– ¡Ahora voy a convertir a este hombre en un conejo!
– Te doy diez dólares si lo logras.
Gen estaba vestido con su traje de mago, el conjunto lo hacía ver adorable a los ojos de los demás. De su galera sacó una manta que agitó sobre la cabeza de Stan. Al sacarla se podían observar dos orejas de conejo, de una diadema, en medio de su cabellera rubia.
– ¡Tarán! Me debes diez dólares, tengo testigos – el pequeño señaló con su varita al público de peluches que estaban observando sus trucos.
– Solo porque está vez fuiste más listo que yo – le mencionó el militar mientras sacaba el dinero prometido de su billetera.
Se estaban divirtiendo jugando pero el militar ya estaba preocupado, se le hacía tarde y era la tercera vez en la semana que Xeno se retrasaba.
– ¡Estoy en casa! – gritó el científico entrando a su hogar, agitado y cansado, en su apuro al querer volver antes.
La presencia de Gen fue una grata sorpresa pero también una responsabilidad que ninguno había planeado con antelación.
Xeno tenía mucho que hacer en su trabajo, prototipos, naves e informes. Y no podía trabajar con todo eso en casa.
Mientras Stanley debía entrenar a su nuevo pelotón, con demasiados cadetes sin experiencia su presencia era algo esencial.Ambos llevaban horarios completos y agregar la crianza de un niño fue demasiado, no podían dejar a Gen solo pero tampoco podían descuidar sus trabajos.
– Quedarme a vivir con ustedes no ayudó a nuestro problema – le comentó Stan esa noche, siguiéndolo al balcón, luego de que el pequeño bicolor se durmiera. Sacó un cigarrillo para desestresarse – no puedo seguir llegando tarde a los entrenamientos, soy el instructor, es poco ético.
– Creo que nuestra única solución es enviar a Gen a una guardería – suspiró Xeno apoyándose en la pared con una expresión agotada.
– ¡Claro que no! Apenas se adaptó a nosotros y ¿Quieres enviarlo a la guerra?
– Te preocupas demasiado, deberías temer más por los otros niños que por el – respondió el científico con una sonrisa – además ¿Cuando te encariñaste tanto? Ni siquiera es tu hijo.
– Sabes que no me molestaría ser su padre – Stan se sentó a su lado mientras peinaba el desordenado cabello de su mejor amigo.
– No te daré su custodia – como siempre, Xeno no comprendía o ignoraba sus indirectas y eso lo hacía reír.
Pasaron toda la noche planeando como le darían la noticia al pequeño mago, buscando alguna forma suave para no afectarlo.
– ¡No quiero!
Sin embargo no importaba que tan adornado lo dijeran, eso no cambiaba el peso de la noticia.
– Gen, ya tienes cuatro años, es normal que los niños vayan a la guardería a tu edad.
– ¡No quiero! Quiero quedarme con papá y Stan – el menor abrazó con fuerza a Xeno, sollozando en su pecho haciendo que este le enviara una mirada de auxilio a su amigo.
– Gen, sabes que a nosotros nos encanta estar contigo pero tenemos mucho trabajo y no queremos dejarte solo en casa – le explicó el militar secando sus lágrimas – y quién sabe, podrías hacer muchos nuevos amigos.
El bicolor se calmó poco a poco pensando en que no quería separarse de ellos, y a la vez que no deseaba causarle muchos problemas a su nueva familia.
Y tal vez Stan tenía razón, conocería nuevos amigos allí.
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Un Hogar Poco Convencional
Hayran KurguCuando alguien viaja al extranjero, suele volver con algún souvenir o un regalo típico. Sin embargo Xeno, es el único capaz de regresar de Japón con un "souvenir" que habla, lee y resulta ser un niño de cuatro años. Este pequeño está a punto de rede...