Capítulo II: Leo, el guía

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Una vez intenté bajar mis maletas del bus, supe que esto del mundo con magia no sería nada fácil.

La chica de pelo castaño bajó sus maletas del terrorífico autobús bastante rápido, no tuvo ninguna dificultad con el peso o con la bajada por las escaleras con ellas. En cambio, por mi parte mis maletas cayeron por arte de "magia" y me llevé un buen golpe en la cabeza; y juraría que la chica de pelo castaño se rió de mí. Una vez bajé sin dificultades, intenté acercarme a ella para hablarle, pero cuando divisó mi llegada viró su mirada hacia el aeropuerto y se fue hacia allá con bastante velocidad.

Entendí fácil y rápidamente que no quería hablarme o simplemente no me quería cerca de ella, así que yo también me dirigí hacia el aeropuerto para tomar el vuelo lo antes posible sin el riesgo de perderlo.
Atravesando la calle, caí en cuenta de que no había automóviles en ningún lado, solo había autobuses igual de terroríficos que el que nos trajo; algunos muchos más dañados y algunos otros lucían como si fueran sufrido la ira de algún dios o divinidad suprema.
Cuando entré al aeropuerto vi que era mucho más grande por dentro de lo que lucía por fuera. Su entrada eran puertas de vidrio altas, pero cuando los observabas desde dentro eran casi tan grandes como un camión, y no solo las puertas se llevaban el crédito: el aeropuerto tenía un cártel gigante donde explicaba que se constituía de unos cuatro pisos: el primero estaba lleno de lugartenientes que iban de un lado a otro con variadas bebidas de lata; el segundo se constituía de una gigante zona de comida; ya sea italiana, japonesa, china... Y seguramente todo lo que te imaginaras; en el tercer piso tomabas tu vuelo y recibías a los recién llegados; y el último pero no menos importante, era el cuarto, el cual era un mirador gigante hacia el cielo y el espacio. En él podía ver aviones desde más de trescientos kilómetros por medio de telescopios; y de la misma forma podías observar hasta el astro más lejano a la tierra; sin duda, ese mirador sería un gran avance para la astronomía convencional.

Nada más entrar, un chico alto, de alrededor de dos metros y de unos veintidós años, se acercó a mí; tenía el pelo ondulado y lucía un traje azul que seguramente era el uniforme del aeropuerto.

-Buenos días, señor Gallardo -dijo el chico alto- ¿cómo se encuentra?

-¿Hola? este... ¿quién eres y cómo sabes mi nombre? -dije con voz preocupada, mientras pasaba mi mano sobre mi cuello.

-Oh, disculpe; que despistado soy. Permítame presentarme: me llamo Leo, soy guardia y guía de Vuelos Camelot, yo soy el encargado de enseñarle cómo funcionan las cosas por aquí y qué vuelo ha de tomar para llegar a su destino.

-Ah, vale, gracias; me serás de mucha utilidad ya que estoy bastante perdido.

-Adelante, le diré todo lo necesario.

Leo me explicó que cada vuelo lleva a un lugar distinto de una isla llamada Duaca o Zeus da; y que si eres de primer curso tu vuelo será distinto al del resto.

-A ver, Leo; me estás confundiendo bastante y estás mencionando términos que no entiendo, vamos por partes -dije de forma confundida- ¿Qué se supone que es "Duaca" y qué es eso de "primer curso"?

-Ah, mis disculpas mi señor; siempre olvido el detalle que los de nuevo ingreso no están muy familiarizados con la academia y la isla. Pues verá: hace muchos siglos, una isla se separó de Gran Bretaña, dirigiéndose hacia el Océano Atlántico, actualmente es una isla escondida gracias a la magia; esa isla lleva el nombre de Daeceus: en ella se encuentran lugares como el Reino de Camelot...

-¿EL LEGENDARIO REINO DE CAMELOT?

-Eh, sí; ese mismo.

-¿EL MISMO EN EL QUE HABITABA EL REY ARTURO?

Las Crónicas de Ariolos Castellum: La Fortaleza En Ruinas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora