Price: Damián I (Beta)

Capítulo VIII

Consideración

Mentiroso

Eres un mentiroso Damián Price, esas palabras no fueron auténticas y esos no fueron tus ojos de asco. Esa no era tu mirada. Ese no eras tú, si no un impostor.

Ese no era el Damián Price que me hace la vida imposible en la escuela, el que me quita el dinero o el que arroja mis cosas a la basura. Era otra persona, alguien amable que aún si no quería, me demostró que se preocupaba por mi. Te preocupaste por mi aunque intentas negarlo.

¿Por qué me dí cuenta? No actuabas normal, no dejaste que hablara y todas las palabras se atoraron en tu boca al salir, me pregunto, si así es como te ves cuando estás nervioso, seguro que si, hiciste la misma cara que haces cuando no entiendes lo que te explico.

Pero no ha sido propio de hoy, desde hace una semana que empezamos con las asesorías te comportas distinto, cambiaste. Hoy me trajiste el almuerzo que alguna vez me quitaste, dejaste de gastarme bromas pesadas e incluso me has dado dinero para que no vaya a trabajar. No conozco tus motivos para este cambio, pero seguramente una razón de peso a de haber detrás tratándose de ti, o tal vez, solo me estoy haciendo ideas tontas, preguntándome cosas sin sentido y dudando de tu buena fé y voluntad. Pero sea cual sea el porque, me gusta.

Me gusta creer, aún si es poco probable, que alguien por fin se preocupa por mi. Me encantaría pensar que finalmente alguna de las plegarias que lancé al cielo fueron escuchadas y respondidas.

Si fue así, que extraño ángel de la guarda mandaron, pero no me he de quejar.

Te vi salir de la biblioteca, en un estado que realmente no soy capaz de describir o comprender. Bajo la vista un segundo para ver la chamarra que me aventaste a la cara. La analizo unos momentos antes de acercarla a mi cara, huele a tu perfume que me he grabado en la mente en contra de mi voluntad. No te lo pedí y aún así me la diste, obviamente me la puse, tenía frío y realmente me aterraba que esta temporada de invierno no tuviera siquiera un suéter, pero siempre y cuando no me la pidas de regreso, con esto me basta y sobra. Es cálida, no sólo porque la traías puesta hace un momento, si no, que trajo una calidez indescriptible a mi pecho.

Me quedé un rato más en la biblioteca, esperando a que la lluvia se detuviera un poco para volver a casa. Muchas gracias Damián, gracias a ti hoy no tendré que trabajar. Tal vez no te importe, pero ese dinero del que tú te acabas de despojar tan fácilmente como si fuera nada, para mí significa todo: significa descanso porque estoy cansado de trabajar, significa comida en mi mesa, significa tiempo con mis hermanos, un alivio, un suspiro de paz. Es una cosa menos de la que preocuparse al menos el día de hoy.

Pasó aproximadamente una hora antes de que dejara de llover, tiempo en el que no he parado de pensar en todo esto. Tomo mi mochila y me voy, ya no hay gotas pero si una brisa fresca y el olor del petricor en el ambiente.

Todo el camino fue tranquilo, era un viernes por la tarde y era común que no hubiera tanta gente. No fui directo a casa, tenía que hacer cosas antes, cosas que estuve posponiendo por falta de tiempo. Tomé el autobús hacía el centro, estaba vacío y escogí un asiento al lado de la ventana para ver. La vista era algo gris por la lluvia residual, los edificios, el cielo, la calle, y aún así, era capaz de ver color ahí en donde no lo había.

Mi destino llegó rápido, y ahora sí, con tiempo y dinero, podría ocuparme de las cosas que eran importantes. Compré los comestibles para la semana porque no tendría tiempo de hacer las compras después. Fui a la zapatería a comprar un par de zapatos para Sara porque ya no tenía unos decentes si quiera. La lista de útiles de Santiago que no había podido surtir y para Agatha, mi dulce Aga, ella nunca me da problemas ni me pide nada, pero no podía llegar a casa con las manos vacías para ella. Le compré la caja de colores de madera que tanto sabía que quería y que nunca me pidió porque eran demasiado costosos, pero no importa, por hoy, he decidido que no importa.