Capítulo I

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Cordero


Agosto, 2000

—Ale...

Santa María madre de Dios...

—Ale...

—...ruega por nosotros los pecadores...

—Alejandro

—...ahora y en la hora de nuestra muerte...

—¡Alejandro!

—... Amén.

Despertó sobresaltado, otra vez se quedó dormido sobre sus apuntes de clase en la mesa del comedor, Agatha era la encargada de sacudirlo y perturbar su ya de por sí intranquilo sueño.

—Son las 5 de la mañana, ya es tarde

Se levantó entonces de prisa, diario su día comenzaba a las 4 de la mañana y no podía darse el lujo de iniciarlo un minuto tarde, está semana ha sido más pesada de lo habitual y por ello más cosas requieren su atención. Se dirigió a la cocina, donde preparó el desayuno, el almuerzo y la cena porque hoy regresaba hasta tarde. Luego fue hasta el cuarto donde sus demás hermanos dormían aún y los levantó a asearse.

Los sentó adormilados en el comedor, después de eso debía llevarlos a la escuela para irse a la suya también y luego, ir a su trabajo donde probablemente deberá cubrir horas extras.

—Agatha hoy vuelvo tarde, necesito que cuando salgas vayas a recoger a Santiago y a Sara de la escuela. No te desvíes a ningún otro lugar. De la escuela a la casa y una vez que lleguen aquí, se sirven de comer, van a su cuarto, cierras la puerta y no la abren hasta que yo llegue ¿Entendido?— se lo dijo a base de susurros, en casa siempre que su padre estaba se hablaba de este modo, todo con tal de que no oyese que estaban ahí.

—¿Algo más que se le ofrezca señor? ¿Una taza de café tal vez?— soltó en un tono irónico.

—Ya por favor no empieces, te estoy hablando enserio

Su hermana solo se limitó a reír, le encantaba hacerlo enojar aún si a él no le causaba gracia. Los apresuró a qué terminaran el desayuno en lo que iba a tomar una ducha. Esto era lo mismo que hacía todos los días: despertarse a las cuatro de la mañana a limpiar la casa, preparar los alimentos de todo el día, levantar y alistar a sus tres hermanos, darles el desayuno y si sobra tiempo y comida, desayunar. Desafortunadamente, hoy se le hizo tarde por lo que se saltará esto último.

Salieron de casa a las siete en punto. Fue silencioso al cerrar la puerta para que su padre no los escuchara salir. Durante el camino escuchó las ocurrencias de Agatha y Sara, aunque Santiago como siempre, se mantuvo callado todo el camino hasta que llegaron. Despidió a los más pequeños en la entrada y él junto con Agatha se dirigieron a su escuela.

—Ten un buen día Aga, cuidado con los matones

Le acomodó el uniforme y se despidió. Era su primer año para ella en la nueva escuela, le costó favores enteros y semanas de súplicas que a su hermana se le aceptara aquí mismo. Si bien él es becado su hermana no, así que debe pagar la colegiatura, por eso este último año ha estado trabajando todavía más duro para poder tenerla aquí.

La vió marchar hacia su edificio, eran de niveles diferentes y por ende no irían en el mismo. Se encaminó a la entrada del suyo, faltaban 15 minutos para el inicio de las clases, hasta que un escalofrío recorrió su espalda y una voz que para nada extrañaba oír le habló.

Se giró lentamente en contra de su propia voluntad. Allí estaba él, era como ver al mismo demonio a los ojos.

Se trataba de Damian Price.

Price: Damián I (Beta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora