Secretos al aire/14

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Vi a Erick sentado en las escaleras, iluminado por la luz del atardecer, que destacaba sus facciones enigmáticas. Erick tenía una mirada profunda y penetrante, con ojos verdes esmeralda que parecían contener un universo de secretos. Su cabello tenía destellos de avellana,como si estuviera salpicada de un toque divino, ondeando ligeramente con la brisa de la tarde y su rostro estaba marcado por líneas de determinación y experiencia. Tenía una mandíbula fuerte y bien definida, que destacaba su aspecto decidido y masculino.
   Su cuerpo estaba esculpido por años de entrenamiento y experiencia en el campo de batalla, con una musculatura poderosa que se apreciaba incluso bajo la ropa. Emitía una aura de confianza y seguridad en sí mismo, como si estuviera acostumbrado a controlar cualquier situación. A pesar de su apariencia intimidante, había una suavidad en su expresión cuando miraba hacia mí, como si guardara un lado más tierno y vulnerable bajo su exterior duro y reservado. Un escalofrío recorrió mi espalda al acercarme a él, como si estuviéramos envueltos en un aura de misterio que nos unía. Nos quedamos en silencio por un momento, pero el peso de su mirada me atrajo hacia él de una manera que no pude resistir.
   Me senté a su lado, sintiendo la electricidad entre nosotros mientras nuestras miradas se encontraban en la penumbra de la noche. Había algo en la forma en que me miraba, una intensidad que hacía que mi corazón se acelerara. Sentí un cosquilleo en la piel cuando su mano rozó la mía, enviando una corriente de calor a través de mi cuerpo.
   El viento susurraba secretos a nuestro alrededor, como si el universo estuviera conspirando para unirnos en ese momento. En medio de la incertidumbre y el peligro, encontré un refugio en su presencia, una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que estábamos juntos en esto, que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío que se nos presentara.
   En ese momento, con el tranquilo resplandor del sol desvaneciéndose, me sentí más viva que nunca. Y aunque el futuro seguía siendo incierto, sabía que mientras estuviera con Erick, sería capaz de superar cualquier cosa que viniera en nuestro camino.
   Estaba junto a Erick, la suave brisa acariciaba su rostros mientras el sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo con tonos dorados y anaranjados. La tensión entre nosotros era palpable, como una corriente eléctrica que fluía entre sus cuerpos, atrayéndolos irremediablemente uno hacia el otro.
   Me detuve junto a él, incapaz de apartar la vista del espectáculo que se desplegaba ante nosotros. La belleza del paisaje parecía palidecer en comparación con la intensidad de la emoción que sentía en ese momento.
   —Es hermoso —murmuré, apenas consciente de mis propias palabras.
   Erick se volvió hacia mí, sus ojos verdes brillaban con una intensidad que me dejó sin aliento. Me sumergí en su mirada, sintiendo cómo sus ojos penetraban en lo más profundo de mi alma.
   —Sí, lo es —respondió con voz suave, su tono cargado de una emoción apenas contenida.
   Me acerqué a él, sintiendo el calor de su cuerpo cerca del mío. Nuestros corazones latían al unísono, como si estuvieran sincronizados en un mismo compás.
   —¿Qué es lo que sientes, Karin? —preguntó, con una voz llena de tensión apenas contenida.
   Erick extendió su brazo con delicadeza, ofreciéndome un refugio en su abrazo mientras el sol se sumergía en el horizonte. Me sentí atraída hacia él de manera irremediable, como si su presencia tuviera un imán que me atrapaba en su órbita. Con un suspiro apenas perceptible, me recosté contra su pecho, sintiendo el latido de su corazón resonar en mi interior.
   Cada contacto entre nuestra piel era como una chispa que encendía una fogata de emociones en mi interior. Bajo el resplandor del crepúsculo, nuestras miradas se encontraron en un juego silencioso de deseos y promesas. El roce de su mano en mi espalda era reconfortante, una conexión tangible que eclipsaba cualquier duda o temor.
   Sus brazos me rodearon con ternura, como si quisiera protegerme del mundo exterior y envolverme en su cálido abrazo. Cerré los ojos, dejándome llevar por la sensación de seguridad que emanaba de su presencia. En ese instante, el tiempo parecía detenerse, y éramos solo él y yo, compartiendo un momento de intimidad bajo el manto estrellado del cielo.
   A pesar de las complicaciones y los peligros que nos rodeaban, en ese momento todo parecía posible. Éramos dos almas perdidas encontrando refugio una en la otra, anclados en el presente y dejando que el futuro se desvaneciera en un segundo plano.
   —Erick, yo...
   Antes de que pudiera terminar su frase, el sonido de unos pasos interrumpió su conversación. Ambos se separaron, sorprendidos por la llegada inesperada de Hemlock, cuya mirada reflejaba una mezcla de asombro y confusión al verlos juntos bajo el atardecer.
   Me sentí extrañamente incómoda, como si de repente hubiera despertado de un sueño profundo y me encontrara en un lugar desconocido. No podía entender por qué me sentía tan atraída hacia Erick, un hombre al que apenas conocía y que, hasta hace poco, me había parecido un completo desconocido.
   —¿Qué está pasando aquí? —preguntó Hemlock, su voz cargada de incredulidad.
   Miré a Erick, buscando alguna respuesta en sus ojos verdes que parecían contener un mundo de emociones inexploradas. No sabía qué decir, cómo explicar lo que estaba sintiendo en ese momento, esa confusión abrumadora que amenazaba con consumirme por completo.
   —No lo sé —murmuró, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que estaba pasando dentro de ella.
   Hemlock los observó en silencio durante un momento, su expresión un enigma impenetrable. Me pregunté qué estaba pensando, qué estaba sintiendo en ese momento. Pero una cosa era segura: nada volvería a ser igual después de este encuentro bajo el atardecer.
   Salí del lugar con la cabeza gacha, sintiendo un nudo en la garganta y una pesada carga de vergüenza sobre mis hombros. Cada paso que daba parecía más difícil que el anterior, como si estuviera arrastrando todo el peso de mis errores conmigo.
   Traté de evitar el contacto visual con Hemlock y Erick, temiendo lo que pudieran pensar de mí después de lo ocurrido. Sentía sus miradas clavadas en mí, como dagas penetrantes que atravesaban mi alma y desnudaban mis pensamientos más íntimos.
   Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, el rubor subiendo por mis mejillas mientras me apresuraba por el pasillo, deseando estar en cualquier lugar menos allí. Quería desaparecer, alejarme de toda aquella vergüenza y confusión que me envolvía como una densa niebla.
   Anhelaba la soledad, un momento de paz en el que poder reflexionar sobre lo sucedido y encontrar la fuerza para seguir adelante. Pero por ahora, solo podía seguir adelante, enfrentándome a mis errores y esperando encontrar la redención en algún lugar del camino.
   ―Vaya, vaya. Parece que las cosas se están poniendo interesantes aquí  —comentó Hemlock con sarcasmo, arqueando una ceja mientras observaba la escena.
   —Lo siento, Hemlock. No era mi intención...Erick se disculpó rápidamente, sintiéndose incómodo por la situación:   
   ―No te preocupes, Erick. Sigue así, a ver si lo consigues —respondió Hemlock con una sonrisa burlona, cruzando los brazos sobre el pecho.
   Confundido por la reacción de Hemlock, Erick frunció el ceño y preguntó con curiosidad
    —¿A qué te refieres?
   Hemlock se encogió de hombros con indiferencia, manteniendo su expresión enigmática.
   —Nada importante, solo sigue adelante y veremos qué pasa.
   Erick asintió, aunque con cierta reserva, y decidió cambiar de tema para aliviar la tensión. Mientras tanto, Hemlock, en silencio, luchaba con sus propios pensamientos, preguntándose qué demonios estaba haciendo al permitir que todo aquello sucediera.
   Subí las escaleras con paso pesado, sintiendo cada escalón como si fuera una carga adicional sobre mis hombros. Mis pensamientos se agolpaban en mi mente, una mezcla confusa de vergüenza, confusión y una pizca de esperanza, que apenas podía aferrarse en medio de la tormenta emocional que me envolvía.
   Al llegar al baño, cerré la puerta tras de mí con un suspiro de alivio, sintiendo un poco de privacidad por fin. Mis manos temblaban ligeramente mientras me despojaba de la ropa, dejándola caer al suelo en un montón desordenado. La sensación del agua caliente me llamaba, prometiéndome un refugio momentáneo de todas mis preocupaciones y dilemas.
   Entré en la ducha y dejé que el agua cálida me envolviera, sus caricias reconfortantes aliviando la tensión de mis músculos y calmando mi mente agitada. Cerré los ojos y me sumergí en la sensación, permitiendo que los pensamientos se desvanecieran por un momento mientras me perdía en la tranquilidad del momento.
   El vapor se acumulaba en el aire, envolviéndome en una bruma suave y reconfortante. Me quedé allí un rato, dejando que el agua corriera sobre mi piel, lavando no solo la suciedad física, sino también la carga emocional que pesaba sobre mí.
   Cuando finalmente apagué el agua y salí de la ducha, me sentí un poco más ligera, como si hubiera dejado parte de mis preocupaciones detrás de la cortina. Me envolví en una toalla suave y me enfrenté al reflejo en el espejo, buscando una señal de fortaleza en mis propios ojos cansados.
   Bajo la cálida cascada de agua, dejé que las lágrimas se mezclaran con las gotas que caían sobre mi piel. Mis sollozos eran ahogados por el sonido del agua, pero en mi mente resonaban con una claridad dolorosa. Me sentía abrumada por la confusión, por la mezcla de emociones que parecían luchar por dominar mi corazón.
   ¿Cómo podía ser que en medio del caos y el peligro, mi corazón encontrara espacio para dudar, para desear algo más allá de la supervivencia inmediata? No entendía cómo podía sentirme tan atraída hacia Erick, con su mirada intensa y su presencia reconfortante, mientras que al mismo tiempo me encontraba intrigada por la misteriosa aura que rodeaba a Hemlock.
   Las lágrimas se mezclaban con el agua que caía sobre mi rostro, un reflejo de la tormenta interna que me envolvía. Me sentía perdida en un mar de emociones turbulentas, sin encontrar una salida clara, sin saber en quién confiar, en quién creer, en quién permitir que mi corazón se abriera.
   Mis manos se aferraron al azulejo frío de la pared de la ducha, buscando desesperadamente algo tangible en medio de la confusión que me consumía. ¿Cómo podía entender lo que sentía por dos hombres tan diferentes, en circunstancias tan extrañas y peligrosas? ¿Cómo podía encontrar la claridad en medio del caos que era mi vida en ese momento?
   Lágrimas continuaron cayendo, sin respuesta a mis preguntas, pero al menos, en ese momento, en la ducha, encontré un breve respiro, un instante de paz en medio de la tormenta emocional que me rodeaba.
   Después de unos minutos, me sentí lo suficientemente calmada como para salir. Apagué el agua y salí de la cabina, envuelta en una toalla suave. Mis pensamientos seguían danzando en mi mente, pero al menos había encontrado un breve respiro de la tormenta emocional que me había abrumado momentos antes.
   Me sequé el cuerpo con cuidado y me puse una bata antes de salir del baño. Al abrir la puerta, me encontré con la mirada preocupada de Erick, quien había estado esperando fuera. Sus ojos verdes reflejaban una mezcla de ternura y preocupación mientras me observaba salir del baño.
   —¿Estás bien? —preguntó con voz suave, acercándose para poner una mano reconfortante en mi hombro.
   Asentí, aunque no estaba segura de si era cierto. Mis emociones seguían siendo un torbellino interno, pero al menos había logrado encontrar un momento de calma en la ducha. Me sentía agradecida por la preocupación de Erick, por su presencia reconfortante en medio de la incertidumbre que rodeaba nuestras vidas en ese momento.
   —Sí, estoy bien —respondí, intentando sonar convincente.
   Erick me miró con atención, como si tratara de leer mis pensamientos en mi rostro. Sabía que no podía ocultarle nada, que podía ver a través de mis palabras falsas y encontrar la verdad en lo más profundo de mi ser. Era a la vez aterrador y reconfortante tener a alguien que me entendiera tan bien, que estuviera tan cerca de mi corazón incluso cuando no sabía cómo enfrentar mis propios sentimientos.
—Si necesitas hablar, estoy aquí para ti —dijo Erick con sinceridad, retirando su mano de mi hombro pero manteniendo su mirada fija en la mía—. No estás sola en esto, Karin. Estamos juntos, pase lo que pase.
   Sus palabras me reconfortaron más de lo que podía expresar. Saber que tenía a Erick a mi lado, dispuesto a apoyarme en los momentos difíciles, me dio una sensación de fuerza y ​​esperanza que no había sentido en mucho tiempo. Aunque todavía estaba luchando con mis propios sentimientos y confusiones, al menos sabía que no estaba sola en esta batalla.
   Después de un momento, nos separamos y me dirigí hacia mi habitación para recoger algunas cosas. Necesitaba un momento para mí misma, para procesar todo lo que había sucedido.

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