26. Peleas y reconciliación

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Pov Chiara.

No podía creer lo que acabo de hacer. Acabo de rechazar una buena y placentera noche de sexo puro con Isabel Hódar.

Dios, caminé de un lado a otro en el corredor, pensando en la idea de regresar y tomar a esa mujer en mis brazos. Pero ¿y Violeta? No importa cuánto enojo sienta esta noche, no haría una traición como esa.

¿Sería traición? No tengo nada con Violeta. ¿O si...? No lo sé.

Sacudí mi cabeza mientras salía del "Imperium". El ruido de la sensual música se quedaba atrás, dejando solo el silencio de la noche. Necesitaba poner mis pensamientos en orden. Necesitaba entender qué estaba pasando dentro de mí.

Entré a mi carro suspirando. Recargue mi cabeza en el volante tratando de callar mis pensamientos. Me iría a casa y trataría de dormir, esa sería la mejor opción. No importa que tanto quisiera estar con Isabel, me gustaba Violeta y era con ella con la que quiero estar.

Encendí el carro dejando ese lugar al que tal vez nunca regresaría. Manejé alrededor del centro de Miami pensando en la idea de pasar por Violeta. Seguro el problema con Denna ya se había resuelto, me tomó como una hora pasar en frente de su edificio.

Pasaba lento en el carro y pude ver dos mujeres que eran más que familiares. Una de ellas sabía que era Violeta. La pelirroja usaba el mismo vestido que usó hace unas horas en la cena. Y ¿a lado de ella?

Me acerqué un poco más con la ventana cerrada y no era posible. No lo quería creer.

Ruslana abrazando a Violeta por un largo rato y ella le respondió de la misma forma. ¿Entonces ese era el problema con Denna?

Sentía una urgencia por bajar del auto y enfrentarlas, pero no podía hacer eso. Era mejor que eso. No importa cuánto enojo sintiera, por el momento no diría nada. Me quedé unos minutos más mirando la escena hasta que Violeta soltó a Ruslana y miró hacia mi auto. Maldición. Se dio cuenta.

Aceleré el vehículo saliendo de ese lugar sin mirar atrás. Estaba enojada, me sentía como una tonta. Era por este tipo de cosas que odiaba enamorarme.

¿Estaba enamorada?

No.

No.

No.

Estaba enojada conmigo misma por ser lo suficientemente estúpida para negarme a una noche con Isabel. Mi voluntad era regresar al club y cogerla hasta que no pudiera más. Pero no lo haría. Solo trataría a Violeta fría y cortante como ella se merecía.

•••

Mal humor, enojo y paciencia.

Esas tres palabras definieron ese día. Tomé un sorbo del whiskey más fuerte como desayuno y partí a Industrias Oliver. El tráfico era del demonio como mi estado de ánimo. Cerré mis ojos y las imágenes de Ruslana y Violeta se hicieron presentes, como en las horas que no pude dormir esa noche.

Mierda.

Toqué la bocina una, dos, tres veces para el carro oxidado que estaba enfrente. Si no tuviera dinero para comprar un carro mejor se hubiera quedado fuera de las calles.

Minutos después me estacioné en mi lugar presidencial y fui hacia el elevador. Los empleados corrieron hacia sus respectivos lugares como siempre. Caminé entre ellos con una mirada fuerte. Entré al elevador y en el piso 10 vi a Denna y ella entró.

- Buenos días, señora. -la mujer me saludó pero no le contesté.

Y después de unos pisos el beep del elevador me avisó que ya había llegado a donde yo quería.

Salí del elevador y miré a la pelirroja que estaba sentada en su escritorio. Pasé a lado de ella sin hablar.

Entré a mi oficina azotando la puerta, después de unos minutos Violeta entró mirándome fija y curiosamente con algo de miedo.

- Buenos días... señora.

Me giré hacia la mujer viéndola con enojo.

- Buenos días, señorita Hódar. -fijé sarcástica.

Violeta miró al suelo y luego a mí.

- Quería hablar contigo.

- ¿Sobre qué?. -pregunté mientras acomodaba unos papeles sobre mi escritorio.

- Sobre ayer, lo siento.

- Denna mejoró, ¿no? La vi hace unos minutos, parecía estar perfectamente bien.

- Sí, ella mejoró.

- Me imagino. -hablé fríamente.

¿Cómo podía seguir mintiendo? Dios.

- ¿Seguirás enojada conmigo?

Quería decirle todo, decirle que la vi en los brazos de Ruslana. Pero no podía, no podía exponerme al ridículo de esa manera.

- ¡Hola, perra!

Ruslana entró con una enorme sonrisa aumentando mi enojo de esa mañana.

- Buen día, Violeta. -se dirigió hacia la pelirroja.

- Buen día, Ruslana.

Miré a ambas mujeres, temblando de enojo era lo único que podía sentir. Amaba a Ruslana pero no soportaba la idea de que ella tuviera a Violeta. No, no Violeta.

- ¿Necesita algo, señora?. -preguntó Violeta.

- Quiero estar sola.

Ruslana y Violeta me miraron sin entender.

- Vine a hablar contigo, Oliver. -dijo Ruslana sentándose. -Y no me iré hasta que lo haga.

Violeta tragó saliva y se fue.

- ¿Qué quieres?. -pregunté fríamente y tomé un trago de mi whiskey.

- Primero quiero saber por qué estás de malas.

Miré a Ruslana y por unos segundos tenía la necesidad de matarla.

- No es de tu incumbencia.

- Dios, la rudeza se atoró y se quedó.

- Me alegra que lo notes. ¿Qué haces aquí, Ruslana? Soy una persona muy ocupada.

- ¿Cuál es tu problema, mujer?. -Ruslana preguntó levantando su voz.

- ¿En este momento? Tú. -casi lo grité, golpeando con mis palmas el escritorio con algo de enojo.

- ¿Qué te hice?

- No te hagas la santa, Ruslana, porque de eso tú no tienes nada.

- ¿Y tú sí?. -habló desafiante.

- Al menos yo no ando detrás de lo que es tuyo.

- ¿Qué? ¿De qué hablas?. -la mujer preguntó confundida.

Negué con mi cabeza y empecé a caminar de un lado a otro. Ruslana se paró y me siguió.

- ¡Habla ahora!

- ¿Qué quieres?

- Quiero que hables, ¿cómo puedo estar detrás de lo que es tuyo?

- Violeta. ¿O crees que no las vi?

The Stripper - KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora