuando tocan mi cintura.


El padre de mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora