Pov Chiara.
Llevé mis manos a la cuerda que ataba la bata, sin apartar los ojos de Violeta, la dejó caer a nuestros pies. Violetamiró profundamente a mis ojos, tan intensamente que podía sentirme débil. No sabía si estaba bien, acabo de hacer lo que realmente quería esa noche.
- Si no lo quieres así, me detengo. -le dije inclinándome para aspirar lentamente el aroma de la piel de su cuello.
Ella tenía una linda esencia, un dulce aroma mezclado con la frescura que acababa de salir de la ducha. Besé su cuello y llevé las manos a la cintura sacudiéndola con fuerza contra mí.
- ¿Quieres esto, Violeta?. -le susurré, ella cerró los ojos para sentir mis labios sobre su piel. -Sé mía esta noche. Dime, ¿quieres esto?
- Sí quiero. -Violeta susurró casi en un gemido.
Viajé por la línea de su columna vertebral, con una de mis manos hasta que llegue a su cuello, donde delicadamente enlazó mis dedos en sus cabellos oscuros tirando su cara hacia la mía. Tomé el cuerpo desnudo de Violeta contra la pared fría, haciendo a la mujer jadear cuando sintió mi cuerpo presionado contra el suyo.
- Yo sé que lo quieres, no es necesario decir nada más. Sólo siente. -susurré lenta y sensualmente en su oído.
Retirando un par de hebras de cabello, dejando su cuello a merced de mi boca, que se movió en él dejando besos y prolongados chupetones. Su piel morena era tan suave y sensible que el enrojecimiento se hizo más visible. Podía sentir los vellos de su cuerpo erizarse justo en el momento exacto que mi lengua se deslizó sobre su pulso con un poco de presión.
Violeta deslizó sus pequeñas manos por mi espalda, clavando las uñas en la tela húmeda de mi blusa. A medida que subía con los besos desde su cuello hasta el lóbulo de su oreja succionando con apuro. La morena se quedó sin aliento, dejando escapar un gemido que casi me dejó completamente mojada.
- Quítate eso ahora. -susurró la mujer perdida en el deseo.
Solté una sonrisa maliciosa a Violeta, que me miraba con esos ardientes ojos marrones tan familiares.
- ¿Por qué no me la quitas tú, Hódar?
Violeta no se hizo del rogar, llevó las manos a los botones de mi blusa y los desabotonó de uno en uno, sin apartar su mirada en mí. Cuando ella terminó, la mujer llevó sus manos hasta mis hombros retirando lentamente la tela de mi cuerpo, admirando cada parte de mi cuerpo desnudo. Me sentía caliente, en fuego bajo su mirada sumergida en la lujuria.
Ágilmente toda la ropa estaba en el suelo, dejándonos completamente desnudas en esa habitación oscura. La penumbra de la noche la hacía ver tan atractiva, destacando sus sinuosas curvas bajo la poca luz que las lámparas ofrecían.
Besé su boca intensamente, y Violeta correspondió de la misma manera. Ella separó sus labios permitiendo el paso de mi lengua que se deslizó sobre ella con hambre. Estamos batallando por quien domina y yo gané. Maldita sea, ella era buena besando. Sus manos se movían arriba y abajo a toda prisa, presionando mi cuerpo contra el suyo. Rápidamente guié a la mujer conmigo a la cama pequeña de la habitación.
Tiré el cuerpo de la morena en la suave cama severamente. La miré ahí, pidiéndole a Dios que no fuera un sueño, porque si así fuera yo no quería despertar hasta hacer a esa mujer mía.
Me arrastré sobre ella, encajando nuestros cuerpos de manera tan perfecta que no podía evitar el gemido ronco que escapó de mis labios.
Intercambiamos miradas intensas y calientes, que era increíble la conexión que llevamos a cabo a través de ellas. Besé sus tan delicados labios, y seguí desde su cuello hasta el valle de sus pechos turgentes. Violeta jadeó cuando sintió mi boca alrededor de su pezón. Yo los succioné con un abrumador deseo que hizo a la mujer gemir, apretando sus dedos en mi pelo en suplica.
- ¡Oh cielos, Chiara! Por favor. -Violeta gimió, inclinándose hacia delante, ofreciéndome más de su cuerpo.
No dije nada, sólo seguí mi trabajo. Deslizando la lengua por su piel suave, succionando su pecho, mientras la otra mano masajeaba el otro con cierta agresividad que hizo que la morena se retorciera. Estaba hambrienta, hambrienta de su cuerpo que por tanto tiempo se escondía de mí. Dejé los rojizos y extremadamente sensibles pechos de Violeta, para bajar a su suave abdomen, distribuyendo besos y mordiscos en él.
- Eres tan maravillosa, señorita Hódar. No voy a ser capaz de detenerme. -dije entre besos.
La mujer se retorcía casi en suplica por los besos que fueran hacia abajo, donde su placer sería más intenso. Pero todavía no era el momento adecuado. Seguí con el mismo ritmo, no quería que ese momento fuera puro sexo. Por alguna razón desconocida, sentí que sería algo importante.
Llevé mis labios desde su vientre hasta alcanzar su húmedo centro. Me perdería mil veces en el cuerpo de esta mujer. Lentamente besé la parte interior de los muslos, deslizando mi lengua por su ingle. Violeta se sentó sobre sus codos, mirándome casi enojada por dicho retraso. Sonreí bajo su mirada, saboreando divinamente su delicioso sabor.
- ¡Oh, Dios...!. -dijo la pelirroja cuando de un solo golpe saboreé su húmedo centro.
- Clama a Dios, Violeta, sólo te dejaré ir cuando esté agotada.
La succione con toda la voluntad que me poseía. Violeta se retorcía de una manera agradable, convirtiéndome de una manera extraordinaria. Sus uñas se clavaron por encima de mi hombro hasta que encontró mi cabello el cual jalo, causando un dolor agradable que simplemente me empujó a seguir. Me mantuve firme en sus muslos, dejando a una mujer completamente abierta a mí, para luego tomar su clítoris entre mis labios. Violeta arqueó su cuerpo, mirándome con una expresión de placer que me tenía loca. Deslicé mi lengua sobre su manojo de nervios y de manera constante.
- Usted es deliciosa, señorita Hódar.
- ¡Oh, Chiara! Eso... -gimió.
Dejé ir uno de sus muslos, y deslicé mis manos por su abdomen para llegar a uno de sus pechos, que cómodamente tomé un pezón entre los dedos. La mujer gimió instantáneamente con mucho deseo, por lo que me sentí débil, que me podría correr con sólo escuchar sus gemidos tan sufridos, y a la vez tan agradable. Jesús, este era mi fin.
- Nece..., necesito... más... por favor. -dijo la morena en agonía. Sus manos, tarde o temprano se apretaron a la piel de mis hombros.
Con las yemas de mis dedos, separé los pequeños pliegues de su mojado centro. Lamiendo una vez, dos veces, tres veces su sexo lentamente, dando al mismo tiempo masajes a su clítoris sin prisas. Las manos de Violeta descansaban sobre las sábanas blancas, sus mejillas rojas y caí en una corta y pesada respiración.
- Dime, ¿quieres más?. -le susurré.
Violeta asintió rápidamente, sin decir absolutamente nada.
- ¡Habla! Dime lo que quieres.
La pelirroja me miró, sus ojos eran oscuros y ardientes. Por algunos instantes ella me recordaba a Isabel. Pero yo no pensaría en ella ahora, Violeta estaba allí.
- Dime. -dejé escapar un pequeño soplo de aire en su palpitante sexo.
- ¡Oh, Dios, hazme tuya Chiara!
Se me escapó una sonrisa involuntaria, al oír estas palabras de una boca tan dulce, era como entrar en caminos diferentes. Violeta Hódar podría ser tan atractiva como Isabel.
Pasé los dedos, que se sumergen en el centro húmedo, para después ir a su clítoris hinchado donde masajeé con un poco de presión, no sería suficiente para hacerla llegar. Vi su agonía, su desesperación por llegar a la cima, no la torturaría más. Metí mi dedo índice y medio dentro de esa mujer quien abrió la boca en una perfecta "O" cuando ella me sintió dentro de ella.
- Chiara... -ella susurró débilmente.
Violeta se mordió los labios, trayendo sus manos que estaban en las sabanas hasta sus pechos. Ese sería la vista del paraíso, si hubiese uno. Mis dedos entraban y salían de ella a una velocidad constante, y para aumentar la intensidad de su orgasmo la chupe.
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The Stripper - Kivi
Fanfiction¿Se han imaginado tener dos vidas? ¿Ser dos personas al mismo tiempo? Apuesto a que sí. Pero entre pensar y vivir hay una diferencia muy grande, creo. Imaginemos... Violeta, una mujer dulce y dedicada. Isabel, sexy e imponente, ¿cuál elegirías tú...