Capítulo 2.

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Me levanté temprano como de costumbre, me estire un poco y luego fui a ducharme, bajé a la cocina y desayune ahí, aun no los conocía ni había topado mirada con ninguno de ellos, quiero comer tranquila sin sentirme incomoda, ya habrá otro momento para conocerlos.

Nadia, bajó con su equipaje y me dijo que volvería pronto y los chicos ya sabían que me iba a quedar, que cualquier cosa la llamara.

Me dio un bolso con cuadernos y demás útiles escolares y antes de irse me dijo que tenía veinte minutos para estar lista y que Eros me llevaría y recogería.

No sabía si era cierto pero igual me termine de alistar, si no me llevaba me las arreglaría para llegar, cerré la puerta de mi habitación con llave y seguí por el pasillo, me detuve al ver un jarrón roto en el suelo y lo que parecían rastro de cenizas, me acerque y levante un poco la alfombra, había tres gotas de sangre y un olor a putrefacción, toque la sangre y cerré mis ojos.

Era medianoche, no había nadie en el pasillo, se escucharon unos pasos acercándose, luego pequeñas risas hasta que logré ver un chico alto rubio de ojos verdes, junto a una chica pelirroja delgada de baja estatura, venían abrazados felizmente.

—¿Estás seguro que todos están dormidos?— pregunta la chica.

—No te preocupes por eso, la pasaremos bien. — responde el chico.

La chica tropieza con la mesa y deja caer el jarrón, se agachó para levantarlo y el chico se inclina hacia ella por detrás, apartó su cabello y sacó una navaja de de su chaqueta, tapo su boca con una mano y con la otra pasó lentamente la hoja de la navaja por el cuello de la chica ella que comenzaba a desfigurarse mostrando su verdadera forma logró enterrar sus garras en el brazo del chico rascando su chaqueta, dejando heridas poco profundas, la mujer comenzó a evaporarse entre las llamas hasta convertirse en ceniza.

—¿Qué estás haciendo?— Doy un pequeño salto en mi lugar del susto y luego me pongo de pie. Era un chico alto, castaño de ojos ámbar. —¿Nombre? —Pregunta sin expresión alguna en su rostro.

—Mi nombre es Jaziel. —Le extiendo la mano pero solo se queda viéndola y se va chocando su hombro conmigo.

—No le hagas caso a Nil, es un idiota, ¿Estas lista? —Me dice el mismo chico rubio que vi en mi visión. — Ese jarrón se me cayó anoche, llegue algo tomado y estaba oscuro, ¿vamos? — Comenta.

Asiento y sonríe, al parecer estaba observándome.

Salimos de la casa y nos dirigimos a su auto, me abrió la puerta de copiloto y evite mirarlo luego el subió, pero no conducía iba a preguntar pero justo en ese momento la puerta de atrás se abrió y entró un chico de tez blanca, cabello negro y ojos miel que al percatarse de mi presencia, me miro con el ceño fruncido y Eros puso en marcha el auto.

—¿Quién es y porque la llevas?— pregunta el chico de atrás frunciendo el ceño.

—Si, lo olvidé. — Dice. — Disculpa hermosa no me presente, mi nombre es Eros, ¿Y el tuyo?—me pregunta con la mano extendida y con una mirada pícara, lo cual me aterra porque no está mirando el camino y sigue conduciendo.

—Jaziel, ahora por favor podrías volver a fijar tu vista al camino.

—No te preocupes, no vas a morir. — Por tu forma de conducir lo dudo mucho. — Ah, el de atrás es Zac. 

No se si quiero volver a subir al auto con este chico al volante, cuando le llegaba un mensaje tomaba su celular y quitaba las dos manos del volante para teclear, ¿Acaso está loco?, ¿No lo puede hacer con sólo una mano? O mejor aún, que no lo haga ¡Nunca!

Jaziel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora