Capítulo 3.

3 1 0
                                        


Jaziel.

—¡Se supone que debías cuidarla! ¡¿Dónde mierda estabas?!— escuchó gritar a una voz masculina.

—¡Drac, ya cálmate!

Abro mis ojos e intentó levantarme pero el fuerte dolor en mi espalda me lo impide.

Miro a mi alrededor y veo a Zac apoyado a la pared con una expresión de miedo a Eros en frente de él deteniendo a un chico rubio que al parecer quiere matar a Zac, Nil recostado en la pared viendo la escena como si nada estuviera pasando, siento como a alguien acariciar mi cabello y veo a Ciro sentado en el suelo a mi lado sin quitar la mirada de los chicos.

—¿Qué sucede?— pregunto y todos se giraron a verme.

• Eros— ¿Ves?, ella está bien, tranquilízate.

—Ese no es el maldito punto. — dice el rubio entre dientes. —Y si ustedes dos inútiles. —Dice señalando a Eros ya Zac. —No me dicen que mierda le sucedió...

—¡Basta!—Grito.

—A ver niña dime ¿Que sucedió?—Pregunta. Miro a Zac, cara de miedo y a Eros con cara de que cierre la boca.

—Nada. —Alcance a escuchar un ''mierda'' por parte de Eros y Zac me quedo viendo con cara de pocos amigos.

—¿Nada?— ¿Pues qué esperaban que dijera?

Decidí no perder más el tiempo y me dirigí a mi habitación evitando la mirada de todos que no era para nada linda, cerré la puerta con llave, me tomé mi tiempo para quitarme la ropa, me quite las vendas de mis brazos y fui al baño, abrí la llave de agua fría y llené la bañera.

Me metí en ella cuando ya estaba llena y me relaje, se sentía demasiado bien. No se cuanto tiempo paso pero ya hace rato no los escucho gritar, de seguro ya se fueron, salí de la bañer me estire un poco y varios de mis huesos se escucharon crujir, aún sigue el dolor pero es tolerable lo suficiente para salir e ir a buscar esa cosa.

Me dirigí al armario me vestí y me coloque vendas nuevas, tome varias dagas que tengo ocultas debajo del colchón y guarde una en ambos zapatos y tome mi bolso metiendo sólo mi bate dejando sobresalir el mango y dos dagas un poco más grandes que por suerte no sobresalen como el bate, demasiadas armas pero nunca se sabe cuando vas a necesitarlas todas.

Me encontré con Ciro y una mujer algo mayor que estaba preparando la comida, le da un sándwich a Ciro y lo saca de la cocina y conmigo hace lo mismo, diciendo que estará todo listo en media hora.

—Adiós. —Dice Ciro.

—No me tardo.

—Lo sé. —Me dice.

Le doy mi sándwich y salgo.

Llegué al pueblo y todos me están viendo y no de la misma forma que los jóvenes del Instituto, si no como con curiosidad no lo sé, me siento algo incómoda, hasta que un chico con capucha me sujeta del brazo y me lleva a un callejón, su olor se me hace conocido, se siente tan vacío, no logro percibir ninguna emoción de él.

—Tienes media hora para volver a la mansión, antes de que ellos lleguen. —¿Nil?— Te vas ¡Ya! —Me ordena. —

Fue lo último que me dijo antes de salir del callejón, salí también y no lo vi por ningún lado, no le di importancia y continué con mi camino tome un taxi, cuando llegamos le pague y le agradecí, todo estaba solo y cerrado así que rodee el Instituto y me detuve donde se supone y estaba rota la ventana, me acerque y todo estaba en orden, como si nada hubiera pasado.

La ventana estaba como nueva en el suelo había residuos de su sangre, lo reconozco por el olor a putrefacción, que no me di cuenta y pise, que asco se sentía pegajoso y viscoso, había todo un camino de gotas de su sangre que se dirigían al bosque así que lo seguí.

Jaziel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora